Artículos SoyMotor.com

El descalabro del coronavirus en la economía de la Fórmula 1

C. Rosaleny, M. Muñoz

12/03/2020 14:25

El avance de la crisis del coronavirus, que en las últimas horas ha pasado de epidemia a pandemia, pone en jaque la economía de la Fórmula 1. La categoría reina es un negocio internacional con una facturación de 2.000 millones de dólares, pero la posible cancelación de rondas del calendario amenaza con trastocar las finanzas de todas las partes implicadas.

Aunque éste es un deporte milmillonario, sus beneficios no lo son y su estabilidad económica pende siempre de un hilo. Los ingresos de 2019 fueron de 2.022 millones, pero los gastos escalaron hasta los 2.005 y el margen operativo se quedó en tan sólo 17 millones de dólares. Una cifra que se puede volatilizar rápidamente en caso de crisis.

Los derechos televisivos y el canon de los circuitos son el origen de la mayoría del dinero que percibe la Fórmula 1, pero ambos pagos se congelan –o como mínimo se reducen– en caso de que se cancelen Grandes Premios. No sólo repercute en las arcas de Liberty Media, sino también en las de los diez equipos que integran la parrilla, muchos de ellos al filo de la navaja. Un sólo Gran Premio sin canon significaría la volatilización de los beneficios de la Fórmula 1 con los presupuestos de 2019.

Los circuitos sólo están obligados a abonar el canon en caso de que celebren su carrera. En caso de cancelación, ya sea por decisión de la Fórmula 1 o por imposición gubernamental, los trazados quedan exentos de su compromiso económico y la Fórmula 1 no percibe ni un euro. Ante otras situaciones, como la disputa del Gran Premio a puerta cerrada, existen contratos entre organizadores y FOM que no contemplan este supuesto. Para la mayoría de organizadores supondría un descalabro financiero de primera magnitud, con lo que las acciones legales contra la FOM estarían prácticamente garantizadas, independientemente del resultado del pleito.

Es así cómo se entiende por qué se ha pospuesto el GP de China en vez de cancelarse, o por qué se ha intentado celebrar a toda costa el GP de Australia. El deporte está siempre al límite y no puede permitirse el lujo de renunciar a su calendario, porque hacerlo lo deja en una situación muy frágil.

De hecho, no es casualidad que las primeras palabras que pronunció Chase Carey en alusión a la crisis del coronavirus fueran en una conferencia con inversores de Wall Street. La Fórmula 1 es un deporte y un negocio al mismo tiempo.

El valor de la acción de la Fórmula 1 descendió en torno a un 7% en las primeras horas de la jornada de ayer. En los últimos 21 días, las pérdidas ascienden a un 38%. Es cierto que no es la única empresa cuyo valor se ha desplomado en este periodo, pero desde luego no pertenece al grupo de las indemnes y limitar las pérdidas es imperativo para su consejo de administración, máxime cuando se trata de una empresa adquirida a sus anteriores propietarios por 8.000 millones de dólares hace tan sólo tres años, dos de cuales se han traducido en ejercicios deficitarios para el Grupo.

En el hipotético caso de que se cancelara la primera parte de la temporada y el Mundial empezara en Europa en mayo, una posibilidad que ahora mismo no es tan descabellada, los equipos perderían una quinta parte del dinero que reciben de Liberty Media. Eso no sería un problema irresoluble para los grandes, pero sería un auténtico drama para formaciones como Haas o Williams.

La reacción del público general, los trabajadores de la Fórmula 1 y los opinadores del mundo ha sido unánime cuando se ha conocido el caso positivo por coronavirus en el equipo McLaren. Había que suspender el Gran Premio de Australia. Sin embargo, salvo contadas excepciones, las posturas de los protagonistas –todos conscientes de la gravedad del brote de COVID-19– eran mucho más relajadas hasta precisamente ese momento. El temor existía desde mucho antes, pero sin una evidencia clara y tajante, tomar una decisión radical era más complicado para la Fórmula 1 que para otros deportes que han movido sus fichas antes. Desgraciadamente para Liberty Media, para el deporte en general y para el mundo, a la Fórmula 1 le ha explotado el globo en las manos.