Pendientes de los consejos de administración, de Mercedes y Renault

22/05/2020 15:16

Ya lo dijimos hace unos días. El futuro de la Fórmula 1 se jugará en los Consejos de Administración de los grandes grupos implicados en la categoría. No, no serán Toto Wolff ni Cyril Abiteboul los que decidan, sino Ola Källenius y Luca de Meo –aunque este último aún deba tomar posesión de su puesto en Renault–. Y para ellos, la F1 es algo quizás ni siquiera secundario… algo que se puede extirpar si produce muchos quebraderos de cabeza.

Tengo la impresión de que en Stuttgart y París ni siquiera están pendientes de los esfuerzos que hace la F1 para rebajar costes, que sólo se fijarán en el problema de la F1 cuando sepan cuáles son sus recursos sobrantes y si estos son suficientes para mantener o, al menos, defender el rol que desean en el Gran Circo.

La prioridad de los Consejos y de los altos directivos es paliar los efectos de la crisis, reemprender el funcionamiento de las fábricas, salvar sus tocadas redes comerciales, reordenar sus costos, revisar el 'timing' de su reconversión tecnológica… y ver cómo responde el mercado a la reactivación.

El cronograma de la industria parece que no coincide con el de la F1. Ésta necesitaría una decisión en los próximos meses por parte de la cúpula de las grandes marcas motoristas sobre lo que harán como propietarias de un equipo o financiadoras, en el caso de Honda con Red Bull.

En el fondo, FIA, Liberty Media y los equipos conocen esta situación. De ahí que se aceleren las conversaciones para acabar de definir el techo presupuestario y el tema de las piezas de código abierto, la reducción de costos. El objetivo es que los grandes equipos puedan ofrecer a sus matrices un entorno económico atractivo, que el costo de la F1 para ellos sea algo residual, que el ahorro de borrarla de un plumazo no sea importante. Y, sobre todo, que no dañe su imagen en un momento en el que despidos masivos, cierra de fábricas y necesidad de recurrir a fondos públicos parece casi obligado.

Los pronósticos que se hicieron en su momento se quedaron cortos y Jean Todt contempla como posible –espera que poco probable– una parrilla con la pérdida de algún equipo. Hace unos años –no muchos– se discutió la posibilidad de obligar, al menos a los grandes equipos, a alinear un tercer coche.

Todo ello, además, en una situación de pérdida de ingresos por parte de la F1: tras el covid-19, muchos patrocinadores abandonarán la partida; los circuitos no podrán pagar sus cánones porque no podrán pensar en llenar sus gradas con más de 100.000 aficionados el domingo.

Reinventarse o morir. Ya no se trata de cambios organizativos, sino de una auténtica reestructuración total. ¿Han visto esos edificios que se derriban para construirlos de nuevo y de los que se conserva sólo la fachada? Pues más o menos eso es lo que hacen los rectores de la F1.