Vídeo y prueba del Ford Bronco: una bendita locura llena de innovaciones para el 4x4

Estamos en una cresta resbaladiza, con el Bronco absolutamente de lado, deslizando ligeramente de lado por la misma mientras alguien en el fondo nos dice: “sigue avanzando poco a poco porque si te paras puede deslizar hacia abajo y volcar”. Así que decido activar una de las muchas ayudas electrónicas del Bronco: la velocidad constante y electrónica. Pongo 2 kilómetros por hora y el coche avanza sin tener que hacer nada más, ni acelerador ni freno, mientras agarro el volante con fuerza por si el coche decide seguir mi lógica de conductor de turismo y caerse de lado. Al pasar el recorrido me dicen: “en esa posición, un golpe de acelerador mal dado y te pones ruedas arriba”. Esta es la magia y la adrenalina del todoterreno: superar obstáculos imposibles. Y el Bronco tiene una cualidad especial: lo hace muy fácil para un inexperto.

Porque sí, el Bronco es tan bueno como dicen, pero si quieres saber por qué nos parece tan bueno y cómo hemos llegado a esta montaña de la que casi nos caemos, tendrás que seguir leyendo.

DONDE PRUEBAN LOS ‘DAKARIANOS’

Masía Pelarda es una finca del interior de Teruel donde vienen los pilotos españoles y extranjeros del Dakar a entrenar. Está llena de camisetas firmadas por todos ellos y, a simple vista, parece un lugar inofensivo, pero no lo es: hay pistas rápidas y zonas de obstáculos francamente complejas, tanto que en nuestra visita nos cruzamos con un equipo de militares que terminaban de hacer entrenamientos en el monte. “El año pasado vinieron a probar los vehículos y pasar la noche al raso antes de ir a Ucrania. Yo fui una noche con ellos y estuve tres días con frío”, nos cuenta David Nadal, el dueño de esta finca, que cada año participa en el Dakar de una u otra manera, en este 2025 con un camión de asistencia para Dacia.

Masía Pelarda es uno de los centros de experiencias Ford, ya que la marca ha empezado a hacer un club con los clientes de Ranger y Bronco a los que les gusta el 4x4. Y es que esta es una de las claves del Bronco: un 4x4 hecho para disfrutar.

RIVAL DEL JEEP WRANGLER

A nadie se le escapa que el Bronco compite directamente con el Jeep Wrangler, y no sólo tiene un tamaño similar –4,801 el Ford, 4,88 metros el Jeep–, sino que tiene ese mismo enfoque de vehículo de ocio, más que de 4x4 para fincas, campos o usos profesionales, un camino que han tomado el Mercedes Clase G o el Land Rover Defender, en este caso enfocados al lujo. Pero volvamos al origen del Bronco. Como el éxito del Wrangler es cada vez mayor, Ford decidió plantear un rival y se basó en uno de sus modelos míticos, el Bronco, o al menos tomó su nombre. El coche, nacido en los setenta y que, como el Mustang, tomó el nombre de una raza de caballo, se convirtió poco a poco en un 4x4 muy ‘normal’ hasta que desapareció del catálogo de Ford.

UN TAMAÑO ‘COMPACTO’

Para su vuelta, la marca partía desde cero, así que, tras ponerse manos a la obra, los estilistas eligieron un diseño ‘cuadrado’ que, en su parte frontal, entronca con el modelo original gracias a sus faros redondos y las letras de ‘Bronco’. Como novedad, las puertas, que son desmontables, no tienen marco; los espejos se anclan en la unión entre capó y parabrisas, y la trasera tiene el clásico portón doble, con una apertura lateral para la puerta y otra superior para el cristal. El techo es desmontable de serie, lo que seguro que le va a dar más sonoridad en marcha al interior. El Bronco se fabrica con tres o cinco puertas, pero a Europa llega solo en esta versión de cinco puertas, de 4,81 metros de largo por 1,93 de ancho. Es un coche ‘pequeño’ para el estándar americano.

INTERIOR FÁCIL DE USAR

El interior es típicamente Ford: cómodo, muy equipado y con mucha tecnología muy fácil de usar, algo que se ha aplicado también a la parte 4x4. Esto se consigue, por ejemplo, con las teclas situadas en la parte alta del salpicadero: bloqueo de diferencial, desconexión de estabilizadora delantera o bloqueo de rueda trasera para giro cerrado, están muy accesibles, perfecto para encontrarlas cuando estamos en una empinada cuesta o con el coche en situación comprometida.

El Bronco es cómodo en su parte delantera y conserva todo lo que debe tener un coche ‘de toda la vida’: su palanca de cambios, agarraderas… y cosas interesantes como una gran pantalla central donde veremos la imagen del coche y de sus ruedas. Detrás, el espacio es amplio, pero no excesivo en longitud, y el maletero es una caja enorme de 560 litros. Hay dos acabados, y el que probamos nosotros es el más campero o gamberro, el Badlands –91.000 euros– que incluye en el interior alfombrillas de goma, anclajes Molle para accesorios, pulsadores para poder poner accesorios exteriores como focos, ‘winch’, etcétera.

NUEVAS IDEAS PARA EL 4X4

Pasamos a la mecánica, con cosas muy convencionales, como un V6 de 2.7 litros biturbo delantero con 337 caballos de potencia que pasa su potencia al eje trasero por medio de una caja automática de diez marchas, el mismo tren motriz que usa el Ford Ranger Raptor. A partir de aquí empiezan las ‘chucherías’, porque el Bronco incluye de serie en esta versión Badlands: suspensiones elevadas, amortiguadores Fox Racing, neumáticos Good Year de tacos, paragolpes de acero en lugar de plástico, bloqueos de diferenciales, estabilizadora desconectable… y todo de serie.

A DISFRUTAR

Y ahora sí, llegamos al campo, y tenemos la suerte de contar con las recomendaciones de Antonio Abril, ingeniero de la planta de Ford en Almussafes, apasionado de la marca y que termina de pasar unos días con este Ford Bronco –esta unidad en concreto– en las dunas del desierto de Marruecos. “Tan importante como no tener un accidente es no tener que ir al taller”. Me gusta este consejo. Lo primero es conectar la tracción total –El Badlands de serie es tracción trasera– con un botón en medio del mando ‘GOAT’ de Ford: allí también hay hasta seis modos de conducción que elegirán por nosotros cómo actúa la electrónica: nieve, barro, rocas o carretera, por poner algún ejemplo. Con la tracción total nos tiramos al monte y pasamos con facilidad los primeros charcos, pero vamos a los recorridos.

La primera cuesta, cuesta, pero se sube con facilidad. Para la segunda ponemos las reductoras: “Lo mejor es ponerlas con las ruedas delanteras rectas, hacer la subida y luego quitarlas. Cuanto menos usemos la reductora, menos posibilidad de averías”, y así lo hacemos: reductoras y… arriba. El coche sube casi sin tocar el acelerador mientras estiramos el cuello para ver lo que hay detrás de la cuesta… hasta que vemos que tenemos la imagen digital captada por la cámara frontal en la pantalla.

Toca bajar, por un terreno diferente, y aquí activamos el ‘one pedal’, un sistema nuevo de Ford que, como en algunos coches eléctricos, para el coche al levantar el pie, pero aquí es inmediato. Afrontamos la bajada y, como vemos muy cerca un árbol, levantamos y, mágicamente, el coche se queda quieto. Aquí activamos el control de descenso –aunque también es de ascenso y de marcha– con elección de velocidad de 0,5 en 0,5 kilómetros por hora. Da gusto poner 2,5 kilómetros por hora y que el coche baje despacio, sin apenas tener que hacer nada al volante.

Llega el ‘cruce de puentes’ con varios agujeros alternos a izquierda y derecha de bastante profundidad. Allí el Bronco se desenvuelve bien, pero son más profundos que todos los que yo haya visto, y la posición es delicada. “Aquí podemos desconectar la estabilizadora delantera”, me dice Antonio. Con una rueda delantera en el aire, tocamos el botón encima de la consola y ¡alehop! Las dos ruedas dejan de estar unidas y la izquierda baja más de 20 centímetros hasta tocar suelo de nuevo: mucho más fácil en este recorrido más extremo, mientras que la estabilizadora unido hará que, en carretera, se comporte de forma más ágil y segura.

Casi no nos queda nada por probar cuando vamos a la cresta de la que hablábamos al principio. “En estas situaciones, un golpe al acelerador mal dado y se puede volcar. Por eso son tan necesarias las escuelas de 4x4 y las quedadas de clubes en sitios donde nos puedan enseñar a manejar bien el coche”. Tomamos nota. Solo nos queda pistear un poco con el coche, mancharlo bien de barro y comprobar cómo las suspensiones FOX y los neumáticos de campo –aunque estos ya tienen su recorrido– convierten la conducción en pura diversión.

No sabemos cómo va en carretera ni en ciudad. Dicen que muy bien y nos lo creemos: el empuje del suave V6 es una maravilla y seguro que su mayor problema es el consumo, ya que homologa casi quince litros a los 100 kilómetros.

CONCLUSIÓN

¿Vale la pena el Bronco? Por supuesto: Ford pone una tecnología de 4x4 de gama alta en un coche atractivo, sencillo y fácil de usar en el día a día. La pega es el precio: al poder vender muy pocos en Europa, el coche es carísimo, por lo que habrá que desembolsar 87.000 euros para el más turismo Outerlands, con tracción total permanente, ruedas de asfalto y más cómodo, o este Badlands más ‘gamberro’. Son casi 13.000 euros más que su principal rival, que solo se vende con mecánica híbrida enchufable y, por tanto, no paga impuesto de matriculación –casi un 15% en el Ford–. ES un capricho caro, pero para los que puedan pagarlo, es un coche con el que vivir grandes aventuras en familia o con amigos.