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Este hombre está enfadado con la industria de la conducción autónoma

20/03/2020 17:35

Starsky Robotics era una empresa con un objetivo: crear el camión del mañana. Un camión autónomo que revolucionara el transporte de mercancías. Llegó a hacer pruebas en carretera abierta, pero al final todo se vino abajo. Ahora uno de sus fundadores se ha desahogado a través de las redes sociales: cree que la movilidad autónoma todavía es una utopía y que es cuestión de tiempo que los inversores pierdan el interés en ella.

Stefan Seltz-Axmacher anunció este jueves que Starsky Robotics echaba el cierre. El motivo, una recaudación de fondos infructuosa que les impedía seguir su trabajo tal y como tenían previsto. Atrás quedaban cinco años dedicados a la investigación y más de 22 millones de dólares invertidos en la creación de una tecnología que se pudiera exportar al resto del mercado. Como es natural, Seltz-Axmacher no estaba precisamente contento al comunicar esta noticia.

El visionario denuncia que las máquinas no pueden interpretar la realidad tan rápido como sería necesario para renunciar al factor humano. Asegura que la tecnología se ha estancado en los últimos años y que los pronósticos que eran válidos hace cinco años ya no lo son en el presente. Esto a pesar de que compañías como Tesla sí han efectuado con éxito demostraciones puntuales de su propia tecnología.

"La industria de la conducción autónoma tiene demasiados problemas como para que ahora yo me ponga a enumerarlos: el ritmo al que trabajan la mayoría de equipos, la falta de hitos de implantación tangibles, el secreto a voces de que no existe un modelo de negocio para el robotaxi…", ha dicho Seltz-Axmacher.

"Pero el mayor de todos es que el aprendizaje supervisado de las máquinas no cumple con las expectativas. No es una inteligencia artificial realista como la de C-3PO, sino una herramienta sofisticada que se dedica a enlazar patrones".

"En 2015 todo el mundo creía que sus hijos no necesitarían aprender a conducir. La inteligencia artificial avanzaba muy rápido: pasó de reconocer un gato a conseguir algo próximo a la conducción. Cinco años después, no hay ningún profesional de esto que prometa que la conducción autónoma está cerca. El consenso es que estamos al menos a diez años de los coches autónomos".

Otro problema al que se han enfrentado es retener el interés de sus inversores. Explica que muchos se cansaban cuando veían que el foco de su trabajo estaba en cuestiones poco emocionantes como la seguridad del vehículo.

"Las empresas de capital de riesgo comenzaron a darse cuenta a principios del año pasado que algo iba mal en la industria de la conducción autónoma. Han invertido mucho dinero, pero no han sacado nada", ha dicho en declaraciones a Automotive News.

"El problema es que la gente se entusiasma con cosas que pasan de forma puntual, como el test autónomo que hicimos. Nosotros no supimos hacer atractivo todo el trabajo de ingeniería que hacíamos relacionado a la seguridad. Ese tipo de ingeniería consiste en analizar tu producto para saber exactamente en qué condiciones fallará y cuán importantes serán esos fallos, y luego medir la frecuencia de esas condiciones. Eso es muy difícil. Es casi lo único que hicimos desde septiembre de 2017 hasta junio de 2019: nos dedicamos a documentar nuestro sistema, a desarrollar un back-up para la seguridad y a solucionar problemas a base de probar y probar".

"El problema es que todo ese trabajo es invisible. Los inversores imaginan que les mentirán cuando hablan con nosotros. ¿Cómo iban a creernos cuando les dijimos que aquel test autónomo que hicimos tenía una probabilidad de error de una entre un millón? Nuestros competidores invirtieron mucho en desarrollar otras funcionalidades, la capacidad para cambiar de carril o cosas así. Eso impresionaba a los inversores. No les importaba la diferencia entre algo que a veces funciona y algo que siempre es fiable sea trabajar 1000 en vez de 10".