Sergio Pérez, ante una oportunidad de romper el círculo vicioso en el Sprint de Austria

Un accidente en solitario en la Q1 del GP de Mónaco, una salida de pista en el sábado del GP de España, mala fortuna con la llovizna en el GP de Canadá y ahora los límites de pista en el GP de Austria. Sea por el motivo que sea, cuatro carreras consecutivas en las que el veterano mexicano ha fallado a pesar de tener en sus manos el coche más rápido de toda la parrilla.

El factor psicológico parece jugar un papel importante y aquí es importante señalar que Pérez tenía entre ceja y ceja el disputarle el título a Max Verstappen. Un objetivo tan ambicioso como lícito, pero que visto en retrospectiva puede haber sido fatal, porque esa presión añadida le ha llevado a sobreconducir y a ser más nervioso en el pasado, hasta verse ahora en una espiral que de momento no tiene fin.

De puertas para fuera, el equipo cierra filas con él. Ayer Christian Horner decía que Checo "tiene todo el apoyo del equipo y todos sabemos de qué es capaz, por lo que pasará página para el resto del fin de semana". Pero a nadie se le escapa que es inédito que un piloto de este calibre falle con tanta frecuencia, especialmente cuando se trata de una escudería como Red Bull, que no tiene precisamente clemencia de sus pilotos.

Ayer, la vuelta que le eliminaron por límites de pista –1'04"990– le habría valido la tercera posición en la Q2 y el pase a la Q3, a menos de cuatro centésimas de su compañero. De ahí que el mexicano dijese que "tenía el ritmo", por más que admitía que todavía tiene margen de mejora. "Me siento un poco mejor, pero todavía no estoy al 100%".

El Sprint de Austria puede ser una buena oportunidad para pasar página. Una clasificación independiente y una carrera corta donde recobrar sensaciones y volver al podio. Desde la 15ª posición, el Gran Premio del domingo se perfila complicado. Pero una buena actuación este sábado podría ser el catalizador que le devuelva la confianza que necesita para volver a ser él mismo a partir de Silverstone.