'Iceman', el piloto que no te dejaba frío y que hablaba con sus silencios

Kimi Räikkönen ha anunciado su adios a la Fórmula 1 casi al mismo tiempo que Valentino Rossi, otro hombre carismático e incombustible.

Son dos hombres de carácter opuesto. Hierático y aparentemente introvertido uno; extrovertido y casi histriónico otro. Kimi habla sin hablar y sin mover un músculo del rostro. 'VR46' no puede ocultar su temperamento latino, italiano. Ambos dejarán un tremendo hueco. Y una característica común en su vida fuera del paddock: les gusta compartir su vida con los amigos… aunque ambos son mucho más caseros desde que están con sus parejas.

No veo a Valentino fuera de las carreras. Su equipo estará en MotoGP y él se pasará a correr en GT, con programa de Le Mans incluido, tras haber vendido su famoso 'The Ranch'. No veo a Kimi dejando de correr, aunque sí fuera del paddock de la Fórmula 1…. un lugar que nunca le ha gustado, nunca se ha escondido de ello, pero que debía 'soportar' para hacer lo que le apasiona: correr. Pero correr en rallies, volver a las carreras de motonieve, practicar motocross, incluso quizás correr en alguna ocasión en GT con su amigo Toni Vilander, a quien apoyó para que siguiera corriendo, lo veo muy factible.

Räikkönen ha sido y es un talento natural. Algunos ingeieros afirman que siente el coche como nadie, que sus explicaciones sobre el comportamiento son muy buenas… pero que ofrecer una dirección a seguir, el camino para buscar solución, es harina de otro costal.

Aunque pueda parecer lo contrario, Kimi es uno de los pilotos que más ha sabido divertirse fuera del paddock. Ha hecho lo que a otros les está vetado, incluso competir en rallies miestras estaba activo en F1. Ha tenido un equipo de F3; ha tenido un equipo de motocross –una de sus pasiones–; lo ha practicado y ha competido en motonieve durante sus vacaciones invernales.

Sus fiestas, las saunas con los amigos y sus 'vodka parties' forman parte de su leyenda. Fletó un yate para el Gran Premio de Mónaco para que sus amigos siguieran la prueba… y en una ocasión, tras abandonar, fue directo al yate para estar con ellos y compartir copas y se disfrazó de oso con sus amigos en una fiesta típica finlandesa. O su boda espectacular, en un castillo, con la modelo Jenni Dahlman, matrimonio efímero. Pasando por sus fotos desperezándose mientras espera subir al coche o tomándose un helado, otra de sus pasiones, tranquilamente antes o después de pilotar y sus motos 'chopper' exclusivas que se mandaba hacer a medida por uno de los mejores especialistas en la materia.

Lo admito: me fascina tanto el piloto como el hombre fuera del paddock. Parece imposible que, sin recurrir al extenso uso de las redes sociales, Kimi haya sabido convertirse en en un icono.

No, Kimi no se va porque es la única forma de que Minttu Virtanen le permita conducir el Alfa Romeo Stelvio –sí, el del anuncio– sino porque cree que su hora ha llegado y se va desde el mismo lugar donde empezó: Hinwil, Sauber.

Peter Sauber lo vio correr en Fórmula Renault a finales del 2000 y lo fichó sin dudarlo. Kimi había sido campeón británico de la categória aquel año –siete victorias de diez, diez podios en total, siete Poles, seis vueltas rápidas– y ganó dos pruebas del Europa de la categoría.

Sauber poco le podía ofrecer, pero Ron Dennis quedó prendado de él y no dudó en ficharlo –pagando un traspaso al equipo suizo, que permitió a éste construir su espectacular túnel de viento– y con McLaren conseguiría la primera de sus 21 victorias en F1.

Su palmarés en F1 es espectacular: 344 Grandes Premios, hasta el momento, 21 victorias, 103 podios –casi una de cada tres carreras–, un título de campeón del mundo –el de 2007, aprovechando la batalla interna de Fernando Alonso y Lewis Hamilton en McLaren–, dos veces subcampeón, dos veces tercero del Campeonato. 19 años en activo en F1.

Vivió momentos complicados, como a finales de 2009, cuando Ferrari le comunicó que no iba a correr con ellos en 2010 pese a tener contrato porque necesitaban un hueco para Alonso y no querían prescindir de Felipe Massa tras el grave accidente de éste en Hungría, que le apartó de las pistas el resto de temporada.

Aparentemente ni se inmutó. Se dedicó a los rallies, la especialidad que todo piloto finlandés que se precie debe practicar un día y no de cualquier manera, sino en el Mundial. Que para ello hiciese falta crear equipo propio, no causó problemas. Y también hizo pinitos exploratorios en la Nascar

La F1, sin embargo, le faltaba. Aceptó retornar con Lotus, el equipo de Gerard López, que había comprado y rebautizado Renault en 2012. Ganó una carrera –Abu Dabi– e hizo otros seis podios, con lo que acabó tercero del Campeonato, toda una hazaña para un equipo privado y aunque en 2013 comenzó con una victoria en Australia, el equipo no pudo seguir el nivel de desarrollo de los rivales.

Ferrari volvió a llamarle en 2014. El ciclo Massa se había acabado y necesitaban alguien rápido, con experiencia y a quien no le importara ser compañero de Alonso. Kimi encontró un Ferrari en horas bajas: una victoria y siete podios en cuatro tempradas… y aceptó que la Scudería le desplazara a Alfa Romeo-Sauber en 2020 para dar oportunidad a Charles Leclerc.

De sus victorias destacaría la que obtuvo en 2005 con McLaren por delante de los dos Renault de Fisichella y Alonso, tras salir desde la 17ª posición de la parrilla. Por supuesto las dos de Lotus, especialmente la de Australia, donde arrancó desde la séptima plaza. Y la de Fuji 2007, bajó un tornado, que fue clave para alcanzar el título de aquel año, esquivando el coche de Alonso, que se estrelló delante de él.

Le echaré de menos. Por el personaje; sus silencios que son como gritos; su fino pilotaje, pura delicia… su cara de póker. Kimi siempre era 'aire fresco', algo muy distinto de la mayor parte de pilotos.