Almacén F1

Ferrari: ¿cambio de planes?

José Miguel Vinuesa
12/01/2016 19:11
A mediados de 2014, el entonces director deportivo de la Scuderia Ferrari, Marco Mattiacci, expresaba el plan regenerativo del equipo con un plazo de tres años para volver a la cima del campeonato. Ese plan fue confirmado por el presidente de la compañía en diciembre de ese mismo año, cuando Sergio Marchionne manifestaba que “2015 será el año de la reconstrucción. El proyecto de Mercedes comenzó en realidad dos años antes, y fueron necesarios para que todo llegase a madurar. Nosotros debemos tratar de emular estos resultados.”

Es decir, dos años a contar desde 2015, con un 2017 esperando tener un monoplaza con el que luchar por el título, y a ser posible, ganarlo. Sin embargo, el discurso ha cambiado radicalmente en estos días. Marchionne anuncia una Ferrari ganadora en Australia, atacando la lucha por el campeonato del mundo desde este 2016. Un plan que su lugarteniente, Maurizio Arrivabene, comparte pero a la vez rebaja, a la espera de ver cómo se desarrollan los entrenamientos invernales de febrero.

La cuestión es: ¿por qué este cambio de planes? ¿A qué se debe que Ferrari haya modificado su estrategia? Independientemente de que ellos pueden saber qué bondades está mostrando el nuevo "proyecto 667", nombre interno del coche de 2016, y las posibilidades más o menos reales del anticipado ataque a la hegemonía de Mercedes, lo cierto es que la anticipación de los objetivos deja más dudas que realidades.

Se parte, es cierto, de un 2015 que, según los objetivos logrados y marcados, en Maranello definen como un "triunfo" (siguiendo la escala formulada en 2014: "dos victorias, un éxito; tres, un triunfo; cuatro: el paraíso"), lo cual puede haber dado lugar a precipitaciones en cuanto a la realidad de la situación. Negar en estos momentos el avance tangible y demostrable de la Scuderia durante 2015 está fuera de lugar, pero esperar un avance igual de grande en 2016 quizás sea demasiado optimista: conforme más se progresa y evoluciona, menor es el margen de mejora, puesto que te vas acercando al techo que tecnológicamente eres capaz de obtener. Mercedes es un ejemplo de ello: sigue al frente con distancia, pero su capacidad de distanciarse es cada vez menor. Obviamente, a Ferrari aún le queda margen, pero este se va reduciendo exponencialmente. En cualquier caso, Mercedes seguía estando muy por delante durante 2015, fundamentalmente en cuanto a rendimiento en clasificación, no tanto en cuanto a ritmo de carrera, en el que incluso en algunas carreras estuvo por debajo de los italianos. Pero mejorar en el ritmo a una vuelta es clave para poder gestionar la carrera desde la primera fila de la parrilla.

El cambio de planes lanzado por Marchionne supone, además, que Ferrari incurra de nuevo en uno de los grandes errores de los últimos años: la victoria inmediata, el triunfo instantáneo, el coche que casi por arte de magia se convierte de decente en inalcanzable. ¿Es posible que ocurra en 2016?. La base de 2015 es buena, pero a la vez llegan noticias de que no se está tomando tanto como base el SF15T, sino que James Allison ha hecho, en gran parte, un trabajo desde cero, con ideas totalmente propias. Eso puede ser motivo de evolución, o no. Es algo desconocido, y que permite a Marchionne jugar con las expectativas, si se quiere. Sin embargo, romper con lo que estaba previsto, un plan a largo plazo cuyo resultado fuera convertirse en un equipo dominador, supone una visión cortoplacista que, durante lo que llevamos de decenio, se ha demostrado errónea. Un plan a largo plazo, como el iniciado por la propia Ferrari en el año 1996, con presión (los primeros años las expectativas fueron realistas, pero a partir de 1999 crecieron en exigencia) pero con la vista puesta en un objetivo claro, es la única vía, también demostrada, para estar en la cima con garantías. Ferrari lo experimentó en carne propia, como lo experimentó después Red Bull y lo hace ahora Mercedes. 

¿Por qué, entonces, la necesidad de ganar desde Australia?. No, no nos sirve el tan repetido mantra de que "Ferrari sólo puede ganar": es falso y egocéntrico. Porque a Mclaren, a Red Bull, a Williams, o incluso a la renacida Renault, ese lema les es tan o más aplicable que a Ferrari. No es un motivo de peso para lanzar por los aires un plan estratégico basado en pasos firmes y seguros. En realidad, supone una visión errónea del funcionamiento de este deporte-negocio, mucho más en estos tiempos de fuertes restricciones a la inventiva y el desarrollo. El ejemplo más sangrante de ello lo tenemos en Honda, que prometía un rendimiento espectacular en el G.P. de Australia de 2014, y no sólo no llegó en esa carrera, sino en todo el año. 

Quizás esa necesidad de insuflar esperanzas prematuras de victoria en la primera carrera de la temporada de 2016 tenga que ver con otros motivos, muy alejados de la pista, y muy próximos a aquello que llaman "parquet": las Bolsas. Al presidente Marchionne no le interesa vender a Ferrari como perdedora ante Mercedes de nuevo en 2016, pese a que, en una típica declaración contradictoria del gestor italo-canadiense, diga también que no se cree el temor de Mercedes hacia Ferrari para esta temporada. La salida al mercado de valores de la compañía, tanto en Nueva York como recientemente en Milán, no fue todo lo buena que esperaban (sin ser desastrosa, por supuesto), pero lo fundamental de la operación es que Ferrari ahora está en manos de los mercados. Y éstos no miran nombres, sino números, y ante la más mínima incertidumbre, varían considerablemente la valoración de una compañía, que queda así expuesta a las decisiones más o menos volátiles de los "jugadores" de la Bolsa. Sergio Marchionne, hábil gestor que se ha movido en estas lides reiteradamente, lo sabe. Sabe que necesita ofrecer un mensaje rotundo y sin fisuras que eleve la confianza de los inversores y que aumente la rentabilidad de las acciones, porque su objetivo no es un campeonato, sino un beneficio neto que le permita ejecutar su ambicioso plan en el grupo FIAT-Chrysler, o FCA. Un ejemplo claro de esta manera de actuar lo encontramos en sus declaraciones sobre Alfa Romeo y la vuelta de la casa milanesa a la competición: tras el discurso de diciembre, en el cóctel posterior, lanzó en un pequeño corrillo que Alfa debería volver a la competición (nunca dijo F-1 inicialmente), y el rumor creció a la vuelta de Alfa a la F-1, lo que hábilmente recogió de vuelta el propio Marchionne cuando en la salida a Bolsa de Ferrari en Milán incidió en esta posibilidad. Bien jugado para sus intereses de relanzamiento de una marca, la de "Il Biscione", que él mismo hizo naufragar a mediados de la década pasada, cuando había vuelto con fuerza. La vuelta de Alfa Romeo a los circuitos no es lo que le interesa, salvo que le de un beneficio, y este se lo está dando un simple rumor.

Esas eran reglas del juego que un Luca Cordero Montezemolo no dominaba con tanta maestría. Porque el anterior Presidente de Ferrari también ofrecía la esperanza de una temporada triunfal, y le convenía hacerlo, pero lo hacía sabiendo lo difícil del logro: no en vano, Montezemolo había pisado la arena de la competición en los años setenta. A Marchionne el deporte no le ha interesado nunca, salvo ahora.

Así que la Scuderia Ferrari se encuentra con la presión de ganar en Melbourne, algo que no tuvo en el invierno de 2015, cuando pudieron trabajar con la vista puesta en mejorar un coche desastroso. Y el resultado fue impresionante en todos los campos, tanto de aerodinámica, como de chasis, como de unidad de potencia. Nadie podía esperarlo. Y si Ferrari fuese realmente capaz de plantar cara a Mercedes durante 2016, sería una gran noticia para las emociones del campeonato: la FIA estaría contenta, Ecclestone estaría contento, los aficionados estarían contentos. Y sobre todo, Marchionne estaría contento.

Pero las victorias instantáneas son extrañas de ver en este deporte. Así que, hasta el sábado 18 de marzo a las 18 horas en Melbourne, todo lo que no sea trabajo, son castillos en el aire que la pista demolerá o afianzará tan rápido como inversamente se haya corrido por ella.