El affaire Alpine-Piastri y los daños colaterales en las 'pirámides de formación'

Los franceses ya han hecho saber que exigirán el ‘reembolso’ de lo invertido en Oscar, especialmente el costo de los 3.500 km de ‘test’ con un coche del pasado año que ha hecho el australiano esta temporada. 

Recurriendo a la Alta Corte de Londres si es necesario, está por ver si litigando contra el piloto o contra su nuevo empleador, McLaren o bien contra ambos.

Esto es algo que pasa en el Mundo del Fútbol, que cuando un gran club profesional ficha a una promesa de un club modesto —aunque sea al finalizar el contrato o ficha — debe pagar una prima a este por los ‘derechos de formación’.

Pero estos detalles, con ser interesantes y tener su morbo, resultan insignificantes frente a los daños colaterales que el ‘affaire’ puede ocasionar en todos los programas de ‘pirámides de formación’. 

¿Para qué invertir millones en la formación de un piloto que en el momento de la verdad puede abandonarte e irse a la competencia? ¿Por qué mantener estos costosos programas cuando pocos de los apadrinados llegan a la F1?

Y ello trae una segunda parte del tema. ¿Podrán F2 y F3 sobrevivir sin el dinero procedente de los programas de formación de los equipos de F1? Incluso los mejores equipos de categorías por debajo de estas se benefician de estas pirámides de formación.

En el mejor de los caos, los contratos de formación con los pilotos serán mucho más duros y posiblemente el dinero disponible será menor. Y este no sería el menor escenario.

Tenemos el caso Alpine, claro. Pero en Red Bull también puede replantearse el tema. Formaron a Albon y han tenido que cederlo. De hecho, Red Bull lleva formados entre 85 y 100 pilotos y apenas una veintena han llegado a la F1. Para acompañar a Verstappen finalmente han tenido que fichar fuera. Y antes han tenido que ‘repescar’ a pilotos que habían dejado fuera para llenar sus asientos.

Esta es la parte sumergida del iceberg, la que sostiene la ahora visible, Piastri y Alpine. Seguro que todos los equipos van de estar pendientes del desenlace.

Pero en esta ecuación hay otra incógnita en juego. ¿Pueden los equipos renunciar a amarrar el talento emergente desde que se presenta? Se ha dicho muchas veces que el piloto, en la actualidad, cuenta menos, que lo importante es el coche. Es cierto, un soldado sin arma está vendido. Pero después hay los que le sacan el máximo partido al arma, los que no afinan demasiado la puntería o no exprimen toda su potencia. Y, por último, aquellos que habiendo agotado la munición, saben usar el arma todavía para defenderse y atacar, aunque sea usando la culata para golpear al rival.

En otras palabras, nadie cree que Latifi lograría las victorias de Max en un Red Bull. Y a la inversa. Quizás Max lograría puntuar regularmente a los mandos de un Williams, pero el podio sería fruta prohibida.

Como se ve, un tema clave cara al futuro y que requiere una fina reflexión. Y quizás la ‘solución’ no sea la misma para cada equipo.