El éxito del tetracampeón, ¿es gracias a su coche?

Vettel prepara su revancha

Miguel Carricas
22/04/2014 19:46

¿Es el coche o son las manos? Las dudas sobre el talento de Sebastian Vettel emergen conforme el tetracampeón mundial se desespera a los mandos de un RB10 que oculta su calidad como piloto. Sea como sea, Vettel está perdido, y la opinión pública empieza a dudar de si el valor de los títulos mundiales que consiguió en los últimos años coincide con su mérito personal.

El detonante de las críticas y especulaciones se produjo el pasado domingo tras la conclusión del Gran Premio de China, donde Daniel Ricciardo dio la última estocada a la moral de un Vettel desesperado ante la seguridad que exhibe el piloto australiano frente a sus contratiempos con el monoplaza.

No obstante, no sólo es ese contraste de sensaciones el que está afectando psicológicamente al piloto germano, sino también el hecho de que Red Bull haya sumado su segunda carrera consecutiva exigiéndole que dejara pasar a su compañero vista la diferencia de ritmo entre ambos.

Recibir tales mensajes apenas unos meses después de alcanzar el olimpo de la categoría parece una tarea difícil de digerir, y más en una personalidad obsesionada por las victorias como la de Vettel. 

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Sin embargo, atribuir sus problemas a una carencia de talento es un ejercicio demasiado impulsivo ante los destellos de calidad que ha exhibido anteriormente el piloto alemán en situaciones verdaderamente complicadas.

A lo largo de su trayectoria, Vettel ha firmado victorias épicas como el pasado año en Nürburgring, donde triunfó ante su público después de que ambos pilotos de Lotus le recortaran más de medio segundo por vuelta y presionaran su alerón delantero durante la última parte de la carrera.

Atribuir sus problemas a una carencia de talento es un ejercicio demasiado impulsivo

También cabe recordar la muestra de talento y determinación que le permitió colarse entre los imbatibles Brawn GP en 2009 para terminar segundo en la clasificación. Pese a su comprensible falta de experiencia, sólo un error de pilotaje en la clasificación del GP de Brasil le impidió luchar por su primer campeonato hasta la última carrera.

Lo cierto es que la valoración superficial de sus dificultades en 2014 invita al engaño mediático y a opiniones sin una fundamentación seria, pues el piloto germano también vivió una situación similar a la actual en los primeros compases del año 2012.

En aquella temporada, la inferioridad del RB8 le obligó a trabajar día y noche para modificar su estilo de pilotaje y adaptarlo a las necesidades de un monoplaza que acusaba la prohibición de los escapes sopladores. Pese a ello, Vettel optimizó la mejora de su monoplaza, e impuso una superioridad inalcanzable en las últimas carreras del año para sumar su tercer título consecutivo.

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El primer gran resurgimiento de Vettel dejaba los primeros destellos de su potencial como una sorprendente victoria en Bahréin, o una remontada contra viento y marea en Brasil. Precisamente fue esa necesidad de mejorar la que pudo ayudarle a pulir su talento y afrontar el año siguiente con una tranquilidad insólita que le ayudó a ostentar el galardón de mejor piloto de la parrilla de 2013 tras alzarse con otro campeonato mundial.

Un año después, vuelven los problemas, y con ellos otra reafirmación de su talento. La oposición de Daniel Ricciardo puede convertirse en una ventaja para el tetracampeón, quien convive con una situación insólita dentro de su propio equipo que no encontró anteriormente ante la superioridad que impuso sobre Mark Webber.

La cuestión en torno a si el mérito de Vettel recae en las características de su monoplaza queda bajo la opinión personal de cada uno, aunque todo apunta a que cuenta con una respuesta evidente, pues el hecho de conseguir cuatro títulos mundiales consecutivos no se encuentra al alcance de cualquier piloto de parrilla, y menos con un progreso psicológico y deportivo tan significativo como el que ha materializado el piloto de Red Bull.

Por ello, y pese a estar todavía lejos de la versatilidad que muestra Fernando Alonso ante cualquier complicación, descartarle del mapa con sólo cuatro carreras disputadas supone una postura oportunista que, al contrario de lo que piensan algunas personalidades, puede terminar fortaleciendo su madurez a raíz de comprender poco a poco el funcionamiento de su monoplaza.

Todos los grandes campeones han pasado por situaciones similares, y aprovechando su crisis personal, Vettel ya cuece a fuego lento su revancha.