Restauración de llantas: un trabajo artesano a punto de extinguirse

En un mundo del automóvil en el que cada vez hay más formas de disfrutar de esta afición, la última década ha supuesto una evolución de las distintas vertientes de lo que para muchos es una forma de vida. Aunque en España la época dorada del tuning ya pasó, asistimos a la proliferación de una renaciente industria de las modificaciones y restauraciones de coches clásicos, fruto también de la burbuja de precios que sufren estos últimos. El automóvil, en plena época dorada de las redes sociales, también se ha posicionado como una forma de expresión y de proyectar una imagen propia hacia los demás.

Y en este escenario, las llantas de aleación son uno de los elementos más personalizables y de los primeros en modificarse en un coche. Si además de colores o formas jugamos con la anchura o el ET un cambio de llantas puede justificar un proyecto entero e incluso girar en torno a ellas. Por ejemplo, enormes rodillos que obligan a tener que rehacer por completo una carrocería para poder alojarlos.

Con todo ello en mente, desde SoyMotor.com nos hemos propuesto descubrir cómo se restauran unas llantas de aleación, cuál es el proceso y cuál es su coste. En nuestro caso las protagonistas son un juego de Zender Siena en 17 pulgadas, un modelo específico para Alfa Romeo descatalogado hace más de una década y que hemos importado de Holanda en buen estado, pero lejos de sus mejores días.

En el transcurso de este reportaje hemos podido constatar que todavía quedan verdaderos artesanos en nuestro país capaces de ser una referencia. Algo tan elemental para el funcionamiento de cualquier coche como una llanta, es algo desconocido para el público general y un pequeño universo en sí mismo. Conoceremos un poco más de él a través de ALR Racing, uno de los mejores especialistas en la reparación de llantas con José Luis Moreno al frente.

Ubicados en uno de los cientos de polígonos industriales cercanos a la capital, su sede se encuentra rodeada por otros profesionales del sector: chapistas, talleres, logística… José Luis nos muestra orgulloso las distintas partes de la nave, en la que encontramos maquinaria específica para reparar llantas, montaje de neumáticos y también su pequeña joya: la cabina de pintura.

Como en tantos otros negocios del gremio, los inicios vienen de atrás. Fueron el padre y el tío de José Luis los que empezaron en esto, no específicamente en el negocio de las llantas, pero sí con reparaciones mecánicas y de chapa. El actual dueño lleva en esto más de 30 años, aunque también fue mecánico en su juventud o piloto del antiguo Criterium, una de las primeras copas de promoción de motociclismo.

El proceso comienza con el desmontaje del neumático y una evaluación de los daños y también del tipo de material de la llanta. La mayoría suelen ser de aluminio o acero, aunque en ALR Racing tampoco se asustan ante el magnesio, muy utilizado en la competición. Las últimas tendencias en superdeportivos han puesto a la fibra de carbono como otra alternativa por su resistencia y ligereza. También es importante la forma de construcción de cada llanta –fundidas, forjadas, etc– para elegir el proceso idóneo para recuperarlas al 100%.

A diferencia de otros, que utilizan el chorreado de arena para eliminar la pintura, aquí emplean el decapante industrial como primer paso. Se introducen las llantas hasta una hora un un gran bidón donde gracias a una reacción química quedan listas para comenzar su reparación.

Hasta aquí todo es relativamente simple, sin embargo, los trozos de llantas, radios rotos o agujeros del tamaño de un puño que encontramos por el taller son, a ojos del inexperto que escribe estas líneas, poco más que residuos y material sin valor. Donde nosotros vemos llantas para chatarra, para José Luis solo requieren de trabajo fino para devolverlas a la vida.

El abanico de daños puede ser enorme, desde los típicos roces al aparcar a llantas partidas, sin olvidar las deformaciones o falta de material. De un bordillazo a una llanta accidentada, todo es posible de reparar si es necesario. Hay veces que no merece la pena por el coste, pero en caso de llantas clásicas, de buena calidad y alto precio o descatalogadas, repararlas es la única solución.

En los casos más extremos se llega a cortar el barril de la llanta dañada y se suelda otra de las mismas dimensiones. Una tarea de máxima precisión para lograr unos puntos de soldadura perfectos. Estos luego se lijan y se cubren con masilla de aluminio para dar un acabado uniforme.

Uno de los grandes secretos de este lugar y también clave para una llanta perfecta y cliente satisfecho es que no recurren al torneado como proceso de restauración. Este proceso es una forma sencilla de lograr un buen acabado y eliminar desperfectos, pero a cambio se reduce el espesor de material. Una llanta más fina es más ligera pero también más endeble. De hecho, no son pocas las llantas torneadas que visitan este taller para una reparación en condiciones después de durar pocos kilómetros “reparadas”.

En el caso de nuestras Zender Siena, la cosa es más sencilla y después del decapado pasan a ser lijadas para lograr una superficie uniforme y eliminar pequeñas imperfecciones. Las nuestras no pasan de algunos arañazos y roces que son erradicados. Los más profundos se rellenan con una mezcla de polvo de aluminio y masilla, a diferencia de la típica masilla utilizada por los carroceros.

El detalle de la garganta pulida diferencia al modelo Siena y le da un toque elegante y clásico indiscutible. Sin embargo, esto exige un tratamiento diferente del resto de la llanta, ya que esta parte se pule a espejo y no va pintada, para preservar su acabado pulido. Por ello, se recurre a un proceso distinto y se utiliza maquinaria específica, que gira la llanta mientras un cepillo pule el borde. El acabado es magnífico y nos vemos reflejados como si de un espejo se tratase.

Una vez eliminados todos los defectos, llega otro de los puntos críticos: el pintado. Todo un arte y lo que diferencia un buen trabajo de un excepcional. José Luis ha probado con muchos pintores de carrocería –y muy buenos en lo suyo añade– pero al final siempre es él quien se enfunda la máscara y empuña la pistola de pintado. El objetivo de este proceso es dar a la llanta la terminación estética requerida por el cliente, con estándares de fábrica en términos de imagen y durabilidad.

Aquí entra en escena el equipamiento más caro con diferencia del taller, la cabina de pintura de unos 30 metros cuadrados. Enormes extractores y filtros se aseguran que ni una mota de polvo caiga sobre las llantas en el proceso, mientras que numerosas estanterías y soportes están cuidadosamente situados para poder colocar en distintas posiciones cada una de las piezas.

La selección del color se realiza en un cuarto aparte, que recuerda a un pequeño laboratorio lleno de mezclas y botes de pintura base. Aquí encontramos un pequeño mueble que dispone de decenas de catálogos de color de todos los fabricantes de coches. Esto permite elegir al cliente un color personalizado o directamente pintar a juego las llantas con el color de la carrocería.

La pintura estándar, el clásico gris de origen también tiene su aquel. Disponen de tres tipos de textura, desde el gris grano con un acabado más rugoso a el gris fino, más elegante; además de uno intermedio. Aquí la estética de la llanta y su acabado de origen son clave para elegir la mejor elección. En nuestro caso elegimos el acabado más fino, que casa muy bien con la elegancia de nuestras Zender Siena.

Comenzamos cubriendo adecuadamente el labio pulido para protegerlo de la pintura y se dan finas capas de aparejo blanco. Este es el paso previo imprescindible para tapar cualquier mínimo detalle y para dar agarre a las capas de pintura definitivas.

Vivir el proceso de pintado de tus propias llantas desde dentro, en la cabina, es todo un privilegio. Y también un arte. Entre movimientos muy estudiados, y con la dosis exacta de pintura pulverizada, el experto da la primera capa. Fina y uniforme, sin olvidar todos los recovecos. Toca esperar una media hora y volver a empezar para la segunda y definitiva capa.

Un buen trabajo de pintura no alcanza todo su esplendor sin un buen lacado. Esta capa final permite la protección de la pintura y añade ese extra de profundidad y brillo que solo tienen las llantas recién pintadas. Pero antes quitaremos las protecciones de las zonas pulidas a espejo, ya que estas también llevan su propia laca para no perder el brillo con el tiempo. Aquí el trabajo meticuloso es fundamental, ya que cualquier despiste puede dar lugar a que se “descuelge” la pintura y no se logre un acabado perfecto, lo que obligaría a repetir el proceso desde el principio.

Una vez terminado el proceso, cada llanta es revisada para asegurar un perfecto acabado. Ya solo queda montar el neumático con sumo cuidado y equilibrarlo. El coste final puede variar desde unos 80 euros por llanta, hasta más del doble en los casos más difícil de restaurar.

Las llantas de aleación son uno de los elementos estéticos favoritos a la hora de personalizar el coche, En nuestro caso el cambio entre el antes y el después es impresionante. Estrenar llantas recién restauradas quita años de encima a cualquier coche y más si son tan bonitas como unas Zender Siena. ¡Ahora a disfrutarlas y mantenerlas como es debido!