No todo al rojo

Por la Fórmula 1 sin la Fórmula 1

28/02/2016 19:19

Siempre hay voces negativas y otras nostálgicas que cargan contra la Fórmula 1 que nos toca vivir. Se criticaron los alardes tecnológicos de los 90, el monopolio de Michael Schumacher con Ferrari y el de Sebastian Vettel con Red Bull, la excesiva importancia de la aerodinámica o de los neumáticos. Pero sin riesgo a caer en el negativismo y la nostalgia, se puede decir que la Fórmula 1 se encuentra en una etapa determinante que puede hacerla renacer o hundirse por completo.

Esta crisis en la que se lleva adentrando el Gran Circo durante los últimos años tiene su génesis en las ideas de muchos que han intentado mejorar el deporte sin tener en cuenta la propia categoría. Un error muy común que se repite en muchos ámbitos. Se recurre a antiguas soluciones, a copiar a otros deportes o a imponer criterios sin estudio ni reflexión. 

Llegamos a 2016 con críticas a un sistema de competición que, para muchos, está distorsionado en busca de una mayor vistosidad y espectáculo; con una reglamentación técnica y tecnológica que cambia de forma errática para frenar la supremacía de unos en favor de todos, aunque al final sólo se benefician unos pocos; y con el ocaso cercano de una generación de pilotos que no parece tener un recambio claro. Y todo unido a un erróneo enfoque publicitario y comercial de Ecclestone, anclado en la receta con la que triunfó en el pasado siglo.

En la última década se ha jugado con diferentes sistemas de clasificación, con la introducción de varios sistemas para facilitar las maniobras de adelantamiento y con la vida útil de los neumáticos. Lo cierto es que todo ello ha dado sus frutos y la sensación de alternativas durante las carreras ha aumentado, pero de una forma más bien artificial. Pocas veces vemos que las luchas se producen por las habilidades de los pilotos ya que estos ingenios potencian las bondades de los mejores coches y apenas corrigen las deficiencias de los peores.

Los reglamentos técnicos y deportivos han mejorado, y mucho, en materia de seguridad durante los últimos años, pero por lo demás dejan mucho que desear. En ciertos aspectos están anclados a una tradición a la que intentan rendir pleitesía al mismo tiempo que la traicionan. Reglas que dejan muchas decisiones en manos de la arbitrariedad de los comisarios deportivos y que llegan a distorsionar la competición.

Parece que llegaron ayer, que son unos niños, pero Vettel, Hamilton, y, sobre todo, Alonso, Button y Kimi, ya tienen unas cuantas temporadas en sus mochilas. Los cinco campeones (y alguno más) ya empiezan a ver más o menos cerca su retirada de la F1. Es cierto que llegan más pilotos cada año, pero no da la sensación de tengan ese "algo especial" que tienen los que conforman el grupo actual de favoritos. Se señala a Max Verstappen y se espera a otros como Stoffel Vandoorne, a la espera de un relevo generacional que se produce a cámara lenta y sin garantías.

Parece, y lo es, un texto bastante negativo, pero no quiero cerrarlo sin una pizca de optimismo que puede dar un vuelco a lo que ahora es la F1. 2016 va a ser un año similar a 2015 en muchos aspectos, pero dará pistas de lo que puede llegar en 2017. Esta temporada nos puede defraudar y, al mismo tiempo, ilusionar. Dentro de 12 meses habrá coches casi nuevos por completo, la parrilla se renovará y, ojalá, todo ello venga unido de decisiones reposadas para que los reglamentos y todo lo que rodea a la Fórmula 1 remen en el mismo sentido. Así espero que sea, que se acuerden de que para estar con la F1 hay que ser F1, vivirla y sentirla. Siempre por la F1 y con la F1.