Historias de F1: Cuando Jesús Gil quiso comprar Brabham

Y a mediados de la temporada 87, Jesús Gil, uno de los personajes más curiosos que se han dado en este país, aterrizó en Hockenheim para asistir al GP de Alemania de F1. Se entrevistó con Alex Melon, que gestionaba la publicidad de los GP para que se ocupara de la publicidad estática del Vicente Calderón, así como para la publicidad que luciría el Atlético de Madrid, que había adquirido, en sus camisetas.

Pero Gil fue a Hockenheim con otro propósito: entrar en la F1. Supo de los problemas de Bernie con Brabham y le ofreció adquirir el equipo. Incluso llegaron a un precio, según Gil: 30 millones de dólares, es decir 3.000 millones de pesetas.

A su retorno a España, el mismo lunes, Gil convocó una rueda de prensa para lanzar un órdago al gobierno, aprovechando la espiral de gastos que iba a provocar la preparación de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla, ambas de 1992.

Gil instó públicamente al gobierno a que subvencionara la compra. Decía que sería muy bueno para la imagen de España y la promoción de ambos eventos. A tal fin, los coches llevarían la imagen de España y "a través de las Cámaras de Comercio y las delegaciones de Cultura y Turismo en el extranjero, se podría hacer una gran promoción, en la que también podrían estar los Juegos Olímpicos y la Expo. Es una idea que brindo al Gobierno Español ya que ayer pude comprobar la proyección mundial que tiene este deporte. Y además, la campaña podría ayudar a que los empresarios españoles encontraran nuevos mercados para sus productos". Y dio el dato de que 1.500 millones de personas veían los Grandes Premios en el mundo gracias que era transmitido por 40 cadenas de TV y más de 250 ofrecían reportajes.

Incluso se atrevió a decir que junto a una figura internacional, pilotaría un español, avanzando los nombres de Luis Pérez Sala y Adrián Campos como los más probables.

Enterado del tema, un portavoz de Bernie declaró al martes siguiente en Londres que no había ningún acuerdo. "No entiendo a este sujeto y puedo asegurar que todo es falso". Pero un día más tarde, el miércoles, el propio Bernie señaló que Gil le había hecho la oferta, pero era "a todas luces insuficiente. Debería reajustarse la cantidad". Pero Bernie no quería perder un equipo en la F1, así que también exigía para la venta seguridades de continuidad. "El dinero es solo una parte del contrato. No habrá venta si no tengo seguridad de que el equipo continúe funcionando como hasta ahora. Seré mucho más duro en esto que en el dinero".

Fue en una entrevista a L’Equipe cuando Jesús Gil dijo lo que iba a cerrarle las puertas de la F1 –si es que de verdad quería que se le abrieran–. "Comprar Brabham no es un problema. La clave es fichar a Ayrton Senna y que nos traiga el motor Honda. Creo que no estoy muy lejos de lograrlo". También señaló que iba a invertir 20.000 millones en mejorar el equipo.

A primeros de septiembre, Alain Prost dijo: "No puede ser que el primero que llegue cargado de millones pretenda apropiarse de un equipo de F1. La idea que me hago de ese personaje a través de sus declaraciones megalómanas y mitómanas es que por suerte no es nada de lo que cree ser".

Gil cambió de escenario. La F1 por la política. La alcaldía de Marbella le esperaba y no dudó en fundar un partido.

Mientras, el equipo Brabham no corrió en 1988. Pero a finales de ese año, Ecclestone anunció que lo vendía a Walter Brunn, personaje muy conocido en el mundo de la Resistencia y en cuyo equipo corría Jesús Pareja. Pero Brunn lo vendió rápidamente a un financiero suizo llamado Joachim Luthi. Reapareció el equipo en 1989, pero Luthi fue arrestado a media temporada por fraude y a final de año el grupo japonés Middlebridge se hizo con él, pero no pudo devolver el préstamo que le dieron para comprar el equipo y acabó todo en bancarrota.

Lo que no sabía Prost cuando dijo que la F1 no era un juego del primer millonario que llega con pasta, que tres lustros después ello iba a ser normal tanto en F1 como en F2.