El paradigma del recambio generacional

27/01/2024 17:35

Ganar campeonatos estaba muy bien, pero el Mundial no valía lo que el Montecarlo, pese que el calendario incluía algunos de los rallies míticos de la historia: Portugal, Tour de Corse, 1000 Lagos, Safari, Acrópolis, San Remo, RACC Rally; salvo Portugal, todos los demás rallies con ‘nombre y ubicación’ propios.

Justo 40 años después, Audi ha triunfado en el Dakar con otro coche revolucionario, el Audi RS Q e-tron de tecnología revolucionaria, al menos en competición, eléctrico de autonomía extendida o híbrido en serie.

Es un cambio radical, pero que no debe ocultarnos otro mucho más profundo. Entonces todavía no existía el Dakar. Ni siquiera se había imaginado. El Rally de Montecarlo era la aventura de los ‘amateurs’ por excelencia. Aunque las inscripciones habían decaído un poco, todavía eran alrededor de 300 los equipos que tomaban la salida en la prueba. 

Era una aventura invernal, en la que unos pocos oficiales –aunque muchísimos más que la ridícula cifra actual- y gentleman drivers se disputaban la victoria y el resto se conformaba con concluir la durísima prueba, treinta tramos cronometrados, 753 kilómetros contrarreloj. 

Hoy, el Montecarlo no ha logrado un centenar de solicitudes, sólo ha podido admitir 70 y se conforma con 17 tramos y 325 kilómetros cronometrados.

A nivel popular, el Dakar ha tomado el relevo al Montecarlo. Donde antes era intentar tener tracción y dirección en el hielo se busca ahora en la arena. Si antes había que saber ‘leer’ el asfalto para adivinar el tipo de nieve, la cantidad de hielo, el verglass, ahora se lee el color de la arena para conocer su consistencia.

Y el cambio climático que hace cada vez más rara la nieve y que obliga a buscar zonas de los Alpes -que antaño eran tradicionales de los largos Montecarlos- sin demasiado éxito muchas veces ha hecho que los ‘aventureros’ del motor, cambien la aventura monegasca por l aventura del Dakar. 

El Rally de Montecarlo y el Dakar actual tienen un denominador común. Salvo para una pequeña élite, la prueba era una aventura y completarla, una victoria personal.

El Montecarlo antes era de ‘interés general’, todos los periódicos dedicaban reportajes a la prueba. Hoy, en los de información general, apenas unas líneas; en los de información deportiva una página o página y media a lo sumo. El Dakar, por el contrario, despierta el interés de toda la prensa y las televisiones les dedican espacios exclusivos y preferentes. 

¿Qué ha pasado para un cambio tan radical? Un cambio que se produjo hace ya casi 25 años. Cuando se quiso uniformizar los rallies, reducir las distancias por el coste -de participación y organizativo-, cuando se entregó la especialidad a los promotores, se resto personalidad a las pruebas e incluso ‘su denominación’ de origen en aras de un supuesto interés mediático que no se ha producido… sino todo lo contrario.

El Dakar, como Le Mans, se ha mantenido porque es una organización privada, que sabe donde está ‘el negocio’, que su negocio es la prueba y que deben ofrecer al público, participantes y aficionados, lo que demandan. Pero sobre todo que deben ofrecerles pruebas “en las que pasen cosas”, como reclama Cyril Abiteboul de los Rallies.

Estos días, constructores, promotores y FIA habrán hablado mucho de los rallies. El problema no es [sólo] el reglamento técnico. Sino que es mucho más profundo. Es como si el ADN de los rallies hubiera mutado… y no a bien precisamente, sino que parece deteriorarse.

Quizás la especialidad necesite prescindir de los Rally1 actuales, no tanto de las otras categorías. Pero lo que sí debe hacer es replantear notablemente la especialidad. Ver pasar un coche cada 3 minutos -los mejores- o dos minutos -el resto-, como los coches van sobre raíles, no es de recibo. 

No se trata de volver al pasado, sino de construir un futuro. Y evitar ese languidecer que no va a ninguna parte. 

Si me lo permiten, el Dakar ha sabido reaccionar. El Dakar africano era una cosa. El sudamericano perdió buena parte del ADN africano, que estaba siendo ‘atacado’ por las tecnologías de la navegación. Ha costado, pero en Arabia está recuperando el vigor de antaño. Los responsables del WRC deberían aprender.