Brawn GP: hace diez años un simple euro cambió la F1

06/03/2019 13:36

Ross Brawn trabajaba para Honda desde hace más de un año. La marca japonesa, que había comprado BAR a Craig Pollock y Jacques Villeneuve, estaba harta de los reveses sufridos y decidió de forma inesperada 'bajar la persiana' del equipo.

Pero Ross sabía que el chasis que habían diseñado para 2009 era ganador. Aprovechaba una laguna del reglamento para crear el doble difusor, una idea genial que al parecer salió de un ingeniero japonés que trabajaba en el equipo y en la que el genial Brawn vio una vía ganadora. Durante todo 2008, sin preocuparse del precio –Brawn tenía luz verde por parte de Honda– lo desarrollaron para convertirlo en un  arma imbatible.

Los equipos se habían reunido varias veces para pactar reglas aerodinámicas y Brawn les advirtió que había lagunas en la redacción de las reglas, pero los demás no las vieron o no le creyeron. Ross tampoco especificó mucho más, para jugar la carta ganadora.

Por eso, cuando Honda decidió cerrar, Ross se esforzó en demostrar a los japoneses que era mucho más barato cederle el establecimiento, las herramientas, el coche que fabricaban y afrontar el coste del cierre. Honda accedió, pero dejó claro a Brawn que debía buscarse la vida para el motor y para hacer que los coches corriesen.

Ross habló con Mercedes. Las reglas tenían tantas cosas detalladas que el cambio del V10 japonés por el germano era relativamente sencillo. Con Jenson Button y Rubens Barrichello, el Brawn arrasó en los primeros Grandes Premios; el doble difusor le había colocado en un escalón superior a los rivales. Cuando estos reaccionaron, ya era tarde; la ventaja adquirida por Brawn era imposible de neutralizar.

Brawn encontró rápidamente el apoyo de Mercedes. McLaren-Mercedes había ganado el título de 2008 con Lewis Hamilton, pero Mercedes estaba ya harta de Ron Dennis. Norbert Haugg, entonces al frente de Mercedes Motorsport, no veía con buenos ojos que con el 40% de McLaren, máximo accionista, no tuvieran poder decisorio y querían obtener la mayoría del equipo, tomar las riendas, pero Dennis y Manssour Ojjeh se negaron a ofrecerles esa posibilidad.

La plana mayor de Mercedes no quiso seguir en estas pautas y decidió montar equipo propio. Comenzó así a gestarse su apoyo a Brawn y posterior compra del equipo. Ross no estaba dispuesto a seguir con las incertidumbres financieras que representaba tener escudería propia y rápidamente se gestó la venta de Brawn a Mercedes para 2010.

Para Mercedes era una oportunidad. No tenían que partir de cero, sino que disponían de instalaciones, personal y una base tecnológica sólida en cuanto al chasis. Eso permitía ahorrar tiempo y dinero.

La venta se firmó a mediados de noviembre de 2009. Mercedes pagó 88 millones de euros a Ross Brawn y Nick Fry por el 75% del equipo, en lo que algunos consideraron un pelotazo de la pareja y otros, entrar en la F1 a precio de saldo. Al mismo tiempo, Mercedes pactaba su salida ordenada de McLaren, que se haría efectiva en 2011, aunque seguiría ofreciéndoles sus motores hasta 2014.

Brawn y Fry pusieron en marcha la estructura actual de Mercedes. Crecieron como equipo porque en 2010, el año de Brawn, el presupuesto de la temporada era ínfimo, de subsistencia, casi sin posibilidad de desarrollo y evolución del coche y con el mínimo personal posible.

Y todo ello dio sus frutos en 2014 con el primer título de Lewis Hamilton, el inicio de un lustro de dominio por parte de la estrella de tres puntas, de las llamadas flechas de plata.

Un simple euro a principios de 2009 cambió la F1. En esta década, Brawn cedió el dominio a Red Bull, que durante cuatro años se  impuso gracias a los beneficios de su chasis, antes de que Mercedes iniciara su lustro dominante –que dura hoy en día– amparado estos últimos años por un motor híbrido que da a los grandes fabricantes, aquellos que además del chasis también son motoristas, una ventaja importante por la integración del propulsor en el coche, algo que pueden hacer en paralelo y a medida.