98 Octanos

Sainz, el 'tapado' de Red Bull

25/07/2016 10:37

Mientras Max Verstappen y Fernando Alonso le restaban proyección mediática, Carlos Sainz ha ido creciendo y hoy es un piloto respetado y, si me lo permiten, codiciado. Aunque en F1 el talento no es patente de corso, diría que 'Carletes' se ha ganado ya una larga y fructífera carrera en la categoría reina.

Al iniciarse la temporada estuve en una tertulia de aficionados. Estaban desesperados porque el McLaren-Honda no corría y veían un nuevo año negro (o en blanco, que es lo mismo) de 'su' Fernando Alonso. Se preguntaban qué interés iba a tener para ellos la F1.

"Este año, la afición debe fijarse en Carlos Sainz. Va a ser el año de Carlos", les dije.  Y a fe mía que lo está siendo. Y hace menos de un mes se hablaba del probable interés de Ferrari en él o el de Renault.  Algunas veces la Luna eclipsa el Sol, pero es algo pasajero: el astro rey acaba brillando. Y eso es lo que Sainz está comenzando a hacer.

En Hungría llevó por octava vez el Toro Rosso a los puntos. Un octavo que es el segundo tras los inaccesibles. Lleva ya acumulados 30 puntos y eso le permite estar entre los 'top ten' del Mundial y por delante de Fernando. Y eso que el motor Ferrari que lleva, especificaciones del pasado año, no ayuda mucho a ello; resulta anémico comparado con los actuales, incluido el Renault y tengo mis dudas de cómo está con respecto al Honda, posiblemente muy parejo.

 

VELOCIDAD PUNTA RIDÍCULA

Las cifras no mienten. La velocidad máxima del Toro Rosso de Carlos era ridícula, sólo 308'7 km/h, la peor marca, siete kilómetros por hora menos que cualquier otro participante; diez menos que su compañero Kvyat y ¡17 km/h menos que el Manor de Werhlein!. Sólo al final del segundo sector, el más lento de todos, no estaba a fondo de la tabla de velocidades. Y, aunque quizás no de forma tan escandalosa, esta es una tónica que se está repitiendo en los últimos GP.

Es posible que Carlos eligiera ir con más carga que Kvyat. Que sacrificara punta por paso por curva. Pero la diferencia es abismal y da a su octavo puesto valor añadido: el de un piloto con ritmo constante y demoledor.

Sin embargo, mientras las actuaciones –meritorias, excepcionales, sí- de Fernando son ensalzadas, las prestaciones de Carlos continúan siendo tratadas un poco en segundo plano.

 

ECLIPSADO POR DOS ESTRELLAS

Sainz, copado entre el fulgor mediático de uno de los veteranos del Mundial, Fernando Alonso, y el de la estrella naciente, Max Verstappen, se las ha ingeniado para sobrevivir a este doble 'oscurantismo' mediático, como si fuera simple invitado de relleno. Pero a la chita callando ya toda la F1 sabe que está allí.

Carlos ha tenido que superar primero el 'telón' de Max Verstappen, estrella naciente y, sin duda, futuro campeón. Incluso en el seno del equipo, sobre todo el pasado año, el madrileño parecía eclipsado por el astro holandés pese a que sus prestaciones estaban a la misma altura. Quizás contribuyó a ello que la 'mala suerte' del equipo, los errores y problemas, las elecciones tácticas, se acumularan en su contra.

Obnubilados por Max, que acaparaba la atención de medios y aficionados, Carlos era al final la coletilla. Es cierto, la prensa española se indignaba con el equipo pero la rigidez del papel y sus líneas estipuladas no siempre permitían darle al hijo del 'Matador' el espacio que merecía.

Y en España, la magia de Fernando, la rabia producida por el que es considerado por la afición como 'el mejor piloto del mundo' ve aniquiladas sus esperanzas de títulos por un McLaren-Honda anémico de caballos y falto de musculatura aerodinámica –cuando todos soñaban con el retorno de la asociación imbatible de los años de Prost y Senna- ha hecho que las prestaciones de Carlos queden las más de las veces en un segundo plano.

La impotencia y amargura por ver a Fernando tan lejos de donde merece hace que el menor resultado de éste sea ensalzado y cualquier problema del McLaren acapare titulares y espacio.

 

OBJETIVO RED BULL

A principios de temporada Carlos Sainz dijo que se veía "en un equipo grande dentro de dos años". El madrileño está sentando las bases para ello. La prensa británica, la más entendida del Mundial, ya se está dando cuenta de ello; las mejores plumas internacionales también. Y el paddock hace lo mismo.

Sainz ha repetido hasta la saciedad otra cosa: "quiero ser piloto de Red Bull", llegar a campeón con Red Bull. Y ya en el clan austríaco, que hará dos años por estas fechas –cuando ficharon a Verstappen- estaba dispuesto a sacrificarlo (como hicieron con Jaime Alguersuari y Sebastian Buemi en beneficio de Ricciardo) son conscientes del error que hubieran cometido.

Las alabanzas, que las hay, no son ni lo constantes ni lo encendidas que deberían ser. Saben perfectamente que lo repescaron sólo cuando la marcha de Vettel a Ferrari les dejó un hueco por cubrir.

Quizás esta situación incluso pueda tener su parte positiva. Carlos puede ir a lo suyo, libre de otras presiones. Recuerdo que cuando ascendió a F1 y tras las primeras carreras hable con 'Senior' (Carlos Sainz padre) y le expresé mi preocupación por el exceso de presión que parte de la afición quería depositar en él, sobre todo tras su debut en los puntos. He vivido demasiadas veces que el ansia y las prisas llevan a quemar muchas promesas antes de que se hayan concretado.

El desvío de la atención mediática a Max y Fernando le ha permitido madurar por sí mismo. Y la F1 ha acabado descubriendo que tiene un gran piloto, buen clasificador, de ritmo importante en carrera, valor seguro. Sus acciones, incluso las audaces, quizás no tienen la espectacularidad de Verstappen; tampoco el descaro del holandés. Pero son sumamente eficaces. De momento, en las 11 primeras carreras del año, Carlos acumula cuatro puntos más que Verstappen el año pasado a estas alturas. De acuerdo, no son situaciones 100% equiparables, pero los datos están ahí. Y también la superioridad frente a Kvyat, el otro Toro Rosso en pista, el mismo piloto que batió a Ricciardo en puntos la temporada pasada.

Así que Carlos sigue andando su camino. Ha superado la criba. Lo mejor está por llegar.