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El Bloodhound, el coche de los 1.600 km/h, frenado en seco por el coronavirus

27/03/2020 15:50

El Bloodhound LSR asume que es “muy probable” que no pueda batir el récord de velocidad mundial en tierra en el año 2021, en tanto que la crisis sanitaria derivada del coronavirus ha provocado que los patrocinadores dejen de invertir en la compañía. Aunque el proyecto sigue en marcha, entienden que ahora la prioridad es el Covid-19 y que es complicado reunir el dinero a tiempo para que todo avance según el calendario previsto.

El Bloodhound se encuentra en Inglaterra tras completar con éxito las primeras pruebas en Sudáfrica. Su programa de ensayos comenzó el 27 de octubre con un ensayo a 160 kilómetros/hora y culminará en algún momento indeterminado cuando alcance la velocidad objetivo de 1.600 kilómetros/hora. La escalada es progresiva para no poner en peligro ni al piloto ni al prototipo.

Después de su primer debut, el piloto Andy Green subió la dificultad del reto, primero acelerando hasta 305 kilómetros/hora en el segundo test y luego hasta 537 kilómetros/hora en el tercero, ambos celebrados el 29 de octubre de 2019. El equipo desplazado en el terreno ha reportado que el Bloodhound es sensible a los golpes de viento y que aún han de pulir los límites del freno.

El Bloodhound LSR se muestra ya en su versión definitiva, con sus ruedas de aluminio. Hasta ahora, los test se habían efectuado con neumáticos de caucho, pero estos no son aptos para las velocidades extremas previstas. Todavía con librea blanca, con pocos patrocinadores, pero con la máxima ilusión. Una ceremonia en la que estuvo presente Zamani Saul, 'premier' del gobierno provincial de Cabo Norte, la provincia sudafricana donde se encuentra el desierto en el que se ha habilitado la pista para los intentos.

De momento los primeros test tienen por objeto superar el límite de las 500 millas/hora –800 kilómetros/hora–, la mitad del objetivo previsto, y comprobar que el comportamiento del coche es el adecuado, así como la resistencia de los materiales. También que los cálculos extremos de tecnología, ingeniería y matemáticas.

Las pruebas iniciales no conciernen sólo a la capacidad de aceleración, sino también la deceleración. Las velocidades se van escalando progresivamente hasta que los ingenieros y el piloto, Andy Green, se muestran satisfechos. Entonces aumentarán progresivamente la velocidad, de 50 en 50 millas/hora.

Los datos de estos ensayos serán monitoreados exhaustivamente. Más de 190 sensores irán tomando datos y se compararán con los datos de las simulaciones en CFD. Sólo si los datos teóricos y los reales convergen y casan, se pasará a la fase superior.

El coche, en su configuración actual, no debería ser capaz de superar el récord. El motor, un propulsor a reacción idéntico a los que equipa el caza de combate Eurofighter, necesitará el apoyo de un motor de cohete para culminar el intento. Los datos proporcionarán un mapa de la resistencia al avance del Bloodhound que permitiría elegir el motor cohete adecuado para conseguir el empuje necesario.

"Teníamos que descubrir cómo de rápido podíamos logar que el motor alcanzara la máxima potencia y acelerar con el máximo calentamiento. Andy estuvo con el acelerador durante dos segundos para alcanzar los 200 millas/hora –322 kilómetros/hora– en ocho segundos. En Hakskeenpan, una pista de 10 millas –16 kilómetros–, podemos acelerar durante mucho más tiempo, alcanzar velocidades más altas e investigar la estabilidad, rendimiento y resistencia del automóvil. Son datos crucuales para conseguir un nuevo récord mundial de velocidad en tierra", apuntó Mark Chapman, director de ingeniería de Bloodhound LSR.