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Déficit fiscal en Noruega por la popularidad de los eléctricos

25/11/2021 10:10

La transición del motor de combustión al motor térmico es una muestra palpable de la imprevisión de los políticos ante la magnitud del cambio que se avecina.

No se trata sólo de fabricar coches eléctricos, sino sobre todo de poner en marcha una red de puntos de carga que hagan viable la adopción en masa de estos vehículos. Con el reto añadido de que, si un puesto de una gasolina puede atender a unos 20 vehículos por hora, uno eléctrico puede bastar para que recarguen uno o dos tan sólo, o quizá más si es un supercargador.

Pero hay que prever también el tema de abastecimiento de materias primas –litio, cobalto, cobre, aluminio, tierras raras, etc– tanto para las baterías como para los sistemas de gestión –¿o no aprendemos nada de la crisis de carencia de chips? –. Comprobar que la red eléctrica estatal, regional y local, admite la recarga en todo momento, lo que inicialmente se daba por seguro y ahora no lo parece tanto. Comprobar que este aumento de la demanda no hará que el precio de la electricidad suba todavía más. Y tener un plan para coherente, práctico, asumible y real para recolocar al número importante de trabajadores que pueden perder sus empleos por el cambio tecnológico.

También la mejora de los servicios públicos de transporte porque muchos de los que ahora tiene automóviles excluidos de las zonas de baja contaminación o de las zonas cero no pueden siquiera imaginar el pasarse a un coche eléctrico.

Pero hay otro tema que comienza a preocupar mucho más a los gobiernos: el tema fiscal.

Noruega es el primer país que lo está viviendo en sus propias cuentas. El país nórdico vine un autenticó boom de los coches eléctricos. Tanto que los vehículos térmicos representaron en octubre apenas un 5% ventas de coches nuevos. Y que, en el acumulado del año, el 70% de los coches vendidos han sido eléctricos putos.

Y los eléctricos ha dejado de ser testimonial para tener un porcentaje significativo del parque de automóviles. No es sólo el resultado de una política medioambiental decidida sino también a una conciencia colectiva de país.

El resultado de todo ello ha sido que las arcas del estado han dejado de recaudar unos 2.000 millones de euros en ingresos fiscales, a los cuales el gobierno no puede renunciar.

En Noruega, al comprar un eléctrico no pagas IVA, ni tasas, ni peajes, ni en las zonas azules, etc, y además pueden circular por carriles bus o vías reservadas.

Ahora hay que empezar a recuperar dinero. Y el gobierno se está plantando el final de algunas exenciones. El gravamen a los eléctricos de mayor precio y otros sistemas para recuperar buena parte de estos ingresos ‘evaporados’.

Lo que hagan será seguido –o al menos estudiando– por muchos otros gobiernos, por todos los ministerios de Hacienda, que seguro preferirán no esperar e implantar cuanto antes un régimen fiscal especial para los eléctricos que palíe la disminución de ingresos.

En esto, seguro que son más diligentes, rápidos y eficaces que en buscar soluciones a los problemas que antes habíamos planteado.