CURIOSIDAD

El hombre que superó los 100 kilómetros/hora en el siglo XIX

José Miguel Vinuesa
01/05/2017 10:43

Superar retos, esa ha sido una constante en la historia de la humanidad. Una de las más obvias ha sido siempre la de la velocidad, la de lograr ser más rápido cada vez, y alcanzar nuevas cifras. Y hubo un hombre que se empeñó en marcar esos hitos: Camille Jenatzy.

Nació en Schaerbeek, Bélgica, en 1868. Su padre, Constant, era un fabricante de neumáticos de caucho, lo que era por entonces un gran avance en la tecnología para las ruedas. Le venía de familia querer dejar huella en el devenir de la historia. Y Camille, además de que acabar como piloto, estudió ingeniería, y la tecnología eléctrica de vehículos le interesaba sobremanera.

Sí, eléctricos. Ahora que Tesla y las demás compañías nos introducen estos modelos, ya en el siglo XIX y principios del XX era una forma de propulsión conocida y explotada. Así que Jenatzy, como un Elon Musk de su tiempo, creó una fábrica de producción de carruajes eléctricos: era la Compagnie Internationale des Transports.

El 'diablo rojo', por el color de su barba, sabía que la mejor publicidad era mostrar las bondades de sus productos. Era una lucha entre él y la compañía Jeantaud. Así que se enzarzaron en superar récords de velocidad. Si Jenatzy lograba marcar 66’66 kilómetros/hora, la Jeantaud, con el piloto Gaston de Chasseloup-Laubat, lo superaba.

Hasta que Jenatzy decidió construir un modelo dedicado únicamente a batir el récord de velocidad. Era la Jamais Contente, un vehículo eléctrico de forma aerodinámica cuyo nombre oficial era CITA nº25. Fabricado con aluminio, tungsteno y aluminio, con dos motores eléctricos de 67 caballos, con un peso de tonelada y media, y neumáticos especiales Michelin.

Sería un 29 de abril de 1899, en Achères, cerca de París, cuando el hombre superó con un coche los 100 kilómetros/hora por primera vez en la historia. Concretamente, la Jamais Contente consiguió marcar 105’882 kilómetros/hora. Una nueva marca, que no sería superada hasta 1902.

La escalada nunca se frenó, pero Jenatzy se dedicaba por entonces a carreras más comunes. Y era muy bueno, porque ganó la gran carrera de la época, la Gordon Benett. Sería en 1903 en Athy, Irlanda, a los mandos de un Mercedes.

Siempre dijo que un día moriría en uno de esos coches. Y su profecía se cumplió, pero no corriendo. Fue en un accidente de caza, cuando recibió una bala perdida. Mientras lo llevaban al hospital a bordo de un Mercedes, se desangró. Era un 8 de diciembre de 1913.

Su Jamais Contente, casi milagrosamente, se conservó durante todo el siglo XX, y hoy se expone en el museo del automóvil de Compiègne, al norte de Francia. Como símbolo admirable de superación y tecnología punta. Hoy, que ir a 100 kilómetros/hora te parece lento, piensa: esa velocidad se logró hace mucho tiempo. Y es muy rápido.