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Alonso, 2017

Ignacio López Albero
13/10/2015 10:24

Mirada perdida oteando un horizonte que nunca él hubiera trazado. Lágrimas caían con furia del gris cielo brasileño. A lo lejos, el Cristo del Corcovado era testigo de la casi hazaña del hombre con mono rojo y casco azul. Ese mismo que se bajó de su máquina italiana en el parque cerrado y durante un espacio de doce segundos dejó una imagen para la historia de la Fórmula 1. Visera levantada para descubrir la mirada de un héroe. Una mezcla de orgullo y frustración aclimataban su mirada. Inmóvil, el  tiempo se detuvo y supo que todo había llegado a su fin. 

 

'Bravo' le cantaba alguien de Ferrari. Vettel se abrazaba con Schumacher. Y Alonso, pensaba en todo y nada. En lo que podía haber sido. En un año de remontada con un Ferrari que sudaba sangre para pelear con Red Bull. En un tricampeonato que, una vez más, se quedaba a centímetros de sus manos. Y, por qué no, divagando con un futuro donde éste llegaría. 25 de noviembre de 2012. 

Rozando los tres años desde que aquello sucedió, la vida ha cambiado drásticamente para Fernando Alonso. Parece que el tiempo ha jugado a ser más lento. Destellos de magia varios, con máquinas imposibles de adoctrinar hacia la bandera a cuadros con excesiva dignidad. Valores, elogios y aclamaciones hacia su talento han sobrado, pero estos no llenan su museo en Oviedo. 

9 de octubre de 2015. Mecánicos vestidos de blanco inmaculado con bordes negros en sudaderas de McLaren Honda rodean a su piloto. Lucen bandanas al estilo 'samurái' y posan para una foto donde las sonrisas no se estiran todo lo que deseaban. Celebran que Fernando Alonso cumple 250 Grandes Premios en la Fórmula 1. 250 lugares en los que ha despertado la ilusión dormida de los españoles con la F1. 250 momentos que, en su más y en sus menos, son imposibles de olvidar. 

La fiesta era un desfile de sonrisas forzadas. Como el aniversario de una empresa al borde del abismo. Poco que celebrar y mucho que arreglar. McLaren Honda era la escudería elegida para impulsar sus sueños finales en Fórmula 1. Dicen que el primer amor no se olvida. Alonso nunca quitó de su cabeza ese geométrico kart que su padre pintó con los colores de la leyenda británico-japonesa.

"No creo que llegue a los 300 Grandes Premios". Esa es la frase más actual del bicampeón. Lo que significa, tirando de matemática barata, que su carrera tocará a su fin en 2017. Cuatro carreras restan de un aciago 2015. Cuarenta, si todo marcha según los planes de Mr. Ecclestone, entre 2016 y 2017, hacen de 296 en total. Por lo que, podemos hablar de: Alonso, 2017.

Dos años para intentar completar ese hueco que le falta en su estantería de Mundiales y así lograr el equilibrio perfecto que forma un trípode. Pero, ¿es posible pensar que eso sucederá en 2016? No aseveraré categóricamente, pero parece una quimera. La esperanza está puesta en 2017. Presumiblemente, su año final en Fórmula 1. Cambio de normativa que esboza muecas energéticas en el semblante tenso de Eric Boullier. Se relame pensando en esa temporada. Él, y todo el equipo McLaren Honda. Él, y Fernando Alonso. 

Un motor Honda dejando atrás su acné juvenil, sumado a la llegada de una aerodinámica más agresiva son su esperanza. La ilusión de una escudería acostumbrada a ganar. Y es que, quizá en esa mirada, se dibujó levantando los brazos con los colores McLaren Honda. Tal vez Interlagos le guardé un final feliz en su libro de recuerdos futuros. Tal vez un día de noviembre en 2017…