¿Tropezará Vettel dos veces con la misma piedra?

Vettel, lo sabe. Se enfrenta por segunda vez en su carrera deportiva a un problema de este tipo. Ya sabe lo que es pasar a ser el líder del equipo a que en tu propia casa sólo tengan ojos para tu compañero/rival/próximo sustituto. Porque en el fondo, en las mentes de los seguidores del Cavallino Rampante, Vettel ya es un activo amortizado.

Es más, con Mick Schumacher llamando a la puerta, los 'tifosi' ahora mismo quizás aplaudirían que Ferrari le hiciera 'un Kimi a Vettel'. Es decir lo apartara como hizo en su día con Räikkönen para dejar huevo a Schumi Jr. Por el momento no parece factible, pero Vettel debe reaccionar.

Sebastian ya sabe lo que es eso: la crueldad de la F1 donde sólo vales tu último resultado o el sueño del próximo. 

Lo ha visto desde fuera, en 2007, cuando le duelo entre Lewis Hamilton y Fernando Alonso acabó con el asturiano dando el portazo a McLaren y al equipo británico en difícil situación 'expulsado' del Mundial 2007.

Este episodio lo vivió ya Vettel como testigo. Precisamente su debut en Toro Rosso fue en el GP de Hungría, en que la pugna entre Hamilton y Alonso, con las 'astucias' en la clasificación, hicieron que McLaren saltara definitivamente por los aires. Un debut propiciado porque Red Bull decidió apear a toda prisa al 'deludente' Scott Speed tras el éxito obtenido en Indianápolis por Vettel a los mandos de un BMW, en sustitución de Robert Kubica que acusaba las secuelas de su accidente en Canadá.

Sin duda en la cabeza de Vettel bulle la imagen de lo sucedido en 2014 cuando, pese a sus cuatro títulos consecutivos –entre 2010 y 2013–, en Red Bull le colocaron al joven Daniel Ricciardo, en lugar del acomodaticio Mark Webber –el australiano perdió su oportunidad de título e 2010 en favor de Sebastian– como compañero y Daniel se le subió a las barbas.

La situación es muy similar. En Ferrari, en lugar de un Kimi Räikkönen, para quien su prioridad es correr, tiene a un joven lobo con habré de victorias y sed de liderazgo: Leclerc.

Vettel haría bien en repasar lo que sucedió en Red Bull y también tener en cuenta lo que sucedió en McLaren en 2007. Enzarzarse en una batalla política en el país de Maquiavelo es poco menos que ejercer el derecho al pataleo. Si quiere pervivir en Maranello y hacer valer sus derechos de campeón tiene que 'matar' a Leclerc en la pista. Y hasta ahora esto no ha sucedido, sino todo lo contrario.

Leclerc cumplió órdenes en Australia y no quiso atacar a Vettel pese a que el cuerpo se lo pedía. Pero en Baréin ya ha volado sólo, incluso saltándose la consigna de que de momento no atacara a su compañero. Vio el hueco y fue a por él. Posiblemente ha repasado la historia: es lo que hubiera hecho Michael Schumacher y lo que sin duda hace el otro 'enfant' terrible de la F1, Max Verstappen. Y quizás recuerde lo que le ha sucedido a Esteban Ocon, del que todo el mundo pensaba iba a por campeón, que tenía un sitio en Mercedes al lado de Hamilton... y está en el dique seco.

Las flechas de plata han apostado por la tranquilidad y evitar peleas internas –los duelos Hamilton-Rosberg están en su reciente memoria– y en Ferrari por una vez han elegido 'pelea de gallos', pese a los riesgos que conlleva.

Es cierto que en el mundo del paddock se evocan a que el rendimiento actual de Vettel puede estar afectado por problemas personales. Es algo que ya se dijo a finales de la pasada temporada, cuando Kimi llegó a sumar más puntos que él.

Y algo puede haber de ello. Las recientes declaraciones de Kimi, en las que deja intuir una posible retirada de la F1 aunque para 2021 "si las reglas no me gustan. La F1 actual es más show que deporte", siempre puede anticipar la decisión. Son palabras en línea con lo que mantuvo Alonso en 2016 y 2017 antes de anunciar su retirada.

Vettel ya tropezó con la piedra una vez. Veremos si aprendió la lección o es de los que tropieza dos veces con la misma piedra. En sus manos está. Pero a sabiendas que un segundo tropezón podía ser el definitivo.