Más perjudicados que beneficiados

Kvyat, Sainz y Ricciardo: matar tres "toros" de un tiro

06/05/2016 09:38

El discurso de Helmut Marko quiere apaciguar a todos, pero no puede pretender que no leamos entre líneas. Lo que ha sufrido Daniil Kvyat es un castigo, se mire como se mire. El ruso ha sido degradado, ha caído del equipo A al B. El jefe de la estructura de Red Bull asegura que el piloto lo entiende y que la decisión se hace por su bien, para no dañar su carrera. Una extraña forma de restar presión a alguien que se ha equivocado y de trasladarla a otro.

El ruso ha sido castigado y relegado a un papel secundario. Marko establece así un nuevo orden jerárquico en el que Max Verstappen certifica que es la nueva apuesta de Red Bull. Kvyat es la víctima más evidente pero no es la única.

El "premio" para el joven holandés le pone por encima del castigado; por encima de su, ahora, excompañero; y también del nuevo. Marko asegura que esta decisión también se podría repetir con Carlos Sainz pero lo cierto es que cuando ha habido una oportunidad de ascenso, el elegido no ha sido el madrileño. Ya conocíamos que el español no era el favorito del programa de pilotos de Red Bull y con esta decisión queda más que patente. Si es una reprimenda temporal y tras Montmeló todo vuelve a la normalidad, hará aún más daño pensar que Sainz pudo haber pilotado un Red Bull en su carrera de casa.

¿Y Ricciardo? La presión con la que el equipo austriaco juega no deja ajeno a nadie, tampoco al que, hasta ahora, era el líder de los cuatro pilotos de la formación en Fórmula 1. El australiano, que acabó con menos puntos que Kvyat en 2015, ve cómo cambia de vecino de garaje en la quinta carrera de 2016. Si Verstappen iguala o supera su rendimiento puede considerarse tan víctima de esta decisión como lo son el ruso y Sainz.

Max sale ganando sí o sí. Kvyat y Sainz pierden, y Ricciardo verá como la presión sobre él se multiplica. Difícil forma de gestionar la frustración de un piloto y de premiar a otro que es muy dado a la insubordinación. La tormenta perfecta de Toro Rosso se ha desarrollo y es un huracán que ya está en Red Bull.