Gracias por dármelo todo, Adrián

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30 Ene 2021 - 09:10

Si hoy soy piloto de IndyCar, es porque Adrián Campos y Campos Racing vieron algo en mí. Ellos apostaron por mí cuando nadie más lo hizo. Me dieron la oportunidad de correr en monoplazas, algo que yo ni siquiera me había planteado porque sabía de sobras que no tenía el presupuesto para abrirme camino en un mundo tan caro. Esa oportunidad que Adrián y su hijo me dieron en su momento me ha permitido llegar hasta aquí, hasta Chip Ganassi, uno de los mejores equipos de Estados Unidos.

Hay momentos que uno tiene marcados en la memoria y que recuerda por mucho que pasen los años. En mi caso, eso es una clase de matemáticas de otoño de 2013. Sin ningún indicio que me hiciera sospechar algo, recibí un mensaje de WhatsApp de Adrián Campos Jr preguntándome por mi programa deportivo para la siguiente temporada y diciéndome que el equipo estaba interesado en que yo hiciera algo con ellos en los fórmulas.

Me quedé de piedra, porque ese mensaje trastocó todos mis planes. Puede que desde fuera parezca lógico y natural que un piloto de karting pase a los monoplazas, puede que incluso parezca fácil, pero os aseguro que no lo es. Es un mundo exageradamente caro y, si no tienes el dinero, no puedes permitírtelo. Yo no lo tenía y sabía cuál era mi situación, así que me contentaba con mi contrato de piloto de fábrica en el karting, que me permitía soñar con dedicarme profesionalmente a esto de las carreras.

Pero ese WhatsApp abrió un nuevo mundo de posibilidades. Lo siguiente fue apalabrar un encuentro para conocernos en persona. Vimos que la Eurofórmula Open visitaba el Circuit de Catalunya al cabo de un par de semanas para cerrar su temporada, así que mi padre y yo nos asomamos por el paddock. Nos acercamos al box de Campos y conocimos a todo el mundo, también a Adrián, que estaba en persona para supervisarlo todo. Fue la primera vez que nos vimos.

Quedamos en seguir hablando. Poco después, mi padre me llevó en coche –yo tenía 16 años… el carnet aún quedaba lejos– hasta Alzira para visitar la fábrica de Campos Racing y ver cómo trabajaban. Recuerdo que ambos quedamos impresionados. En el karting habíamos visto cosas muy buenas, pero eso era otro nivel. Ver la realidad de un equipo de monoplazas, ver las dimensiones de la sede y los recursos disponibles, imaginar que yo podía tener un sitio ahí, me pareció una perspectiva simplemente genial.

En diciembre hice el primer test con el coche de la Eurofórmula… y entonces lo tiramos todo para adelante. Adrián y su hijo me dijeron desde el primer momento que querían formarme, que querían que corriésemos juntos una temporada. Mi primera respuesta fue decirlos que eso no era posible, que yo no me lo podía permitir porque no tenía el dinero para correr a ese nivel, pero resultó que ellos ya lo sabían y que ya habían empezado a darle vueltas al asunto para ver cómo podían reunir el presupuesto.

No sé cómo se las ingeniaron, pero el caso es que lo consiguieron. Se pusieron manos a la obra y convencieron a los patrocinadores para que pusieran el dinero. Luis Pérez-Sala también estuvo muy involucrado en ese pequeño grupo de trabajo. Buscaron debajo de cada piedra y al final consiguieron que el Circuit de Catalunya me apoyara económicamente para correr en 2014.

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Debuté en los monoplazas en la Eurofórmula y desde ahí emprendí un viaje con Campos Racing que me llevó primero a la GP3 y después incluso fugazmente a la GP2-Fórmula 2. De toda esa trayectoria vital, me quedo sobre todo con las experiencias que vivimos en 2014 y 2015. Fueron dos años brutales. En la Eurofórmula disfrutamos como nunca y en la GP3 terminamos el año con una victoria en Abu Dabi. Lo disfruté mucho.

Todo el mundo que nos ha seguido sabe que también tuvimos que picar piedra. Lo pasamos mal en algún momento, porque el segundo año en la GP3 fue difícil. Las cosas no salieron como esperábamos y naturalmente no estábamos todos tan contentos, aunque igualmente conseguimos un podio y Adrián mantuvo siempre su confianza en mí.

Luego viajé a Japón para correr en la Fórmula 3, aunque aún pude volver a Europa para correr alguna carrera en la Fórmula 2. Hubo una en la que nos quedamos a seis vueltas del neumático de llevarnos la victoria. Más tarde corrí en las World Series, luego la Súper Fórmula japonesa, ahora Estados Unidos… y en cada paso del viaje me he sentido preparado, así que las cosas que Adrián me dijo durante aquellos años valieron la pena y dieron sus frutos.

Adrián irradiaba experiencia. Mucha gente se queda sólo con que corrió en la Fórmula 1, pero infravalora que ganó en Turismos cuando el Campeonato de España de Turismos estaba en su apogeo. O que con su humilde Minardi hizo cosas reseñables y sobrevivió a una Fórmula 1 muy peligrosa. Durante su vida en las carreras amasó una experiencia vital y eso te lo transmitía a ti, un humilde adolescente que apenas empieza a andar en este mundo.

Yo tenía 16 años cuando empecé a trabajar con él. Admito que al principio me costó un poco procesar todo el conocimiento que me transmitía, porque no estaba preparado para tal avalancha de información. Me decía algo de una carrera, algo de aquí, algo de allá… pero entonces pasa el tiempo y te acabas viendo en las mismas situaciones que él te ha descrito, y sabes reaccionar porque te ha contado qué tenías que hacer ante esas circunstancias. Como piloto, tener eso te da mucha tranquilidad y puede marcar la diferencia.

Los Campos me han ayudado un montón tanto dentro como fuera de la pista. De hecho, durante varios años tuve mi propia habitación en casa de Adrián Jr. Solía bajar a Valencia casi cada semana, ya fuera para trabajar en el simulador antes de un evento, para preparar un test o para estar con el equipo. Y siempre que llegaba a Valencia me acogían como a uno más de la familia. Es por eso que la noticia de esta semana no sólo me afecta a nivel profesional, sino que también es un golpe en lo personal por todo lo vivido.

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Es difícil decir qué vida tendría ahora de no haber sido porque me crucé con Adrián cuando yo era un adolescente, aunque supongo que no es difícil de imaginar. Quizá aún seguiría en el karting. Quizá habría intentado entrar en una universidad para vivir una vida laboral normal, en vez de tener el privilegio de dedicarme a algo tan especial como son las carreras.

La última vez que vi a Adrián fue hace algo más de un mes, en diciembre de 2020, en el circuito Ricardo Tormo de Cheste. Yo estaba haciendo de coach en un test de Fórmula 4 y nos pudimos poner al día. Él estaba muy contento de que todo me estuviera yendo tan bien en Estados Unidos.

Lo que más me apena es que no pueda estar con nosotros para ver y disfrutar del fruto de todo lo que él ha hecho posible.

Como jefe, siempre me apoyaba y siempre estaba dispuesto a hablar cuando lo necesitaba.

Le recordaré como si aún estuviera con nosotros. Para mí, su importancia o su influencia son las mismas que eran antes. Sigue siendo la persona que hizo posible que yo esté aquí. Sigue siendo la persona que apostó por mí. Siempre estaré agradecido a quien me dio la primera oportunidad, a quien me lo dio todo cuando yo no tenía nada.

Siento un gran aprecio por él y por su familia, y me llevo muchas cosas como ser humano de la parte del viaje que hemos compartido.

 

Alex Palou
IndyCar
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