CURIOSIDAD

Maserati Bora: un deportivo caído en el olvido

José Miguel Vinuesa
27/04/2019 13:28

Vayamos a los años 70. Maserati no pasa por la mejor de sus épocas, de nuevo. Sus modelos de producción eran atractivos, pero el mercado estaba cambiando y económicamente era difícil para la marca luchar contra sus vecinos, Ferrari y Lamborghini. Hasta que en enero de 1968, Citroën se hizo con el control de la marca. Poco después, llegaría el primer modelo de producción con motor central trasero: el Maserati Bora.

Decíamos que la marca francesa Citroën se había hecho con el control, por medio de una joint venture, de Maserati. Una de las primeras consecuencias fue la llegada del Citroën SM, con motor V6 de Maserati, lanzado en 1970. Pero en la retaguardia se había iniciado un proyecto para volver a posicionar a la marca del tridente en la cúspide de los coches deportivos. Internamente se llamaba Tipo 117, pero su nombre comercial será el de un viento del Adriático: Bora.

Lamborghini acababa de sacar su impresionante Miura. De Tomaso tenía el Mangusta. Y Ferrari iba a presentar en breve el Dino, el primer modelo de producción con motor central trasero. Éste era el germen de los superdeportivos, y Maserati decidió entrar en el juego con fuerza. Para ello, encargó a Giorgietto Giugiario, dentro de Italdesign, el diseño del Bora. Y lo más sorprendente no eran sólo sus líneas modernas y atemporales, sino que se enfocó a la practicidad y uso diario, sin perder un ápice del carácter de superdeportivo que se exigía en el Bora: una pedalera que podía desplazarse, un volante telescópico para facilitar la entrada y salida, y sobre todo, un maletero digno en la parte delantera del coche. Y todo, manteniendo un coeficiente aerodinámico de sólo 0’30 cfx.

En octubre de 1968 el proyecto estaba lanzado y a mediados de 1969, las primeras unidades de prueba ya estaban rodando. El proyecto se retrasó ligeramente, pero en el Salón del Automóvil de Ginebra de 1971, Maserati presentaba el Bora, para admiración de todos los concurrentes. Inicialmente contaba con dos tipos de motor V8: uno de 4.7 litros y 310 caballos, y otro de 4.9 litros con 320 caballos, ambos unidos a una caja de cinco velocidades en posición transversal. Tanto el motor como la caja de cambios estaban ubicados en un subchasis, lo que mejoraba la rigidez torsional del coche.

Por desgracia, la crisis del petróleo de 1973, y la posterior crisis de Citroën en 1975 que motivó la liquidación de Maserati y su adquisición por De Tomaso en agosto de ese año, pusieron las cosas difíciles al Bora. Sin embargo, resistió hasta 1978, con una producción total de 564 unidades, 275 con motor de 4.9 litros y 289 con el de 4.7 litros. Sin embargo, una derivación del Bora, el Merak, nacido en 1972 aprovechando no sólo las claves de diseño del Bora, pues era también obra de Giugiario, sino también chasis y paneles. Era el hermano pequeño, con un motor V6 de 3.0 litros. Sin embargo, al ser un 2+2 muy utilizable, y ser menos costoso, su producción se mantuvo hasta 1983.

La clave del Bora no es su rareza, sino la importancia del proyecto para Maserati, que se lanzó a la lucha de los superdeportivos, creando algo realmente singular, con una estética diferente y pensado para ser utilizado a diario. De hecho, fue el mejor proyecto de la firma hasta su adquisición por parte del grupo Fiat en 1993. Hablamos de un coche exclusivo, que hoy en el mercado de ocasión no baja, para una unidad en buen estado, los 100.000 euros, y que ha llegado a alcanzar los 210.000 euros para una unidad de 4.9 litros en perfecto estado de conservación.