Giancarlo Minardi vuelve al paddock de la Fórmula 1

17/04/2021 12:35

Desde que abandonó la Fórmula 1 vendiendo su equipo –primero se asoció al malogrado Gabriele Rumi, luego al australiano Paul Stoddart, antes de venderlo a Red Bull, que lo convirtió primero en Toro Rosso y ahora en AlphaTauri– se ha mantenido alerta sobre lo que ocurre en el Gran Circo. Hacía comentarios y aparecía por el paddock de vez en cuanto, pero no en un rol activo.

Hasta hoy. Giancarlo es de Faenza, ciudad bastante cercana a Imola. Allí él y sus hermanos tenían un concesionario Fiat. Y allí nació una gran pasión, que le llevó a estar cercano a Ferrari en alguna ocasión, a crear un equipo de Fórmula 2 –donde consiguió una victoria– y a saltar a la Fórmula 1.

15 años después de su aventura como propietario de equipo de Fórmula 1, Minardi vuelve a tener un rol activo… en el otro lado de la barrera. No es en la FIA ni en Liberty media, sino como presidente del circuito de Imola, cargo para el que fue nombrado a finales de diciembre.

De 1985 a 2005, 20 años en la Fórmula 1. De forma modesta. Asumiendo que su rol no era el de luchar por los mejores puestos, casi ni siquiera por los puntos –en su época sólo puntuaban los seis primeros, ocho en sus tres últimas temporadas– lo que lo hacía todo más complicado. 20 años, 340 Grandes Premios, para sólo 38 puntos.

 

Asumió su rol: fue el equipo en el que debutaron muchos jóvenes valores: Martini, Nannini, Trulli, Webber, Fisichella, Zanardi. Entre los 42 pilotos –37 si contamos los que tomaron la salida en algún Gran Premio– nada menos que cuatro españoles: Adrián Campos, Luis Pérez Sala, Marc Gené y Fernando Alonso.

No sólo pilotos, también ingenieros. Aldo Costa, recién graduado, se forjó en Minardi. Stefania Bocchi, otrora jefa de prensa de Ferrari, comenzó en Minardi. Massimo Rivola, que fue director deportivo de Ferrari y actualmente es director de Aprilia Racing, comenzó en Minardi.

Giancarlo es de la vieja escuela. Pasión pura, aunque intenta no exteriorizarla. Sabía que sus medios no eran suficientes para dar la batalla, pero lo intentaba. Un año tras conseguía salir adelante y hacía debutar jóvenes. Se ganó el respeto de todos.

Recuerdo varias conversaciones en el paddock con él, siempre prudente, pero también serio y sincero. Su emoción cuando Pierluigi Martini y Luis Pérez Sala, en Inglaterra, consiguieron entrar en los puntos y le salvaron de tener que pasar por el calvario de las precalificaciones. El manteo que dio junto a sus mecánicos cuando Marc Gené sumó un punto en Nürburgring, en una difícil carrera.

El rol de presidente quizás no sea ejecutivo, pero a buen seguro Giancarlo tiene un objetivo o, mejor dicho, le han nombrado para este cargo con una misión: hacer que Imola vuelva a ser sede permanente del Mundial de Fórmula 1.