Historietas austríacas

Para muchos, esto en Zeltweg, quizás porque es la población más grande de la zona, quizás porque el primer GP de Austria se corrió en el aeródromo militar de Zeltweg, un trazado insulso en forma de L, con cuatro grandes rectas paralelas, dos ángulos rectos y dos cerrados ángulos de 180 grados, pero esto fue en 1964.

No fue hasta 1970 cuando se construyó el trazado permanente, denominado como Osterreichring -Circuito de Austria-. Encontró acomodo en Spielberg, justo la colina de enfrente el aeródromo, 6 kilómetros de trazado rapidísimo, que más tarde dio lugar a una versión recortada denominada A1 Ring, antes de que Red Bull lo comprara y remodelara ligeramente, para dar lugar a esta trazado actual, el Red Bull Ring.

El rapidísimo Osterreichring se enfilaba por la colina y el prado o campo interior, y llegaba a tener hierbas tan altas que, en alguna ocasión, si un coche se salía de pista quedaba oculto entre tanto hierbajo.

Fue en este circuito donde Roger Penske, el 'zorro plateado' o también el 'Ferrari de América', vivió el peor episodio de su vida, el accidente mortal de Marc Donahue, su piloto de siempre, su fetiche, en el warm-up de 1975. Y también una de sus mayores alegrías, cuando al año siguiente John Watson impuso su coche. Una victoria que le costó la barba al piloto británico, afeitado en la misma pista por sus mecánicos, fruto de la promesa realizada antes de la salida.

Aquel 1975 es quizás más recordado por muchos como la única victoria de Vittorio Brambilla en la Fórmula 1. 'Il Gorilla', como le llamaban, parecía danzar bajo la fuerte lluvia cuando los pilotos que habían abandonado pidieron que se detuviera la carrera -que ya había empezado con un notable retraso por el aguacero-. Cayó la bandera de cuadros tras antes de cumplirse 58 minutos de carrera, Brambilla levantó los brazos alborozado… y su March naranja, los colores de su patrocinador, Beta, partió en aquaplanning chocando contra las protecciones.

El hecho de que la carrera se detuviera antes de tiempo hizo que puntuara la mitad e impidió que Niki Lauda se proclamara campeón del mundo delante de los suyos. Le faltó medio punto para serlo.

Aquella carrera fue la de los 'retornos'. Rolf Stommelen volvió tras su accidente en Montjuic, aquel accidente que puso fin al a Fórmula 1 en la montaña mágica. La de Matra como motorista, cediendo un motor de los empleados en Resistencia. 

Algunos dicen que Austria ha marcado el fin de épocas. Por ejemplo, aquí fue donde Lotus anunció en 1982 que se pasaba al motro Renault Turbo. Aquel se considera como el final del a era Cosworth y el advenimiento del turbo, que entonces ya parecía que iba a ser clave. Renault, Ferrari y BMW ya los tenían, pero aquí los garajistas es pasaron en masa a la nueva tecnología. McLaren empezó a negociar con Porsche.

Una despedida muy especial, porque tres coches con motor Cosworth acabaron copando las tres primeras posiciones: Elio de Angelis de Lotus, Keke Rosberg de Williams y Jacques Laffite de Ligier-Matra. Por cierto, la de De Angelis fue una victoria agónica, por menos de cinco centésimas, después de que Keke recuperara su desventaja en los últimos giros, mientras uno tras otros los rapidísimos motores turbo iban cediendo.

Más recientemente, el pasado año, fue aquí donde se anunció que Ron Dennis se desvinculaba totalmente de McLaren y vendía sus acciones a sus otros dos socios, poniendo punto final a una guerra interna en McLaren cuyas secuelas se arrastran todavía hoy en las pistas.

Y la genta estará muy atenta a las dos primeras curvas, donde suelen producirse algunas 'melés'. Y si no se lo preguntan a Fernando Alonso, que el pasado año vio cómo Daniil Kvyat le tocaba por atrás y acababa tocando a Max Verstappen.

Fue un GP duro para los españoles. Sainz dijo que no se veía un cuarto año en Toro Rosso y Helmut Marko le reprendió: “No se muerde la mano a quien te da de comer”. Posiblemente Sainz estaba ya al tanto de todo el triángulo de amor y desamor entre McLaren, Honda, Renault y Toro Rosso/Red Bull.

Pero también dramatismo final como en 2016 cuando Lewis Hamilton y Nico Rosberg, los pilotos de Mercedes, se tocaron en el último giro. Lewis pudo seguir aunque perdió algo de tiempo, lo que no le impidió ganar. Rosberg, con el alerón delantero bajo el coche, fue muy lento y se vio superado por Max Verstappen y Kimi Räikkönen para acabar cuarto.