La velocidad en Indy empieza donde en Europa acaba

27/04/2017 14:20

Dice que acabó sorprendido no sólo por lo avanzado de la enseñanza, sino también por el nivel de los alumnos. Pese a ser de primer curso, el nivel de la materia se correspondía con lo que en Europa se impartía en los últimos cursos y así se lo hizo saber a Einstein. Y éste, sin sorprenderse, le dijo seriamente: "Es que nosotros empezamos donde ustedes acaban".

Algo así sucede con la Fórmula 1 y la F-Indy. En Estados Unidos, al menos en Indianápolis, comienzan a correr donde los F1 acaban.

Hay controversia sobre la velocidad más alta alcanzada nunca por un F1. Oficialmente, el récord lo tiene Juan Pablo Montoya desde 2004 cuando en Monza alcanzó los 372,6 kilómetros/hora, pero en Williams reivindican que el pasado año Valtteri Bottas lo batió en Bakú, aprovechando la larga recta de 2,1 kilómetros, cuando llegó a 378 kilómetros/hora según los datos de la telemetría, no corroborados por el 'speed trap' porque el punto elegido, al parecer, no era el idóneo.

Pero esta velocidad punta, mantenida sólo unos instantes, es una minucia para Indianápolis. No serviría para batir el récord de la Pole de las 500 Millas que, desde el lejano 1996 –es decir, hace ya 21 años– mantiene el holandés Arie Luyendyk con 380,362 kilómetros/hora. ¡Cuatro vueltas a un promedio superior a los 380! Y con un mejor giro a 381,185.

La mejor clasificación de la historia la alcanzó Rubens Barrichello en Monza 2004 a 260,325 kilómetros/hora. La diferencia es brutal.

Las 500 Millas más veloces de la historia también las firmó el brasileño Tony Kanaan –uno de los rivales de Fernando Alonso en esta edición– que logró una media de 300,846 kilómetros/hora en 2013. Un récord que quizá hubiera podido caer en 2014, cuando a 30 vueltas del final se llevaba una media superior a los 320 kilómetros/hora. Pero en Indy, la pelea final causa siempre estragos en forma de 'Caution' o bandera amarilla, así que el promedio cae bastante en estas vueltas.

En este caso, las diferencias con la F1 son también importantes pese a que en una carrera de F1, la distancia a recorrer es poco más de 1/3 de la distancia de Indianápolis. En 2004, Michael Schumacher ganó en Monza a 247,585 kilómetros/hora de promedio.

Es evidente que los datos no son comparables directamente. La tipología del óvalo de Indianápolis es muy diferente a la de un circuito europeo. Incluso Monza sin chicanes es otra cosa. Y quizá esto sirva para ilustrar las razones por las cuales los coches de ambas categorías sean tan diferentes. Los 200 caballos de más que, por lo menos, tiene un F1, no se traducen en velocidad punta sino en poder aumentar la carga aerodinámica y, por tanto, la velocidad de paso por curva, la capacidad de frenada, etc.

Una prueba de ello es que un F1 debidamente preparado para ello consiguió rozar los 400 kilómetros/hora de punta en Bonneville, el lago salado donde se hacen la mayor parte de intentos de récord de velocidad. Fue un BAR-Honda en julio de 2006 y pilotado por Alan van der Merwe. Consiguió ser cronometrado a 400,454 kilómetros/hora en el trayecto de ida, pero no pudo completar el de retorno, así que el récord no quedó homologado y debió conformarse con los de la milla y el kilómetro lanzado, a 397,360 y 397,420 kilómetros/hora respectivamente.

En Indy no dan referencia a la velocidad punta alcanzada, aunque vista las medias de clasificación, seguramente rozan los 390 kilómetros/hora. Y si lo prepararan para récord, posiblemente los 400 kilómetros/hora caerían con facilidad.