Wolff: "Que la suerte no es un factor en el éxito no es verdad"

Wolff sufrió una lesión, a raíz de la que tiene que llevar una placa metálica en el brazo izquierdo, un accidente que le costó que le llamasen de forma amistosa 'Totonator'. Christian, que así es su primer nombre, ve en la psicología uno de los puntos clave en el Gran Circo. No sólo a nivel de equipo, también en el contexto general del Campeonato.

"Tengo una relación especial con la psicología. Colaboro con varias ramas de la Universidad de Viena en el campo de la inteligencia artificial, reconocimiento facial y microexpresiones faciales. Así que la psicología juega un papel importante en mí y la aplico en mi forma de liderar un equipo de F1", ha admitido el austriaco en una entrevista para la web oficial de la categoría reina.

Precisamente es en el contexto general en el que más se debe vigilar: cualquier descuido puede provocar que una jauría de rivales te bombardeen fuera de la pista, con declaraciones. Con política, que de eso hay mucho en el Gran Circo.

"Todos se creen que son pequeños tiburones, pero lo que hacemos a nivel mundial es controlar un negocio medio. Me refiero en que se vende un acuario como un mar lleno de tiburones", ha afirmado Wolff.

Antes de dedicarse al mundo de los negocios, Wolff fue piloto. No tocó los monoplazas en su fase más profesional, sino que fue un habitual de los turismos y los GT's. Su mejor resultado lo consiguió en Dubai en 2006, cuando ganó las 24 horas inaugurales en el moderno Dubai Autodrome.

Fue uno de los cuatro pilotos enrolados en el BMW M3 E46 de Düller Motorsport. La diferencia en meta: más de diez vueltas con el segundo. Esa fue su última carrera registrada.

"¡Fue duro admitir que nunca sería uno de los mejores! Pero esa es una de mis fortalezas: ser honesto conmigo mismo y sobre lo que puedo o no puedo hacer. He encontrado un término medio entre competir y el mundo de los negocios y en ese aspecto el automovilismo es una buena base: entender lo que ocurre en el coche es una ventaja. Que no se me malinterprete: ¡mis experiencias nunca se han parecido a las que Hamilton o Bottas tienen!", ha revelado.

Ese amor por las carreras y la autocrítica le ha permitido seguir ligado a este mundo de la competición de otra forma que no sea a los mandos de un prototipo en los asfaltos más famosos del planeta. Los negocios forman parte de su vida actualmente y la presión es incluso mayor que la de los pilotos si cabe. Es otra forma de competir y le gusta.

"Todo en lo que estoy involucrado es una simbiosis: por un lado está mi amor por las carreras y por el otro, mis intereses en los negocios. La F1 es un deporte en el que los negocios son muy importantes. La belleza que tiene en sí es juntar ambas partes. Lo más complicado en la F1 es que vas a ser tan bueno como hagas en la última carrera, con lo que eso significa hacer informes 20 veces al año, mientras que empresas asentadas en el mercado mundial lo hacen cada cuatro años", ha comentado. "Eso es un desafio, pues en dos semanas puedes pasar de ser un héroe a no ser nada. Debes ser frío en este mundo", ha agregado.

Además de ser bueno, hay que tener suerte. Los éxitos cosechados por Mercedes no sólo dependen de Wolff y su forma de mandar en el equipo. Para él, la suerte ha influido mucho, pues se ha encontrado con el esfuerzo previo de Ross Brawn y el personal idóneo al tomar el testigo en la formación de Brackley. Previamente, Wolff estuvo en Williams, lugar en el que cree que tuvo suerte al formar parte del equipo cuando éste consiguió la última victoria en Barcelona en 2012.

"La suerte es importante. La suerte significa tener a las personas indicadas, abrir las puertas correctas y hacer todo esto en el momento indicado. Si alguien dice que la suerte no ha sido un factor en su éxito, eso no es verdad. Y ha sido un factor en mi vida, si hablamos de F1: estar al mismo nivel que Frank Williams de buenas a primeras, ganar una carrera en 2012 con el 'loco' de Pastor Maldonado y despertar interés en Mercedes. Eso ha sido una serie de buenos momentos. Por otro lado está el esfuerzo que Ross ya había iniciado en 2012, que tuvo impacto directo en el éxito de años venideros", ha proseguido.

Obviamente, en su posición, cuenta con cierta influencia. Wolff no considera que el poder sea su deseo, sino el éxito colectivo. El poder tiene fecha de caducidad y esa forma de ver la vida es lo que hace de Wolff un témpano de hielo: seguro anclado en el presente, sin echar las campanas al vuelo.

"El poder no significa nada para mí. Quiero que el equipo tenga éxito y vivir a la altura de las expectativas que tiene Mercedes. Si se puede influenciar, genial, pero tener poder como tal no significa nada para mí. Tener poder siempre está ligado a una posición en concreto. Si alguien un día lidera el equipo o es copropietario y yo vuelvo al mundo normal, entonces mi poder habrá terminado. Eso no sólo va por los jefes de equipos, también para los políticos", ha expresado para concluir.