102 octanos

¿Y después de Alonso, qué?

05/12/2013 12:05

Derek Warwick, presidente del British Racing Drivers Club, reclamaba en un artículo de opinión reciente el apoyo de los socios más adinerados de su club, entre ellos un tal Bernie Ecclestone. No eran para remodelar Silverstone otra vez ni para crear un nuevo campeonato, sino para que operaran dentro de la mentalidad de la generalizada tendencia a la Responsabilidad Social Corporativa. Es decir, para que devolvieran una pequeña porción de su abultada cartera ayudando a llegar a la cumbre a más pilotos ingleses. Y mientras tanto, en España... ¿Oiga? ¿España?

Pasa el tiempo, y España se regodea en la crisis y el monoteísmo deportivo. Vicios y comportamientos de sobras conocidos y cargados de precedentes históricos. Normal. No olvidemos que, en el plano político, hace algunos años, los mismos que ahora nos acusan de haber estirado más el brazo que la manga nos invitaban (casi obligaban) a comprar pisos antes de que los precios crecieran más. Y así nos va -a nosotros, porque a ellos les va exactamente igual de bien.

Trasladado al deporte, el hueco que se abre tras Fernando Alonso, Carlos Sainz, Pedro Martínez de la Rosa, Dani Juncadella, Dani Clos y Sergio Canamasas es un verdadero abismo. No hemos aprendido la lección. La cantera se ha detenido en seco en la presente generación. Los más jóvenes se han visto castigados por la dura crisis y la escalada de costes del automovilismo, que han complicado someramente acceder a un volante en cualquiera de sus categorías, y en la mayoría de casos han optado por reenfocar sus carreras hacia nuevas disciplinas (Álex Riberas es, en este sentido, un ejemplo paradigmático).

La inexistencia de sponsors o, mejor dicho, la necesidad para éstos de sacar rédito a sus inversiones ha focalizado su cartera en la liga ganadora. Santander o Cepsa serían los dos ejemplos paradigmáticos de empresas que apuestan por el automovilismo en la actualidad, y todos sabemos dónde llegan sus euros (más allá del apoyo a pequeñas cuestiones federativas, claro). 

Por ese motivo es más que llamativo el contraste con las palabras que Derek Warwick lanzaba el pasado 28 de noviembre en la revista Autosport: "El BRDC y Silverstone están absolutamente focalizados en encontrar al heredero de Lewis Hamilton y Jenson Button (...) En ocasiones estoy decepcionado con alguna de la gente involucrada en el deporte del motor, porque no revierte a la industria ni siquiera una ínfima parte del imperio que han construido gracias a ella. Bernie Ecclestone es un buen ejemplo. Es británico y miembro del BRDC, así que ¿por qué no crear una fundación o apoyar a los pilotos británicos?".

Warwick:
"El BRDC y Silverstone están absolutamente focalizados en encontrar al heredero de Lewis Hamilton y Jenson Button"

La reclamación de Warwick llega en un país donde el automovilismo corre por las venas y que, de fin de semana en fin de semana llena las gradas de los circuitos con carreras de todo tipo, desde meeting de clubs hasta campeonatos de viejos F1 o prototipos del Grupo C. El mismo en el que su revista de carreras de cabecera, la misma en la que escribía el ex piloto de Arrows-Footwork, promociona, junto a la escudería McLaren y el BRDC, una selección de los mejores pilotos jóvenes ingleses, que pelean por el premio de un test con un F1. De ella emergieron pilotos como David Coulthard, Olivier Gavin, Dario Franchitti, Darren Turner, Jenson Button, Anthony Davidson, Gary Paffett o Paul di Resta. En la edición 2013 han elegido a Matt Parry, campeón del F-Renault NEC.  

La preocupación de Warwick apunta al medio plazo, a conciencia de que llegar a la cumbre requiere, hoy día, de un poderoso aliado: el dinero. Sin un buen maletín, la categoría reina cierra las puertas incluso a los pilotos más talentosos, como hemos comprobado con el caso de Sauber y Robin Frijns. Unos movimientos que aspiran a llenar la parrilla de poderosas carteras y que releguen el talento al DTM o los campeonatos satélite, como el FIA GT, que evidencia una inteligentísima reacción estratégica con el siempre avispado Stéphane Ratel a la cabeza. El promotor de SRO aumentará desde 2014 los premios económicos y creará la denominada Silver Cup, reservada para los menores de 25 años.

Y mientras tanto, en España seguiremos centrados en cruzar los dedos para que el Ferrari de Alonso funcione en 2014. A partir de ahí, Dios dirá. Ni siquiera el presidente de la Real Federación Española de Automovilismo, que debería estar alarmado con esta cuestión, busca soluciones. No. La fábula de la cigarra y la hormiga sigue sonando y traslada la presión a Carlos Sainz Jr, que arrastrará el papel de sucesor oficial, asumido por todos que el volante de Jean-Eric Vergne será suyo en 2015.

Cabe la esperanza, eso sí, de que el propio Fernando Alonso sea quien, en un futuro, pueda capitanear la ardua tarea transitoria, que sólo pueden operar bien quienes han transitado tanto tiempo por el alambre. Pero probablemente ya sea demasiado tarde.