Fin de semana de contrastes

27/05/2017 10:05

Quizás lo único común entre ambas es que ni un circuito ni otro, pese a la diferencia de velocidades, los errores tienen perdón: siempre hay una valla esperando al menos hábil, al que se distrae o al que se deja llevar por la audacia.

Pero sobre todo, dos carreras cuyos ganadores son ciertamente seleccionados para la gloria. Dos carreras míticas que encumbran y convierten en legendario al que las gana. En Estados Unidos, se viaja permanentemente a más de 300 kilómetros/hora y para clasificar delante, hay que superar los 370 kilómetros/hora de media a la vuelta.

A orillas del Mediterráneo, hay curvas que se negocian a 60 ó 70 kilómetros/hora. La media de la prueba está sobre los 130 kilómetros/hora, aunque en clasificación puede darse una vuelta a 160 kilómetros/hora.

Fernando Alonso ya tiene una. Va ahora a por la otra y de paso ha revolucionado los dos paddocks, el de Indianápolis y el de Mónaco. Uno se pregunta algunas veces cómo dos de los grandes monumentos del automovilismo están en polos tan opuestos…. ¡y sobre todo cómo se permite que coincidan!

Claro que para Indianápolis, el coincidir con Mónaco es un problema relativo. Para ellos la competencia está en Charlotte, la sede de la Nascar, en la que se celebra la Coca-Cola 600, la carrera más larga del Campeonato, son 600 Millas y su salida se da sólo unas horas después de que haya finalizado la de Indianápolis, lo que ha dado lugar a que algún piloto americano haya corrido ambas el mismo día –1.100 millas, es decir casi 1.500 kilómetros, de carrera en sólo 12 horas– con un rápido desplazamento en avión.

Y en Europa tenemos aún otra gran prueba: las 24 Horas de Nürburgring. Casi 200 coches en liza en el 'Infierno Verde', el circuito más difícil del mundo. Tanto que todos los constructores lo usan para poner a punto los vehículos más deportivos de la gama y el tiempo de vuelta que consiguen se toma como referencia del valor dinámico del vehículo.