Sainz, la conversión de un buen piloto en líder

14/08/2019 17:00

Quizás muchos no hayamos valorado suficientemente el salto que Carlos ha dado este año. Como piloto, sí; a la vista están los resultados. Pero sobre todo al asumir un rol, el de líder de un equipo, que es el único camino no ya para ganar carreras sino para un día poder aspirar a ser campeón. El echarse a la espalda la responsabilidad de tirar del equipo es grande y no todos lo consiguen. No sólo se necesita talento en la pista, sino también inteligencia fuera de ella. No sólo pisar el acelerador, sino catalizar los sueños y ambiciones de todos los que trabajan contigo.

¿Exageraciones? Me remito a lo que recientemente dijo Pedro de la Rosa: "Ahora Sainz está en el equipo justo, que está en el camino justo, el mejor del resto". No es por casualidad que en un ranking de méritocracia tan importante como el que ofrece la revista Autosport, Carlos está en tercer lugar sólo superado por Max y Lewis, tanto a criterio de los redactores como de los aficionados. Y por si fuera poco, Edd Straw, en F1 Racing, lo pone por las nubes.

La verdad es que muchos no acabamos de entender la razón por la cual primero los austríacos accedieron a cederle a Renault. Pudo quizá ser parte del ‘pago’ por la ruptura. Una ruptura que no fue como la mayoría en casa Red Bull, cuya fama de 'apisonadora de pilotos' tiene bases sólidas. En el caso de Carlos, sabían que él tenía ambiciones de crecimiento, y ellos no podían darle esa oportunidad con los asientos de Red Bull ocupados por Ricciardo y Verstappen. Accedieron a dejarle ir a Renault cedido, pero –y aquí viene la 'venganza'– quedarse su contrato no fue una herramienta para retener el piloto en sus filas, sino sólo para retenerlo, dominarlo de algún modo. Cuando Daniel Ricciardo decidió cambiar de aires, lo cual liberó un asiento en Red Bull, el inefable Dr. Marko eligió a Pierre Gasly para ocupar la plaza en lugar de recuperar a Carlos, que estaba bajo contrato. “Gasly tiene mayor potencial que Carlos", dijo Christian Horner sin ambages y sin necesidad… cuando unos meses antes todos defendían que Carlos estaba a la par con Max en sus años en Toro Rosso.

El ‘Gaslycidio’ perpetrado en Red Bull y su sustitución por el todavía novato Alex Albon –sólo 12 Grandes Premios en su haber– ha hecho que muchos cuestionen el arrebato de Horner, mientras que otros se habrán preguntado si Carlos se precipitó al ‘forzar’ en cierta forma su marcha del clan austriaco. En cuanto a Horner, las dificultades de Gasly para adaptarse al coche y a la presión de estar en un equipo grande, junto al pasado compartido con Carlos en World Series, dejan bastante claro que ese 'potencial' se había sobrevalorado o directamente Horner sobreactuó para perjudicar a Sainz, entonces ya un agente libre.

Es cierto que Carlos, al lado de Verstappen tendría oportunidad de luchar por podios, quizás incluso de ganar alguna carrera. Pero posiblemente no estaría muy cómodo en un equipo todavía más volcado y centrado en el holandés que cuando ambos eran compañeros en Toro Rosso, y entonces ya se notaba que Max era el mimado y protegido. Para refrendarlo hay un episodio con piezas de los coches y determinados ingenieros que… bueno, ya hablaremos de esto otro día. Lo cierto es que en los equipos grandes de la F1 actual sucede como en el ciclismo: en general, hay un líder y todo el equipo trabaja para él, hasta el punto que el segundo piloto es poco más que un ‘gregario’.

Carlos sabe perfectamente lo que es estar en un equipo que bebe los vientos por su compañero. En su caso, por ser compañero de Max, por ser 'repescado' en el último momento de 2014 para subir a Toro Rosso cuando Vettel decidió marcharse. Unos años más tarde, su segunda oportunidad habría llegado a raíz de la marcha de Daniel Ricciardo… y por eso mismo, con la lección conocida, Carlos no parecía del todo interesado en buscar su retorno a Red Bull. Su propio padre, Carlos Sr., vivió un combate similar cuando corrió con Subaru y con Ford, teniendo a Colin McRae de compañero. Seguro que los consejos paternos no han caído en saco roto.

Curioso lo de Carlos y Ricciardo. Fue la presencia del australiano en Red Bull al lado de Verstappen lo que llevó a Carlos a buscar una salida hacia Renault. Y fue de nuevo Ricciardo quien, al dejar su asiento libre para firmar por Renault –obnubilada ante la posibilidad de 'robar' un piloto a un top team–, obligó a Sainz a llegar a un rápido acuerdo con McLaren.

El de Carlos con McLaren fue un acuerdo que muchos temimos. El propio piloto llegó con la máxima cautela ante sus opciones para 2019. McLaren estaba en espiral descendente. Era equipo cliente de Renault y el equipo francés parecía estar muy por delante de los de Woking. Carlos llegaba a un McLaren en pleno período de reorganización. Sin embargo, visto en perspectiva, fue el momento idóneo para que llegase un Sainz en plena fase de crecimiento.

Ni Carlos ni McLaren se arrepienten de ello. Todo lo contrario. Daniel Ricciardo quizá no pueda decir lo mismo, porque Renault ya no es el equipo en progresión del pasado año, sino más bien al contrario.

Sainz llegó a un equipo que no conocía… pero en el que debía asumir el papel de líder. ¡Y lo ha hecho! Se ha traslado a vivir a los aledaños de Woking. Trabaja día y noche con el equipo. Y no sólo es el líder, sino que además se ha convertido en indispensable por su capacidad de sumar puntos, de maximizar sus opciones. Y además ha sabido tejer la complicidad con Lando Norris para remar todos en la misma dirección.

Es cierto, el camino hacia los podios y victorias es aún largo. Si nos atenemos a la ‘regla de los cinco años’, la que cumplió Red Bull en su día hasta llegar a los títulos, a Sainz y McLaren todavía les queda una larga travesía. Su primer paso ha sido liderar el ‘segundo pelotón’; están en ello, pero no es sencillo. Luego deberán la brecha que les separa del ‘primer pelotón’, de los actuales tres grandes. Zak Brown parece haber sentado los cimientos de un sólido puente que les tendrá que permitir saltar de una a otra orilla del abismo. Un puente cuyo eslabón más débil ahora parece ser nuevamente el motor Renault.

La posición de Sainz podría ser incluso mejor que la actual sin esas primeras carreras desfavorables, pero después ha estado abonado a los puntos. Ha firmado dos quintos puestos, algunos adelantamientos espectaculares, muy buenas arrancadas, la remontada en Austria de última fila a octavo… y ese quinto de Alemania que sabe a poco, porque en McLaren no cuadraron la táctica ese día; mientras incluso Carlos padre recomendó el cambio de gomas, en el muro lo retrasaron por conservadurismo… lo que permitió a Daniil Kvyat y Lance Stroll acabar por delante del madrileño.

Precisamente, en el último Gran Premio de Hungría, tras controlar de principio a fin a un desesperado Gasly, posiblemente Sainz fue uno de los detonantes para que Marko y Horner decretaran la ‘caída’ del francés. Con la tremenda brecha entre ‘primera’ y ‘segunda’ divisiones, les resultó inaceptable que el mejor de ‘segunda’ les pusiera en un aprieto y les discutiera no ya la quinta plaza en una carrera, sino en la clasificación del Campeonato.

El ritmo de Sainz en carrera es, casi siempre, demoledor. Parece haber comprendido perfectamente la degradación de las gomas en el MCL34 y eso le permite un primer stint normalmente más largo que el de sus rivales directos para aprovechar tener mejor goma al final. Y es suficientemente rápido en la clasificación como para meterse con regularidad en la Q3, aunque Norris ha estado un punto por delante los sábados.

Pero Carlos, sobre todo, ha aportado tranquilidad al equipo, les ha liberado de la presión que representaba tener a Fernando Alonso en sus filas y saberse incapaces de ofrecer el coche que merecía. Ahora, en McLaren ya no deben preocuparse de lo urgente, sino de lo importante.

Carlos seguro que está feliz. Ha crecido y puede hacerlo aún más. Ya no es el ‘otro’ español, ni siquiera el sucesor de Fernando. Es Carlos y ahora en McLaren sólo pueden temer una cosa… que alguno de los grandes le tiente. Si sigue así, Sainz puede convertirse en uno de los nombres que mas oigamos en la ‘silly season’ del próximo año, cuando todos los grandes finalicen contrato. A buen seguro, hoy muchos más ojos están pendientes de sus actuaciones.