Impresiones de los nuevos Hypercars del WEC a pie de pista

Arrastrando legañas en los ojos desde varias horas antes de que saliese el sol, el circuito de Portimao nos abrió las puertas con primaverales temperaturas y un amable recordatorio de que el día se haría muy largo sin crema solar. Sábado, día de clasificación en el WEC, el Mundial de Resistencia.

Después de casi desaparecer hace pocos años, el WEC brilla hoy en día con hasta siete marcas –oficiales y privadas combinadas– en su categoría reina: ya sean LMH –coches como Toyota, Ferrari, Peugeot, Vanwall y Glickenhaus que compiten exclusivamente en el WEC– o LMDH –prototipos que también pueden correr la IMSA, como es el caso de Porsche y Cadillac–. Y lo suyo era poder disfrutar a pie de pista de las diferentes formas, colores y ruidos de cada una de estas marcas.

Pude encontrar un asiento en la aclamada –por escueta– grada del lateral de la bajada de la curva 5, la bajada de la 'Torre Vip', un lugar clave de adelantamiento en carrera y que en sus años de Fórmula 1 llegaba tras una zona de DRS incluso.

UNA SENSACIÓN EN EL PECHO

En la clasificación de los GT –sólo los AM–, ya en los primeros minutos, se me fusionaron las sensaciones de emoción y tristeza. Emoción porque no hay nada como el deporte en directo, y sobre todo por ver tanto colorido en tantas marcas diferentes y con un rugir que, tristemente, es mayor que el de la Fórmula 1. 

Y de ahí la tristeza. Porque a pesar de que hemos asumido –y claudicado ante ello– que los coches de la categoría reina del automovilismo tienen que ser híbridos hace casi un decenio, cada recordatorio en circuito con un coche de Le Mans, un Fórmula 3, un DTM... o hasta un karting prácticamente, te recuerda como un golpe seco en la cara lo que nos estamos perdiendo.

Las batallas en pista, los colores y las formas de los monoplazas... son igual de importantes que el sonido. O menos. Puede que el sonido sea lo que más adrenalina y sensaciones de emoción traslade al aficionado. Y como es una situación que en Fórmula 1 no se puede cambiar... simplemente es triste. El saber que no vas a volver a sentir eso en una carrera del Gran Circo. Y dentro de poco, quizá en ninguna.

Después de saborear la combustión de los GT, llegó el turno de unos prototipos de LMP2 que todos suenan igual porque están estandarizados en busca de reducción de presupuesto. El ruido del petardeo del motor en reducción de marchas asusta. Lo sientes en el pecho. Te vibra algo por dentro. Es difícil de entender si no lo has vivido. Cada petardeo que emite el humilde motor de los LMP2, se te cierran los párpados de forma intuitiva, y no te queda más remedio que repetir parpadeos como si fuera la noche de San Juan o un fin de semana de fallas en Valencia.

DEJEN PASO A LOS MAYORES

Los Hypercar –me permitirán la expresión informal– son otro rollo. El señorial porte de estas naves espaciales te hace erguirte en señal involuntaria de respeto cuando les ves pasar por primera vez. Aunque, de nuevo tristemente, suenan menos que los LMP2. Y diferente, porque cinco de los siete participantes son híbridos, aunque afortunadamente para mí, al estar en una curva lenta, para Ferrari y Peugeot el impulso el eléctrico no se escucha hasta los 150 kilómetros/hora. Y en el caso de Toyota, hasta los 190. Así que en curva lenta ni se puede percibir.

Del Toyota tengo una sensación falseada por eso mismo, aunque suena muy elegante y fino. También se mueve así, y los tiempos les respaldan tras conseguir la Pole por más de un segundo de margen. El Ferrari es el que menos me ha gustado, demasiado agudo y plano. El Vanwall y el Glickenhaus no cuentan porque compiten con un motor V8 turbo sin hibridación. 

Del Peugeot poco puedo decir, porque sinceramente, ver un coche tan pequeño y sin alerón trasero te distrae tanto que ni puedes centrarse en su sonido. Al menos en una clasificación que sólo dura 15 minutos. El Cadillac es el más diferencial, y no sólo parece una nave espacial, sino que suena como tal, con un eco futurista que absorbe toda la atención a su paso.

Y qué decir del Porsche. La marca que más éxitos ha conseguido en la historia de Le Mans, aunque está siendo duramente castigada por el BoP y no parece que vayan a tener si quiera opciones de podio este fin de semana. No sólo es el coche más bonito estéticamente, sino que es el que más suena a 'carreras'... si eso tiene sentido. Grita, pero no desafina. Ruge, pero no retumba. Emociona, en definitiva.

Los resultados en pista dictaminarán cuánto habrá que retocar el BoP –aunque no hay planes para ello– antes de las 24 Horas de Le Mans, pero antes de que todo se opaque por la inevitable obsesión por los resultados... ¡qué bonito es el automovilismo y poder escucharlo en directo!