La era híbrida del Mundial de Rallies comienza con algunas sorpresas

Y si bien el Montecarlo no es propicio para extraer conclusiones —y mucho menos tras los primeros tramos disputados, aunque sean ocho tramos tan solo— pero existe mucha curiosidad por intentar adivinar por dónde van los tiros.

Puede hacerse -de hecho, debe hacerse porque lo merece- una loa del duelo entre los dos Sebastien, Loeb y Ogier. El hecho de que un ‘jubilado’ que retorna al servicio para un evento puntual —de momento sólo tiene firmado el Montecarlo— y de un ‘prejubilado’ voluntario— pues no hará toda la temporada- da para mucho. Pero estamos hablando de los dos pilotos que han dominado prácticamente las dos últimas décadas, 17 de los 18 últimos títulos,9 consecutivos para Loeb y otros 8, en ‘dos partes’ para Ogier, están en su poder; sólo Tanak, ya en ausencia de Loeb, logró romper la racha de Ogier.
 
Mi primera impresión es clara: ¡qué gran trabajo ha hecho Malcom Wilson!. La prestación de Loeb puede tener algo de personal. Pero teniendo en cuenta el tiempo que lleva ausente de los rallies mundiales —en 2020 sólo hizo dos rallies y el 2021 fue sabático— resulta excepcional, sobre todo si tenemos en cuenta que día más, día menos, le falta un mes para cumplir 48 años.

Lo de Loeb no puede hacerse sin un gran coche, aunque el hecho de salir atrás pueda haberle ayudado. El hecho de que Gus Greensmith haya logrado el primer ‘scratch’ mundial de su currículum avala esta percepción de que el Puma ha nacido muy bien.

Hay algo que conviene recordar. Cuando Wilson consiguió un apoyo extra de Ford —una marca cuya es la de estar, pero no a cualquier precio lo que algunas veces (casi todas) hace difícil ganar— y contó con Ogier, alcanzó dos títulos. Algo que le obligó a algunos sacrificios que el equipo debió ‘pagar’ en las siguientes temporadas. 
Para este año, de momento llega Red Bull y, sobre todo, Ford ha ayudado financieramente para poder hacer una transición tecnológica por la que Malcom apostó de forma clara. Y la apuesta no podía ser otra que el Puma, su coche más importante cara al mercado europeo.

Toyota está donde se esperaba. La marca japonesa acostumbra a trabajar bien. Puede ganar o no, pero estará siempre luchando para hacerlo. A nadie le ha sorprendo que Ogier esté peleando delante y también Elfyn Evans, el número uno del equipo este año ante la decisión del francés de competir sólo en pruebas seleccionadas.

Por el contrario, Hyundai parece haber llegado un tanto corta de preparación a este primer evento. Es cierto: desde Corea dudaron en si debían adherirse o no a la nueva reglamentación. Al final lo hicieron, pero un tanto tarde y, aunque Andrea Adamo ya había encargado trabajos preliminares sin saber si tendría ‘luz verde, al final da la impresión de que se trabajó un poco contrarreloj.

La inesperada salida de Adamo, sin que haya sustituto en su cargo de jefe de equipo también se deja notar. 

Hay que tener en cuenta que los actuales coches híbridos -más pesados, con peor aerodinámica, con cambio ‘secuencial por palanca’ en lugar de mandos al volante y, sobre todo, con la exigencia de gestionar el complicado sistema híbrido añaden dificultad tanto a la hora de poner a punto el coche como a la de pilotar. Puede que el ver a los dos pilotos más veteranos del campeonato -Loeb corrió su primer Mundial en 1999, concretamente debutó en el Catalunya- no sea precisamente una casualidad, sino que responda al dicho de que ‘la veteranía es un grado’.

Esta es una primera lectura… pero hay que esperar para ver si este primer panorama se mantiene en las dos etapas que siguen. Y cara al futuro, si Hyundai tiene capacidad de reacción y Wilson puede seguir adelante en el desarrollo del coche, A Toyota se le supone que sí.