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Lynx inaugura sus nuevas instalaciones en Madrid

M. MUÑOZ, J. MORILLO

01/12/2021 17:40

Preservar el icónico Land Rover es la actual misión de Borja Ortiz-Echagüe, antaño representante de Carlos Sainz en las categorías formativas y sus inicios en la Fórmula 1. La idea surge en el confinamiento derivado de la pandemia de Covid-19 y ahora fructifica con la inauguración de sus nuevas instalaciones en la localidad madrileña de Algete.

Tras los meses de encierro en casa la idea de Ortiz-Echagüe surgió el proyecto de Lynx, hoy más visible que nunca en sus instalaciones de Algete. Están concretamente en la Calle Miño número 3 de la localidad madrileña. La misión de la empresa es la de restaurar diferentes modelos de Land Rover a gusto del consumidor. Y no sólo eso, sino que para su cabeza visible tiene incluso un toque romántico, tal y como nos contó hace meses cuando supimos del proyecto. "Yo soy el menor de nueve hermanos. Cuando éramos pequeños, nuestro padre nos llevaba a todos en un 109, que luego pude averiguar que era un Serie II de 1962. Íbamos con ese coche a la montaña los fines de semana y también a la escuela, porque como tenía nueve plazas cabíamos todos. Es un coche que he vivido mucho desde que era niño". De aquel recuerdo nostálgico ha surgido Lynx Custom Land Rover.

 

La premisa de Lynx es tomar un Land Rover, bien proporcionado por el cliente o bien buscado por ellos, e invertir el paso del tiempo, introduciendo –si quien paga lo desea– mejoras tecnológicas fruto del progreso que ha hecho la industria en las siete décadas que han pasado desde su desembarco. Y esto se puede apreciar en elementos como la dirección, que puede ser asistida para conseguir un vehículo más polivalente y cómodo, en los frenos, que pueden ser de disco, o en el motor, que se reconstruye para poner el odómetro a cero.

"Queremos evitar la extinción del Land Rover", explica Borja. "Son coches antiguos y les damos una nueva oportunidad para que sus propietarios los puedan disfrutar. Desde el confinamiento, todos valoramos poder disfrutar de las cosas. Yo disfruto de mi Land Rover, de ir más despacio, y ahora también hay mucha gente que valora esas cosas. Puede parecer que hemos empezado el proyecto en el peor contexto posible, pero la gente está emocionada. Estamos muy contentos".

 

Las primeras unidades en las que Lynx trabajó son los icónicos Santana de los años '60 y '70, aunque en la actualidad hay en stock una amplia representación de unidades de la marca, tales como el Land Rover Serie III de 1980 o varios Land Rover Defender nacidos ya en este siglo. Todos ellos se pueden ver en sus instalaciones de Algete, las cuales merece la pena visitar aunque sólo se aspire a admirar lo especial de la obra.

El proceso de restauración y transformación dura aproximadamente tres meses y comienza con el encargo. Ahí es cuando se evalúa el vehículo a retocar y se llega a un acuerdo sobre el grado de preparación desado. "Tenemos dos tipos de cliente", señala. "Uno es el que tiene un Santana o un Defender desgastado o en mal estado y que quiere restaurarlo para dejarlo como nuevo o para conseguir un coche algo más moderno para que lo pueda conducir toda la familia. Y el otro es el conductor que no tiene un Land Rover en el garaje, pero que está interesado en un modelo en concreto. Puede querer un clásico para invertir, porque un Serie II de 1969 siempre subirá de precio, o puede querer uno al estilo Lynx".

Pero, ¿qué proceso sigue Lynx a la hora de revivir un Land Rover? "Si es una restauración integral, tardamos unos tres meses. Coordinamos todas las fases para que sea lo más rápido posible. Normalmente comenzamos con la mecánica. Quitamos el motor y lo enviamos a rectificar para hacerlo nuevo. Cambiamos las juntas, los pistones, los segmento… Queda nuevo, kilómetro cero. Es un proceso complejo, pero es importante para que el coche tenga una vida mucho más larga".

 

Y el resultado no pasa inadvertido, ya sea por su color exterior resultón o por la incorporación de un altavoz Marshall en el interior. Pequeñas concesiones en favor del confort y de la practicidad para que el coche final sea útil para su propietario. "Hacemos restauración a estado original, pero a mí también me gusta darle mi toque. Es lo que nos permite diferenciarnos. Un Lynx tiene un color llamativo. Tapizamos el interior con cuero, normalmente con costuras que reflejan el color exterior del coche. Luego hacemos el volante. Si nos lo piden, podemos poner uno de madera. El diseño de las llantas o el neumático, más grueso, son característicos nuestros. Y lo último que estamos haciendo es poner madera de teca, madera de barco, para cubrir todo el suelo del coche".

El impulso de Lynx llega en marzo de 2020 después de que Ortiz-Echagüe se desvinculase del equipo Teo Martín y abrazase un proyecto de nicho que, desde luego, no era la opción más fácil encima de la mesa. "Era arriesgado, pero yo disfruto de mi Land Rover, de ir despacio y poder hacer un pícnic en la montaña, y ahora la gente valora más esas cosas, y por eso el nombre Lynx. De la misma forma que hemos evitado que se extingan los linces, nosotros queremos evitar que se extingan los Land Rover".

El buen hacer de las restauraciones de Lynx ya dejó huella durante la borrasca Filomena, que dejó Madrid cubierta de blanco durante varios días el pasado mes de enero. Entonces, cuando la mayoría de vehículos modernos sufrieron en la nieve y el hielo, los Lynx nos regalaron imágenes de postal que hace no tanto parecían imposibles, como la resurrección del clásico Land Rover.