Infiniti Q50 EV: el sedan eléctrico de 2025

El exterior del modelo no resulta groseramente futurista, en el sentido de incomprensible para un coche de dentro de ocho años. Reconocemos a Infiniti en la falsa parrilla delantera y en las ópticas. Y vemos un coche que proyecta el futuro con sobriedad desde nuestro presente.

Preciosa y agresiva parte delantera, que no cae en el recurso de la planeidad pese a tratarse de un coche eléctrico, sino que juega con formas, ángulos, tomas de aire. Un único nervio lateral que remarca la cintura del coche nos lleva hasta la parte trasera, y enlaza con unos alargados faros, rematado en un alerón integrado en la carrocería. Y allí en la trasera, las líneas se suavizan, redondas, salvo por la parte inferior, que se remata en un interesante símil de difusor que nace de dos pilares centrales y abraza todo el espacio trasero.

El coche es objetivamente bello. Deportivo y elegante. Pero es en el interior donde encontramos la parte más futurista del concepto. El conductor se sienta en una especie de estructura individual rodeado de una consola, un poco como si fuera la cabina de un monoplaza, a los cuales nos recuerda también el volante, sobre el cual se despliega una pantalla con toda la información. Sin embargo, el pasajero puede girar totalmente su asiento y disfrutar de lo que Kannan llama 'ambiente lounge', o lo que es lo mismo, el salón del coche, para poder compartir el momento con los pasajeros.

Ignoramos si tendrá funciones autónomas, pero es de esperar que, dado el año para el que está pensado, disponga de ellas. Tampoco nos informa el diseñador de posibles potencias y autonomías. El Infiniti Q50 EV es sólo un ejercicio sobrio de diseño sobre el que imaginar un coche del futuro reciente. Nos gusta. ¿A ti no?.