Los Blues Brothers logran el cuarto título mundial

Vettel se hace las cuatro en raya y a este paso va a por los siete de Schumacher. El resto se come lo que queda

José M. Zapico
28/10/2013 11:01

Lo han hecho. Los Blues Brothers logran el cuarto título de pilotos y constructores consecutivos con un triunvirato formado por tres patas implacables: Horner, Vettel y Newey, padre, hijo y espíritu santo, la Santísima Trinidad de la F1. 

Si sus inicios
de año fueron titubeantes, su final, muy al estilo de la formación, ha sido arrollador

El más visible es Frigodedo, abanderado del grupo y hombre sobre el que pivota todo. Seb ha realizado la que probablemente sea su mejor temporada. Ha tenido un jaco imparable, que conseguía ventajas de más de dos segundos por vuelta a todos los demás en algunos momentos, pero que no empezó la temporada con todo garantizado. Si sus inicios de año fueron titubeantes, su final, muy al estilo de la formación, ha sido arrollador. Ya se ha visto en otras temporadas, especialmente en 2011, pero ésta no hace más que certificar que si Ferrari y McLaren eran los equipos de referencia a la hora de mejorar durante el transcurso del año, el RB que caiga en manos del rubiales es el coche a batir pase lo que pase. 

El de Heppenheim ha crecido, ha ido a más, y este 2013 no ha cometido apenas errores. Su pilotaje sin tacha ha mostrado el camino al resto, que apenas pueden más que agachar la cabeza y asumir lo que hay: un atosigante dominio absoluto. 

El Príncipe Azul tiene su mago Merlín. Para someterlos a todos necesitaba una espada como Excalibur, un arma definitiva, y la olla de Adrian Newey, que a veces se ha excedido con coches delicados, quebradizos o que volvía locos a los ingenieros que los ponían a punto, ha encontrado el equilibrio, la cuadratura del circulo. Su bólido es acusado una y otra vez de fullero pero si la FIA lo bendice... Siendo rápido, luego se hizo más rápido aún atacando directamente al uso de los Pirelli Mutantes; el resto de equipos podían haberlo hecho, pero no lo hicieron. Si Lotus y Ferrari empezaron el año estupendamente esta asignatura, aprobada con sobresaliente a la postre por los de la sopa energética, les acabó dando dolor de barriga con flojera de tripa intermitente a casi todos. 

La tercera pata de la mesa es precisamente la más discreta de todas y que queda con frecuencia en el olvido, pero es el lubricante que hace que todo funcione: Christian Horner.

El británico compró el cadavérico cuerpo malformado de la escudería Jaguar. Ford quería estar en la F1 pero nunca asumió el tema desde un ángulo excesivamente sólido. Nunca tuvo, por ejemplo, túnel de viento. Sus coches verdes alcanzaron un par de terceros puestos en cinco años y la marca decidió venderle los trastos a "esos austriacos, los de las motos, y las bicicletas... los de los refrescos". Horner manejaba hasta entonces una de las escuderías de referencia en la GP2, Arden, que ahora conduce su padre, aunque desde lejos Chris siga teniendo el ojo puesto. De buena familia y sin ahogos dinerarios participó abonando una parte de lo necesario para quedarse con el equipo. Lo gordo lo pusieron los austriacos a los que les hizo entender que para ganar un Mundial de Formula 1 es una tarea compleja, y requieres una serie de cosas para conseguirlo:
 
A.- Un equipo que funcione como un ballet
B.- Un coche que sea más rápido que ninguno
C.- Un piloto que corra como si lo persiguiera el diablo
D.- Un norte bien marcado, con planes a medio-largo plazo 
E.- La pasta para pagarlo todo, que no es poca
F.- (Y fundamental) Que en la suma ninguno de los factores se altere y funcione debidamente. 
 
Para lo primero pagan como nadie y se exigen resultados de manera firme, pero con mano de seda. Esto es tarea de Horner y toda la plantilla le aprecia. Es un buen jefe, listo al menos. Para que su coche sea el más rápido tiene tres o cuatro mimbres importantes: Newey, un túnel de viento muy avanzado, y atacan directamente la normativa buscando de manera imaginativa soluciones que salten por encima de él. Lo pintoresco no es que rocen la legalidad, sino la de inventos que la FIA les ha quitado porque iba contra la norma. Van por delante en todo. 

Del piloto ya hemos hablado y son sabedores de que "sólo puede quedar uno". Aunque digan 'de boquilla' que sus chicos pueden luchar entre ellos, es evidente que sus atenciones van a parar al mismo, curiosamente el único Campeón del Mundo que ha salido de su programa de jóvenes pilotos. El año que viene y por primera vez desde 2005, todos sus chaveas habrán salido de él. Webbo ha sido El Último Pasajero comprado a golpe de talonario. 

Newey no ponía coches en pista para correr, sino para experimentar con ellos

Su norte a medio-largo plazo quedó expuesto cuando tras varios intentos. Sebas se quedó a las puertas de recabar su primer título el año en que luchó contra los imbatibles Brawn a bordo de un coche que se rompía a cada poco a pesar de su enorme potencial en lo tocante a la velocidad. Eran versiones beta de sus posteriores diseños. Newey no ponía coches en pista para correr, sino para experimentar con ellos. 

Money. Red Bull se pule el 25% de sus beneficios en promocionar su producto. De ahí salen unos vídeos fenomenales de tíos que se tiran en bici por el Gran Cañón del Colorado, un astronauta con ínfulas suicidas... o coches de carreras corriendo por donde no deberían. El Tibet, playas caribeñas, lagos helados, circuitos sin asfalto rodeados de John Waynes a caballo... Si hay alguien que se saca partido a esto de la promoción estos son los de Red Bull. Es una pena que no vendan coches, porque la gente joven se los quitaría de las manos. Red Bull vende más desde que está en la F1, pero mucho más desde que Vettel gana. No gasta dinero en las carreras, sino que invierte pasta en vender su producto. Es lo mismo, visto de otra manera. El flujo de manteca seguirá, y si Horner pide más, seguramente se la darán. 

En RBR saben que una de las razones que más valor aportan a la trayectoria de una formación es la continuidad. El dúo Vettel-Webber ha funcionado como pareja-de-hecho durante cinco temporadas, y esto y la salida de Peter Prodromou -mano derecha de Newey- son prácticamente los únicos cambios mayores que se han visto en años. El tenerse todos la medida pillá es una de las claves para que los planes salgan. Un detalle: cuando la formación vuelve a Milton-Keynes con un título en la maleta, hasta la señora de la limpieza pilla un pellizco en metálico de los premios. Por eso, si un día le pidieran que empujase uno de los trailers... lo haría. 

Sebas Vettel parece que vive dentro de una administración de lotería y tiene mano con el tío que le da las vueltas al bombo, porque lleva abonado cuatro años, más de mil días, y a ganarlo todo. Si el motor Renault acaba funcionando en 2014 al nivel del resto, éste tienen todos los mimbres para recabar el quinto título (y en este momento Schumacher levanta las cejas, abre los ojos, y aprieta el mentón mostrando sus piños).