Hace 10 años me emocioné con el Epsilon Euskadi EE1

Lo han adivinado. En aquella edición tomaron parte dos coches españoles, primera y única participación de coches fabricados aquí porque en la anterior ocasión Pegaso renunció tras un accidente en los ensayos.

Joan me hizo la promesa de guardarme un sitio en el pequeño trazado leridano de Alcarrás –la actividad allí es preferentemente motard– donde había acudido a hacer el shakedown de aquel Epsilon Euskadi EE1 fruto de su tozudez y antesala del proyecto soñado de un F1 española. Aquel día fui el único periodista que, con lágrimas en los ojos, acarició el coche. Un pequeño sueño desde el día que, joven imberbe visitando el Salón de Barcelona me abracé al Campeador, aquel deportivo español con motor de Seat 1500 preparado a poco más de 100 caballos, con estética que me recordaba al Ford GT40 y pasé largas horas contemplándolo porque quería verlo en las carreras.

El coche se terminó contra viento y marea, alrededor de un motor Judd. El diseñador, John Travis, tenía experiencia, pero les dejó colgados y lo finalizó Sergio Riland, que había sido uno de los diseñadores reconocidos de F1, con ayuda de Aitor. El punto débil del coche era la caja de cambios que era de diseño propio ya ue John Travis quiso que el motor Judd V10 de 5.5 litros tuviera funciones portantes, en contra de lo que sucedía en todos los Grupo C privados.

El coche debutó en los 1.000 km de Barcelona –¡qué espera el Circuit para tener las Le Mans Series!– con Ángel Burgueño y Miguel Ángel de Castro como pilotos. Hubo muchos problemas y abandonaron.

Tras esta primera carrera se alinearon en Spa y en Silverstone, donde lograron sus primeros puntos al ser séptimos en LMP1 y undécimo absoluto.. Par Le Mans el equipo hizo un gran esfuerzo con dos coches, uno para pilotos españoles en el que Adrián Vallés refozarba a De Castro y Burgueño, y otro para Shinji Nakano, Stephan Johansson y Jean Marc Gounon, pilotos experimentados.

En Le Mans los coches cumplían, aunque no se clasificaron muy bien –por detrás de algunos LMP2–. En carrera, los problemas técnicos aparecieron. El coche de los pilotos españoles abandonó tras 8 horas de carera. El otro, justo a media carrera. En cualquier caso habían cumplido un hito, hoy casi olvidado, del automovilismo español.

Villadelprat siempre había creído que habría empresas españolas dispuestas a apoyar el proyecto, pero el coche corrió siempre de inmaculado negro. Esos apoyos nunca llegaron y el proyecto se acabó esa misma temporada sin poder continuar.

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