Historias del Rally de Montecarlo: ganar con coche propio, la hazaña de Sydney Allard

Pero en Rallies… ¡parece casi imposible! Al menos a nivel internacional, porque tradicionalmente los rallies han estado reservados a coches derivados de serie. Una cosa es correr con un coche preparado por ti y otra que sea construido por ti.

Pero en el Montecarlo esto ha sucedido. Precisamente el mismo año en el que Stirling Moss acabó segundo, en 1952, cuando el Montecarlo era tremendamente popular y el Mundial no se había inventado todavía.

Sydney Allard era el constructor de los Allard, unos deportivos británicos que se ganaron en su día una gran reputación. Y entusiasta de las carreras.

En 1949 Allard tomó parte en el Rally de Montecarlo y aunque él quedó sólo 24º, sus tres otros pilotos le dieron el triunfo de marcas, lo que fue un gran espaldarazo. En 1950 repitió experiencia, acabando octavo… pero se presentó asimismo en las 24 Horas de Le Mans con un Allard K, acabando tercero junto a Tom Cole. Entre sus pilotos en Le Mans tuvo a los míticos Zora Arkus-Duntov y Carroll Shelby; el primero, padre de los Corvette y el segundo, de los AC Cobra y los Ford Mustang Shelby.

Sydney Allard disputó varios Montecarlo en su P1, un sedán deportivo de cinco plazas y dos puertas, utilizando motores Ford. En 1952, Allard, copilotado por Guy Warburton y Tom Lush, se impuso a Stirling Moss en el Montecarlo gracias a la prueba de regularidad.

Allard explicó que tras llegar a Montecarlo en lugar de descansar fue a reconocer la especial de 50 kilómetros de regularidad toda la tarde del viernes y el sábado hizo lo mismo. Había ideado un sistema.

"Habíamos instalado en los coches un instrumento de registro especial que en teoría mostraba cuando el coche mantenía su velocidad requerida de 45 kilómetros/hora, pero que resultaba inexacto debido al terrible patinado de las ruedas en las curvas cerradas cubiertas de hielo. Por lo tanto, desarrollamos un esquema para asignar un tiempo en el que el automóvil debía pasar cada piedra kilométrica y el navegante debía contar los segundos, de modo que el conductor pudiera ajustar su velocidad para pasar la piedra en el momento exacto indicado. Había unos setenta bornes alrededor del circuito, calcular el cronograma fue un trabajo bastante largo, y nos alegramos mucho cuando Stanley Sedgwick del Bentley Drivers' Club se ofreció a dibujarlo para nosotros mientras continuamos nuestras carreras de práctica", explicó el propio Sydney, en palabras recogidas en la página Allard Register.

Incluso ideó una ‘perrería’ que no llevó a cabo. "Durante la noche nos picó la curiosidad al ver a varios competidores haciendo sus propias marcas de identificación en árboles, postes, etc., y pensamos que sería muy divertido reproducir cada señal en un lugar diferente, ¡causando así cierta confusión! Sin embargo, no teníamos el tiempo ni las instalaciones para hacerlo, y en las primeras horas de la madrugada del domingo, cuando todo el equipo estaba seguro de que tenían una imagen mental del circuito completo, nos retiramos a la cama".

La sorpresa fue que amaneció el domingo lloviendo en Mónaco y con las carreteras de montaña nevadas. Un problema, no sólo porque muchas referencias que habían tomado no se veían sino porque la carretera patinaba mucho. Eso le costó quizás la victoria a Moss y pudo costársela a Allard. "La superficie de la carretera estaba extremadamente resbaladiza y en una curva cerrada patinamos contra un muro de piedra y doblamos gravemente una rueda delantera. No nos detuvimos y seguimos nuestro camino, sin saber exactamente cuánto daño se había causado y con la esperanza de que las conexiones de dirección no se separaran repentinamente en un momento inoportuno", continuó explicando.

A mediodía todos estaban en Mónaco pendiente de los resultados. Estos llegaron a la hora del té y pillaron a Allard saboreando la tradicional y obligada taza de té británica junto a su copiloto y a su esposa, Eleanor Allard y la hermana de ésta.

Eleanor no estaba allí para estar cerca de su marido; ella misma era piloto y había competido en ese Montecarlo con un Allard M, llevando de copiloto a su hermana. Eleanor tomó parte en varios Montecarlo.

A resultas de esta victoria, Allard lanzó una versión especial de su nuevo P2, denominada Montecarlo.