No creo en los milagros, pero...

30/11/2020 17:40

No soy creyente y no creo en los milagros, pero la RAE tiene una acepción muy interesante para definirlos: 'un hecho no explicable por las leyes naturales. Un suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa'. Es una definición certera y ajustada a lo que pasó este domingo.

Fue una cosa rara, porque los accidentes con fuego no son comunes en la Fórmula 1. Lo eran en los años 70, en el pasado, pero en tiempos recientes los incendios que hemos visto han sido por una rotura del motor o por un mal repostaje en boxes. Una bola de fuego como la de Baréin es una cosa rara.

Fue un suceso extraordinario, porque se juntaron todos los factores  que pueden derivar en un accidente grave: un golpe muy fuerte, una colocación extraña del coche, fuego… Esto es como un avión: los aviones no caen porque sí, sino por una acumulación de factores.

Y fue un suceso maravilloso, porque tuvo un final feliz. Romain no sólo sobrevivió, sino que prácticamente salió ileso. Me atrevería a decir que, si este accidente se repitiera, el piloto no siempre saldría airoso.

 

Existen muchos factores que explican que Grosjean haya salvado la vida.

El primero es el halo. Fue fundamental, el factor clave. Creo que ahora ya nadie puede atreverse a criticarlo, y eso que yo fui uno de los primeros que cargó contra él en 2018 porque sentía que era malo para el deporte. Entono el mea culpa. Si lo hubiésemos tenido antes, quizá Jules Bianchi y Maria de Villota aún estarían con nosotros. Si Romain hubiese tenido este accidente sin el halo, es muy probable que hubiese muerto.

Los test de impacto de la FIA, cada vez más exigentes, también le salvaron la vida. El coche impactó contra los guardarraíles a 212 kilómetros/hora, pero la célula de habitabilidad se mantuvo intacta.

Otro aliado importante fue el mono ignífugo. La FIA exige que pueda soportar temperaturas de 800ºC durante 11 segundos, pero Grosjean estuvo 27 segundos dentro de la bola de fuego. Hubo fragmentos que no resistieron, como los guantes, pero el mono ignífugo resistió y superó su prueba de estrés más dura.

Cuando nos dijeron que Romain estaba bien, me acordé de Roger Williamson y su accidente en Zandvoort 1973. Williamson pinchó, golpeó las protecciones y volcó, y el coche prendió en llamas. Pero los comisarios no iban vestidos con ropa ignífuga y no pudieron ayudarle. Su amigo David Purley detuvo su coche, corrió hasta el fuego e intentó darle la vuelta para rescatar a su amigo, que estaba gritando. Pero los bomberos tardaron demasiado y Williamson murió. No sé si un accidente como aquel tendría un resultado distinto en la actualidad, pero está claro que las medidas de seguridad son mayores y que la preparación de los comisarios también ha sido un factor importante para minimizar el riesgo de muerte en la Fórmula 1.

Otra clave fue el depósito de gasolina. El depósito del coche de Williamson era de aluminio, pero en la actualidad están hechos de kevlar y goma, y superan pruebas de impacto y de penetración. El fuego de ayer fue muy grande, pero no ardieron más de 4 o 5 litros de gasolina, la cantidad que había entre el depósito y el motor. Gracias a las continuas mejoras en seguridad, la mayoría de la gasolina no prendió.

Y otro factor igual de importante fue la suerte. Primero, porque pasó en la primera vuelta, cuando el coche médico estaba justo detrás del grupo. Segundo, porque Romain no se rompió nada ni quedó conmocionado. Si hubiesen tenido que ayudarle, si hubiese perdido la conciencia, es probable que ahora la historia fuese distinta.

Estoy convencido de que, cuando Ian Robertson y Alan van der Merwe llegaron al lugar de los hechos y vieron la bola de fuego, cuando vieron que el coche estaba partido y que el cockpit estaba incrustado, pensaron que Romain había muerto. Tuvieron que sentir un alivio enorme cuando le vieron salir de entre las llamas.

 

La realización de la FOM estuvo bien. Cortaron la imagen cuando ocurrió el accidente. Ya hemos visto en otras ocasiones que eso significa que ha pasado algo, pero entonces la FIA se comunicó con las televisiones para decir que Grosjean estaba bien y que estaba a salvo en el coche medicalizado. Luego pusieron las repeticiones, porque no había habido ninguna fatalidad. Convendrá que se estudien esas imágenes y que se analicen los restos del coche para evitar que en el futuro se vuelva a producir un accidente como éste.

Todo lo demás fue secundario. Vimos una nueva victoria de Hamilton, que jugó a la zanahoria y el palo con Verstappen en una carrera fácil para él. Vimos otra carrera horrible de Bottas, muy mediocre en el cuerpo a cuerpo en aire sucio.

Pérez estuvo impresionante y volvió a hacer méritos para seguir en la Fórmula 1 y conseguir un asiento en Red Bull. Albon estuvo bien y subió al podio, pero, a juzgar por su lenguaje gestual, no sé si ya le han dicho que no seguirá el año que viene.

Renault se equivocó con la estrategia. Tendrían que haber dejado que Ricciardo pasase a Ocon, pero tardaron, llegó Sainz y los pasó a los dos. Y Gasly volvió a brillar con AlphaTauri, como nos tiene acostumbrados.

El gran triunfador del fin de semana, con el permiso de Grosjean y Hamilton, fue McLaren. El equipo sumó muchos puntos y se puso tercero en el Mundial de Constructores.

Carlos hizo una carrera brutal. Remontó del 15º al 5º y le mandó a Ferrari el mensaje de que no aceptará ser el número dos. Su adelantamiento a Leclerc, la lucha que mantuvieron los que serán compañeros en Maranello a partir de 2021, fue uno de los mejores momentos del domingo.

Carlos me tiene desconcertado, porque aún no sé cómo calificarle. Está por encima de la media. A veces te puede hacer alguna pifia, como el accidente en la salida de Rusia, pero hay Grandes Premios en los que tiene destellos de piloto extraordinario. Si consigue que esos detalles sean más habituales y se encuentra un buen coche en Ferrari, puede que cambie la opinión de mucha gente.