¿Prestaciones o fiabilidad? Apuesten por lo primero

El equilibrio entre prestaciones y fiabilidad es siempre complicado, delicado… y la clave del éxito. Pero hay un viejo dicho en las carreras que dice que es mejor tener un coche rápido —o un motor potente, en este caso— que uno fiable. La máxima es clara: un motor potente puede llegar a ser fiable; un motor fiable es más difícil hacer que sea potente.

Por eso Binotto apoya a sus técnicos. Él sabe mejor que otros en el paddock lo complicado de la ecuación. Una ecuación en la que estos dos conceptos son los parámetros más importantes, pero que incluye otros. Una ecuación en la que, además de potencia y fiabilidad, hay que tener en cuenta otros detalles como consumo y entrega de potencia —la respuesta del motor, el régimen útil— entran asimismo en juego. Y luego está la gestión en pista, que limita los kilómetros a hacer a plena potencia por razones de fiabilidad.

Hoy, los motores de Fórmula 1 servirían para hacer las 24 Horas de Le Mans. Tres motores por temporada significa siete grandes premios por motor, a unos 650-700 kilómetros por motor estamos muy cerca de esos 5.000 y pico kilómetros que hace el coche ganador de Le Mans.

Pero no es sólo eso, sino también las reglas de juego la que imponen la lógica de apostar por la potencia, por las prestaciones. A partir del próximo año los motores quedan congelados y sólo se podrán efectuar retoques por razones de fiabilidad o de precio, siempre y cuando esto no mejore las prestaciones. Aunque esto es quizás un eufemismo o aquello de ‘hecha la ley, hecha la trampa’, porque ganar fiabilidad significa poder exprimir el motor más tiempo.

Denme un motor potente, que ya lo haremos fiable, es la filosofía imperante. A Honda le costó pero finalmente ha sabido hacerlo.