Ferrari se agarra una vez más al clavo ardiendo de Rory Byrne

23/07/2020 14:26

El hecho es que Binotto tenía que hacer algo ya y, por el momento, no parece haya un director técnico cualificado libre o dispuesto a saltar al 'ring' de Maranello. Lo que ha hecho Mattia entonces es 'apuntalar' la estructura –por cierto, Iñaki Rueda sigue como responsable táctico– para que el edificio no se caiga, a la espera de comenzar la auténtica reconstrucción.

Pero de todo lo dicho por Ferrari en el comunicado, me quedo con el hecho de que vuelven a confiar en Rory Byrne como consultor "porque su contribución puede ser muy importante en tiempos de cambio de reglamento".

Byrne es un técnico muy poco conocido por la afición, no es de los que se han prodigado hablando con la prensa y siempre ha estado –creo que de forma voluntaria– escondido tras la sombra de Ross Brawn. Pero sus credenciales son espectaculares, tanto que posiblemente deba considerarse como uno de los grandes técnicos de la F1. Cabe preguntarse, sin embargo, si a los 76 años puede seguir siendo un referente, tras temporadas en las que su implicación en la F1 ha sido a tiempo parcial.

No voy a hablar del palmarés de Byrne, el único gran técnico que queda de la era Schumacher en Maranello. Los aficionados más jóvenes recuerdan a Schumacher, Jean Todt y Brawn como los grandes artífices de esa década prodigiosa; Byrne era la cuarta y discreta pata de la mesa.

Un único detalle nos demostrará hasta qué punto era un hombre válido, más amante del trabajo en fábrica que de los focos en los circuitos, donde no se prodigó mucho, sólo lo mínimo e imprescindible.

Cuando Jean Todt decidió apostar, con el beneplácito de Giovanni Agnelli, por Schumacher, éste quiso traer a sus técnicos de confianza. Ningún problema porque Ross Brawn estaba dispuesto a dar el paso y Todt necesitaba un auténtico conductor de hombres, no sólo muy ducho en el aspecto técnico, sino también en el de gestión y dirección de los recursos humanos.

Pero Michael y Brawn no querían llegar sin Byrne, que era quien había proyectado los Benetton que dieron al Káiser sus dos primeros títulos. Byrne –sudafricano como mi admirado Gordon Murray– por entonces había decidido retirarse a Tailandia, donde iba a dedicarse a su gran pasión: el submarinismo, incluso había invertido sus ahorros en abrir una escuela de esta especialidad lúdico-deportiva. Para los más jóvenes, Byrne se inició en Toleman… ¿recuerdan aquel Gran Premio de Mónaco con Senna al volante del Toleman?

No era cuestión de andarse con rodeos. Tomaron el avión hacia Tailandia para persuadirle que cerrara el negocio y volara a Maranello. Era algo que no podía hacerse por teléfono, a distancia. Alguien dijo entonces que Michael había llegado a decir "o todos o ninguno", aunque es muy probable que sea una leyenda del paddock.

Si saco a colación este episodio es para situar la valía de Byrne, a quien Ferrari –tras la marcha del equipo Schumacher– siempre ha repescado como consultor de F1 en los momentos difíciles e incluso para que cooperase en el diseño de alguno de sus superdeportivos, concretamente del LaFerrari.

Rory es un ingeniero pragmático. No es un hombre de soluciones sofisticadas y sorprendentes; su lema es evolución antes que revolución. Ya en 2004 anunció que a final de 2006 iba a retirarse; sin quererlo puso fin a la era de Schumacher en Ferrari. Pero siete títulos mundiales, los siete de Schumacher, son un aval que no puede olvidarse.

Por eso, cuando estaba ya dispuesto a jubilarse, Ferrari le puso encima de la mesa un contrato de consultor. Un papel importante, en segundo plano y con notable tiempo libre como deseaba, pero clave. ¿Recuerdan el Ferrari F2012 con el que Fernando Alonso estuvo a punto de ganar el tercer título, ese que se le escapó en 2010? El coche comenzó con algunos problemas y llamaron a Byrne con urgencia para que se implicara a fondo en su mejora. A final de año Alonso casi logra el título; Vettel le superó por sólo tres puntos.