Los felices años 60, 70 e incluso 80 del automovilismo femenino

08/03/2018 10:05

La primera mujer que vi correr fue a Maribel González, con un Goggomobil –un pequeño utilitario de los años 60 en la Subida a Vallvidrera, de 1962 ó 63, de color verde claro, y en la que también corrían dos Porsche 904, en manos de Juan Fernández y Francisco Godia; asistí a los entrenamientos…simplemente porque mi cole estaba a 100 metros de la salida y entonces íbamos al cole los sábados por la mañana. Me hizo gracia porque mi tío tenía uno igual –aunque de color café con leche, más serio– con el que ya hacía mis pinitos en un descampado de la playa de Creixell.

La piloto femenina por excelencia catalana fue Nuria Viñas Panadés, hermana de un prohombre del automovilismo catalán, Jordi Viñas. Con su BMW 2002 Tii de Grupo 1, color naranja oscuro, dominaba su categoría en las carreras en cuesta catalanas y también era asidua a los rallies. Fue asimismo protagonista de las primeras Copa Seat que se disputaron en Montjuic, con ocasión de los Grandes Premios de Barcelona o España. Su mayor rival fue Giannina Lepori, mujer de un piloto rápido, Vittorio Leppori, cuyo Ford Cortina Lotus era la envidia de muchos, aunque su carrera no fue tan longeva como la de Nuria, que se prolongó más de dos décadas.

Otras que corrieron bastante, pero no se prodigaron tanto, fueron las hermanas Juncosa, Inmaculada y Emilia.

Recuerdo también muy bien a Nuria Llopis, que acabó casándose con un ilustre piloto español, Jorge de Bagration, tras hacerle por años de copiloto, y Paloma Landete, que muchos años después se casaría con el expresidente de la Real Federación Española de Automovilismo, Carlos Gracia.

Nuria y Pepa fueron grandes rivales…estilo Barça-Madrid. Recuerdo que en un Luis de Baviera, lloviendo a cántaros, abandonaron casi delante de mí y se refugiaron en mi coche. Pasó mucho tiempo antes de que, una vez concluidas las dos pasadas por el tramo, llegara la grúa y fue el momento de limar asperezas...porque yo escribía ya en Fórmula y no veían muy claro que pudiera ser imparcial.

Recuerdo asimismo muy bien a Begoña Kaibel y Susi Cabal, inseparables; la segunda novia por entonces de Genito Ortiz y la primera que si no tenía oportunidad de coger el volante, hizo muchas veces de copiloto del rapidísimo José Antonio Zorrilla. Con ellas tuve una buena época en los raids, ya que formaron parte del equipo Nissan y yo colaboraba con ellos. Ya tenían una buena experiencia en rallies cuando las llamó la marca para la primera Baja y coincidimos en el equipo, ya que invitaron a cuatro periodistas a correr la prueba; a mí me tocó hacerlo con Manolo Vega, padre de Jacobo Vega y por entonces uno de los puntales de Autohebdo Sport.

Nosotros tuvimos problemas y nos reenganchamos tras cortar parte del recorrido –pero teníamos todas las fichas de los controles de paso porque Paco Crous, a la sazón director de equipo– nos las proporcionó. Y teníamos una orden: las niñas debían acabar. Las esperamos y las escoltamos hasta el final….cuando nos perdimos a la vista de la meta…que estaba justo al otro lado de la autopista, y quedaban menos de 40 minutos para el cierre del control de llegada, encontramos finalmente el puente y llegamos a tiempo, nos sobraron diez minutos.  ¡De eso hace ya 35 años!

Es cierto, hubo muchas féminas corriendo en los 60, 70 e incluso en los 80. Incluso más que ahora, quizás porque la competición era más asequible, quizás porque para correr necesitabas un año de carnet y una ya sabía por sí misma si lo quería o no. La mayor parte de ellas, como copiloto. Todas me merecen admiración y respeto. Quizás haya sido en este papel, el del asiento de la derecha, en el que hayan destacado más, por méritos propios, sin duda. Pero correr siempre ha sido costoso y fueron relativamente pocas las que pudieron llegar a tomar el volante.

Y no olvido a Gloria Castresana. De ella, sólo una fugaz imagen cuando se impuso con un Mini Cooper en su categoría en la carrera inaugural del Jarama.

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