Una nueva temporada de IndyCar, mi plan para Le Mans y los primeros meses como padre

En St Pete no encontré el ritmo. Tuve mala suerte en la clasificación porque me salió una bandera amarilla justo en mi vuelta rápida y ése es el motivo por el que no pude pasar al Fast 12. En condiciones normales, creo que podíamos estar entre los ocho más rápidos y entonces tu carrera es un poco distinta. En vez de eso, me quedé decimotercero y me tocó sufrir, pero estoy contento porque todavía pude sacar un buen resultado a base de alargar mis tandas un poco más que el resto y remontar en las paradas en boxes. Me da un poco de rabia, porque el año pasado ya fuimos octavos y pensábamos que habíamos dado con la tecla, pero no fue así. Pero vendrán días mejoras, así que a seguir trabajando.

Los motores Chevrolet han dado un paso adelante, o ésa es la sensación que se nos queda a todos en el cuerpo después de St Petersburg. Los cuatro primeros coches estaban motorizados por ellos. Yo aún me resisto a sacar conclusiones definitivas, pero da la sensación que han mejorado el consumo de combustible. No son mejores que los motores Honda, pero nos han atrapado y ahora quizá ya no tenemos esa ventaja que teníamos el año pasado, que podíamos dar una vuelta extra que nos era muy útil a nivel estratégico. Era cuestión de tiempo que esto pasase, así que no es ningún drama. Ahora estamos en igualdad de condiciones y no hay que perder de vista que St Pete es un circuito muy extraño. Estaríamos preocupados si esto lo hubiésemos visto en Indianápolis o un circuito rutero más convencional, como Road America, con rectas largas y pocos baches.

El equipo del coche número 10 es básicamente el mismo que el año pasado, lo cual es ideal porque nos conocemos todos y trabajamos muy bien juntos. Los únicos cambios son un mecánico y un ingeniero de simulación, además del más obvio de todos: la decoración roja y amarilla de DHL. Llevo uno de los patrocinios más icónicos de la IndyCar y eso me hace ser aún más ambicioso. Aun así, lo que me hace más feliz es que he recuperado a mi estratega Barry Wanser, que se perdió las últimas carreras de 2023 y la celebración del título porque se estaba tratando un cáncer. Todo ha salido bien y es genial tenerle en el equipo. Julian Robertson y Ricky Davis, que son mi ingeniero de pista y mi jefe de mecánicos respectivamente, siguen al pie del cañón. Así que las personas clave que tengo a mi alrededor son las mismas que en 2023 y eso me hace ser optimista.

En los otros coches de Chip Ganassi, sin embargo, sí que ha habido cambios. Scott Dixon sigue en el número 9, pero en el 11, que el año pasado tenía una alineación dual con Marcus Armstrong en los ruteros y Takuma Sato en los ovales, ahora tendremos a Armstrong a tiempo completo. En el número 8, donde teníamos a un Marcus Ericsson que era más veterano que yo en el equipo, ahora tendremos a un debutante prometedor como Linus Lundqvist. Y este año tendremos un quinto coche, el número 4, con otro ‘rookie’ que viene de la Resistencia: Kryffin Simpson.

Creo que este vaivén de pilotos nos puede ayudar a crecer aún más. No podemos poner en duda que, con Marcus, teníamos un equipo increíble, no sólo porque él tenía mucha experiencia y siempre nos enseñaba alguna cosa, sino porque nos permitía pelear por el Top 10 de forma sistemática con tres coches al mismo tiempo. Pero ahora hemos pasado a cinco coches y hemos sumado a mucha gente nueva, y eso nos aporta una nueva visión externa que nos hará mejores. A veces te acostumbras a las cosas, te acostumbras a los problemas que tienes y piensas que son normales, pero luego llega alguien de fuera que ha estado en otro coche y te abre la mente. Eso es justamente lo que hemos ganado con Linus, que viene de estar en Meyer Shank, que al final es un Andretti. Así que perdemos algo de experiencia con la salida de Marcus, pero ganamos nuevas perspectivas.

A título individual, creo que aún tengo margen para mejorar como piloto. Ganar una carrera en un oval corto es mi objetivo para esta temporada. El año pasado ya di un paso en esos circuitos, porque ahí están los podios de Iowa y de Texas –aunque este último es un Superspeedway–, pero aún no he ganado ninguna carrera en un oval. Ésa es mi gran tarea pendiente y me encantaría hacerlo este año, sin olvidar que no somos perfectos en el resto de pistas, porque ahí está la experiencia reciente de St Petersburg, y que, en última instancia, el gran objetivo de fondo sigue siendo ganar el campeonato y las 500 Millas de Indianápolis.

Tengo dos títulos y aún no he ganado la 500 Millas, pero no os equivoquéis: mi gran obsesión es el campeonato. Ya he ganado dos y hay que seguir ganando más. Tenemos todo lo necesario para hacerlo. Soy joven, estoy en un gran equipo y creo que puedo seguir ganando. Sólo depende de nosotros, de que sigamos siendo mejores que los otros equipos como colectivo y de que yo sea mejor que los otros pilotos. Es algo que me obsesiona. Me gusta la sensación de haber sido el mejor después de todo un año de trabajo. Las 500 Millas son la mayor carrera de nuestro calendario, la más importante de todas, pero a fin de cuentas son dos semanas o un mes de trabajo y puedes tener un golpe de suerte, para bien o para mal. Puestos a obsesionarme, me volveré loco por trabajar durante toda la temporada y asegurarme de ser el mejor. Sólo hay que ver Scott Dixon, que para mí es el mejor piloto, el que siempre está delante, y él sólo tiene una victoria en las 500 Millas en más de 20 años de IndyCar. Y yo no veo que esté demasiado preocupado por sólo tener una victoria. Todo el mundo sabe que tiene seis campeonatos y que es el mejor, y yo quiero eso.

LE MANS EN EL HORIZONTE

Este junio debutaré en las 24 Horas de Le Mans de la mano de Chip Ganassi, que se encarga de gestionar el equipo oficial de Cadillac. El coche ya lo conozco porque es el mismo que llevé en enero en las 24 Horas de Daytona, pero me hace mucha ilusión estrenarme en La Sarthe.

A nivel logístico, sin embargo, Le Mans será un auténtico infierno. La semana antes de las 24 Horas, que es cuando son los test, hay una carrera de IndyCar en Road America. Así que me subiré a un avión después de la carrera y me iré para Francia sin conocer el circuito ni nada. Mi trabajo será estar a la altura de mis compañeros, Earl Bamber y Alex Lynn, para ser el mejor tercer piloto que pueda. Tendré un par o tres de entrenamientos libres para ponerme al día de todo. Y en cuanto terminen las 24 Horas, directo a un avión para volar a Laguna Seca, que hay carrera en siete días. El principal motivo por el que he dicho de sí es porque es una gran oportunidad. Este año me ha surgido la opción y no podía decir que no, porque si esperas a que todo cuadre a la perfección no acabas haciendo nada.

PRIMEROS MESES DE PATERNIDAD

Os he contado muchas cosas, pero en el fondo lo que más me ha cambiado la vida ha sido el hecho de ser padre. Lucía nació a principios de diciembre de 2023 y estos meses han sido un aprendizaje constante para mí. Estoy muy feliz. Te cambia la vida por completo.

Mi trabajo es bastante frenético, pero en el fondo soy enormemente afortunado porque también me permite estar mucho en casa. En mi día a día suelo responder a correos o meterme en videoconferencias, pero esas cosas las puedo hacer sin dejar de lado a la pequeña. Y, cuando haya carrera, la idea es que Lucía viaje con nosotros siempre que sea posible, como ya hicimos en St Petersburg hace unos días. Me siento más feliz y eso también me hace tomarme mi trabajo con más ganas, porque ahora no sólo tengo que preocuparme de mí, sino que también tengo que velar por ella. Si llega el día que quiere ser piloto la ayudaré en lo que pueda. Quién sabe si tendré que adaptar un kart de cadete como hizo mi padre conmigo, aunque en el fondo preferiría que le gustase más el tenis o el golf, que traen muchos menos problemas. Y ahí una raqueta de oro te sirve para toda la vida, que en las carreras es un auténtico drama.