El GP de Canadá de 1978: la primera victoria de Villeneuve

Pero hoy no vamos a recordar su muerte y su mala suerte en las carreras. Hoy es día de recordar el mejor día de su carrera deportiva. Villeneuve puede presumir de lograr seis victorias en la élite del automovilismo, pero por encima de todas destaca una en especial.

8 de octubre de 1978. Circuit Ile Notre Dame. Un Ferrari en lo más alto. Ganar ante todo tu público, la primera vez que un canadiense ganaba en casa. "Ganar un Gran Premio es algo, pero ganar tu primer Gran Premio en casa es completamente inimaginable. Éste es el día más feliz de mi vida", contaba Villeneuve tras lograr su primera victoria.

Pero vayamos a los antecedentes. Villeneuve afrontaba su primera temporada completa en la Fórmula 1 con Ferrari, pero los resultados no le acompañaron al principio. En las cinco primeras carreras consiguió un pobre octavo puesto y cuatro abandonos consecutivos.

Su primera alegría, cosas del destino, sería en el circuito de Zolder. En el circuito donde años más tarde sería testigo de su muerte, el mítico 27 -ese año con el 12- logró llegar hasta el cuarto puesto. Pero su primer podio no llegaría hasta la duodécima carrera de la temporada, en Austria. La primera vez, por eso, que vimos a un Villeneuve capaz de ganar carreras fue una semana antes del Gran Premio de Canadá. En Estados Unidos, en el circuito de Watkins Glen, maravillaba con un segundo puesto, hasta que su motor Ferrari dijo basta y no pudo terminar la carrera.

Pero llegó el día y en el lugar perfecto. Los pilotos disputaron los primeros entrenamientos del viernes con la lluvia de protagonista. El frío les iba a acompañar todo el fin de semana y en la clasificación, ya sobre seco, el canadiense hacía vibrar a su gente con un meritorio tercer puesto. Todo se iba a decidir en carrera.

Las gélidas condiciones en Montreal no iban a frenar a los 70.000 espectadores que se acercaron al circuito que, posteriormente, llevaría su nombre. Pero la fiesta iba a durar poco. La ventaja del líder, Jean Pierre Jarier, era muy amplía desde el principio e, incluso, Villeneuve dejaba escapar la tercera plaza en favor de Alan Jones.

A medida que avanzaba la carrera el canadiense recuperaba posiciones y se llegó a colocar segundo. Sin embargo, el público ya daba por perdida la carrera, ya que Jarier gozaba de medio minuto de ventaja. Pero ni los mejores guionistas de Hollywood podrían haber preparado una mejor historia.

Imagen de la carrera de Canadá 1978 - Sutton

Vuelta 46 de 70. Los decibelios del Circuito de Ile Notre Dame aumentaban ante el griterío de la gente. Era Jarier. Sus tiempos empeoraban notablemente. El estallido de alegría llegó tres vueltas más tarde, cuando el líder de carrera se detuvo en boxes tras una fuga de aceite en su Lotus-Ford.

Villeneuve lideraba la prueba. Fue entonces cuando aparecieron todos los fantasmas del pasado. Todos los problemas de fiabilidad y accidentes que había tenido durante el año. "Esas vueltas fueron una tortura. Podía escuchar todo tipo de sonidos en el coche. Y no me gustaba porque estaba pilotando como una mujer mayor, cambiando a 10.000 (rpm) y siendo cuidadoso de no romper nada. Simplemente me decía a mí mismo 'Ferrari es el mejor, Ferrari es el mejor. No se va a romper. Nunca se va a romper", recordaba.

Y ese domingo tenía razón. Era su día. El Ferrari que tantos problemas le había dado le iba a regalar su primera victoria en la Fórmula 1, en la última carrera del año y en su carrera de casa. Una victoria que le impulsó para luchar por el título en 1979, y que finalmente se llevó Jody Scheckter. Ese año conseguiría el mayor número de victorias en una temporada, con un total de tres y en 1981 llegarían las dos restantes. Su final en 1982 ya lo conocemos. 

Villeneuve tras ganar la carrera junto a Jackie Stewart (con el micrófono) - Sutton