Virutas de Goma

El Camarero Volador desenfunda su katana... con un cartel donde se lee "Would drive for food"

José M. Zapico
22/01/2014 19:02

Bill Murray es un tipo más pintoresco aún que los personajes que interpreta en el cine. Vagabundea por Nueva York, se cuela en fiestas sin conocer a nadie, o se mete en barras de bares donde la gente le pide copas y él les pone lo que le sale de la entrepierna. No tiene mállaner ni secretaria, pero un contestador automático en el que si eres Steven Spielberg (o Takeshi Kitano) puedes dejar un mensaje con tu oferta laboral y que escuchará en los próximos meses. Contesta si le sale de la pera. Uno de los puntos álgidos de su carrera fue la cinta "Lost in traslation" en la que hacía de estrella de cine en visita promocional a Tokyo y estaba más perdido que una chiva afgana en un garaje de Red Bull. No entendía absolutamente nada. No se muestra de manera implícita pero es muy posible que al japonés Kamui Kobayashi le ocurra tres cuartos de los mismo, porque a pesar de su esfuerzo, es otro que aparentemente algo ha "Perdido en la traducción". El camarero volador piensa en japonés, habla en inglés, aunque parece que los de Caterjuan le entienden pero algo extraordinario (para mal) ha ocurrido. No es que nunca haya pasado, es que lo admite abiertamente en su correcto bíbisi inglis: corre por la patilla. No cobrará money alguno. No percibirá sueldo, nómina ni ingreso de ningún tipo en su libretilla de ahorros el primero de cada mes. Es muy posible que esto se haya vivido antes, pero jamás se había reconocido de manera tan contundente, diáfana y cristalina... sin pelos en la húmeda, vamos.

El bueno de Kamui aterrizó en la F1 de la mano de Poyota en 2009. La marca oriental se piró por aquello de la crisis y le dejó en el bolsillo una cartera con algo de pasta para que su carrera personal no se fuera al carajo. Llegó con los talegos a Sauber donde le dieron las gracias por la ayuda y por un sorprendente manejo que dejó boquiabiertos a muchos. En un principio el japo causó sensación, para después ser adelantado por un Checo Pérez que creció más que su compañero. El azteca le hizo sombra, se lo llevaron a McLaren, y a Kamui... le acompañaron amablemente hasta la puerta de la calle. El chico tenía dos opciones: irse a echarle una mano a su padre en el restaurante de sushi que tiene en Hyogo o buscarse la vida aunque fuera limpiando baños en alguna escudería. Tuvo suerte. Le echaron un flotador de esos de patito pero que tenía la olla de un jaco en su lugar. No le toco la lotería, sino que le tocó Ferrari, donde le captaron para impulsar sus proyectos con turismos y en el Mundial de Resistencia a través del equipo AF Corse. 

La teoría de 'la larga cola', o Ley de Distribuciones de Pareto, no es nueva y en la Formula 1 se demuestra cada día. Ocurre entre los tenistas, literatos o toreros: hay unos pocos que se forran, un puñado que puede vivir del tema, y un mogollón que se tiene que comer las patas como los pulpos. Según los mendas de Formula Money, una de las pocas fuentes relativamente fiables que evalúan y aportan cifras tangibles sobre los dineros de la F1, el pasado 2013 hubo nueve pilotos que superaron el millón de leuros de nómina, otros tantos que cobraban entre esa cifra y los 200.000 de ala, y tres, que trincaron unos infames 150.000 leuros en total. Si eres un mileurista, o peor aún, un desempleado, estas cifras te sonarán a música celestial, pero para pillar esos ciento cincuenta mil machacantes te basta con ser director de una buena sucursal bancaria (una grande y con atribuciones) En ella curras de lunes a viernes, por las tardes te puedes escaquear, tu inversión se reduce a irte un par de veces a las rebajas del Massimo Dutti y pillarte un par de trajes de a 150 talegos y el único riesgo que corres es que atraquen tu oficina -la pasta mangada la pagará el seguro- o que algún cliente encabronado con sus preferentes te pegue cuatro voces y te ponga la cara colorá. La demoledora diferencia es que directores de esos hay cientos en cualquier ciudad occidental de cierto calibre, y pilotos de F1 sólo hay 22 en todo el planeta, aproximadamente uno por cada diez países; es una exclusividad no siempre bien remunerada

Si complicado es llegar a la F1, lo verdaderamente jodido es mantenerse dentro de ella. Y algo tiene que tener, una enfermedad infectocontagiosa les debe inocular Bernie a todos estos cuando se quieren quedar dentro del circo a cualquier precio... incluso 'de gratis'.

Este es el único deporte en el que un delantero centro, un Gasol, un Iniesta o un Nadal cualquiera puede participar viéndose obligado a llevar pasta bajo el brazo. Es como cuando eras crío, y eras tan malo con el balón, que la única manera de jugar era aportar el esférico. Kamui Kobayashi, con sus pies metidos en el cenagal financiero que es Japón desde hace casi dos décadas, no daba con pasta que le garantizase un asiento e hizo lo impensable: pedir guita a los aficionados. Antes se le llamaba 'pedir en la puerta la iglesia', un 'dame aaaargo, paaaaayo'. Ahora se llama "crowdfunding", y significa 'que-me-lo-pague-la-gente'. 

Kamui pilló la pastuqui del aficionariado, se la dio a Caterjuán y ahora viajará vestido de verde a velocidades de esas por las que los picoletos te empalarían por donde te sientas y te la sacarían donde te cuelga la campanilla. En el Siglo XXI, si eres carrerista con ambiciones no te bastará con ser rápido para llegar a esto, sino que tengas muchos seguidores generosos en Twitter; te pagarán los que te ven por la tele. Correrás si caes bien, si tus tuits son simpáticos y si el país del que procedes tiene brotes verdes del tamaño de la provincia de Arizona con la terraza y el jardín incluidos. El Camarero Volador montó eso de "Kamui Support" y entre donaciones, fans y empresas que le han dado un abrazo ha enganchado la friolera cifra de OCHO (8) minolles de leuros (shit, little parrot)

La marca Caterham vendió el año pasado el 67% más de deportivos que el año anterior. Su presencia en las carreras les pone delante de los ojos de millones de potenciales consumidores a pesar de haber sido el equipo menos afortunado de la última temporada. Incluso palmando... ganas... si estas en la F1. Si no estás, nanay, así que hay que estar.

Cuentan que en una ocasión un tipo hacía cola en un McDonalds y le dio sin querer al que estaba delante en las máquinas de las bebidas. El notas que se llevó el empujón se giró y era él, Bill Murray, el mismo de "Los cazafantasmas" y "El día de la marmota". Sonrió, le cogió una patata frita de la bandeja, se la zampó y le dijo a su propietario: "cuando lo cuentes, no te van a creer". Pues en esas estamos. Te juegas el bigote en cada curva 70 u 80 veces unos veinte domingos al año a cambio de la comida y poco más. Sólo te lo creerías si lo contase Bill Murray, porque si te lo cuenta Virutas hace unos años, dejarías de leerle...