Los Pulgares de LaF1.es: Singapur

Hamilton. La suerte y la desgracia tiende a repartirse a lo largo de la temporada, excluyendo algunas ocasiones como pasó en Red Bull (bien lo sabe Vettel), y tras el GP de Singapur se puede decir que la balanza en Mercedes vuelve a estar a equilibrada. Por eso, a igual fortuna Lewis vuelve a recuperar el liderato. Ha ganado la mitad de las pruebas disputadas y siempre que ha acabado (se ha retirado tres veces) lo ha hecho en el podio. Esa contundencia le vale para ser líder y para, sin duda, merecerlo. Y más con actuaciones como la de carrera asiática. Por supuesto que la mecánica de su coche es infinitamente superior a la del resto de la parrilla, pero solventar con creces un marrón como el que le metió su equipo merece ser destacado. Se cabreó por no parar cuando debió, pero por la exhibición que dio, bien valió la pena.

Vettel. El tetracampeón que ha tenido que acostumbrarse a vivir a la sombra de su compañero de equipo necesitaba una actuación como la que logró en Singapur. Perdió su particular duelo con Ricciardo en la calificación, pero en la salida ya estaba por delante de él, y así continuó durante el resto de la carrera, aunque al final lo logró a duras penas. Los coches energéticos se ahorraron un paso por boxes y Sebastian fue el que más lo pagó. En los últimos giros sus gomas estaban al borde del suicidio, pero el alemán logró retrasarlo de la mejor forma evitando además ser superado por Daniel y por Alonso. Así, vio al australiano un peldaño por debajo en el podio y le superó por tercera vez este año, sí habéis leído bien solo por tercera vez. Y eso, contando con que Ricciardo se estuvo quejando de problemas todo el tiempo…

Alonso. La esperada aparición del coche de seguridad dejó a Fernando fuera del podio, pero los pulgares han querido incluirle en el suyo por el rendimiento que mostró durante todo el fin de semana en uno de sus circuitos predilectos. En Ferrari optaron por hacer lo más sensato al cambiar de compuestos tres veces, pero las siete vueltas que estuvo el Safety Car en la pista y la reducción de una porque se sobrepasaban las dos horas echaron abajo su estrategia. Para que fuera exitosa necesitaban que los Red Bull volvieran a pasar por el pit lane y no lo hicieron. Si no se hubiera pasado de frenada en la salida, quizás lo hubiera conseguido, pero mostró un ritmo a la altura de los mejores, en parte gracias a las novedades que los de Maranello llevaron al circuito urbano. Si Montezemolo se hubiera esperado un gran premio más…

Rosberg. Poco consuelo fueron los mimos que le dio su mujer en el box de Mercedes cuando aún tenía el casco puesto para evitar mostrar su frustración. No le quedó ninguna desgracia por tocar, pasó por todos los palos que te puede dar la mala suerte. Su coche no arrancó a la salida del garaje ni en la parrilla ni tras su parada, y cuando lo hizo iba a ciegas: sin DRS, con pérdida de potencia… Desde que perdió la pole por solo siete milésimas estaba condenado a hincar la rodilla en Singapur, pero seguro que se levantará. Viajará a Suzuka aún con el ceño fruncido y sin liderato, pero la lucha a brazo partido con Hamilton durará hasta el final, es lo más probable y es lo que más queremos. Digno de elogio fue su comportamiento ante el infortunio, un aspecto en el que gana por goleada a su vecino británico.

Bottas. El finlandés está habituado a ganar a Massa, un piloto nueve años más experimentado que él en la élite del automovilismo y al que prácticamente dobla en puntos, pero en los dos últimos grandes premios no ha podido hacerlo. En Monza un problema en la salida le condenó, sino hubiera acabado seguro por delante de Felipe, pero en Singapur su compañero le ha vencido con todas las de la ley (sábado y domingo). Por si tuviera poco con eso también se quedó sin puntos, y eso que los tenía bien amarrados a tres vueltas del final, pero sus desgastadas ruedas le hicieron perder cinco posiciones: en una frenada perdió el control de coche. Fue otra víctima de la arriesgada estrategia de quedarse en pista tantísimas vueltas por la que también optó Williams.

Magnussen y Kvyat. Este puesto bien podría ocuparlo otra pareja, la de Sauber, ya que ni Sutil ni Gutiérrez vieron la línea de meta (lo que hizo que el mexicano tirara los guantes enfadado en su box), pero lo que tuvieron que pasar Kevin y Daniil fue un infierno, literalmente. Ambos rookies fueron los que más pagaron las consecuencias de la cita más larga y de las más duras del calendario. El danés tuvo algún tipo de problema que hizo que su cockpit le cocinara a fuego lento como un pollo en un horno y el ruso, una fuga en el sistema de bebida que le dejó sin agua para toda en la carrera ("Me estoy muriendo aquí dentro", llegó a decir por radio). Eso, unido a la alta humedad típica del país asiático, hizo que se bajaran del coche destrozados. Al menos, Magnussen ganó un punto y Kvyat, una lección de las que curten.