Hablemos de las órdenes de equipo

31/07/2017 12:33

El Gran Premio de Hungría ha sido un recital sobre el tema de las órdenes de equipo o la relación entre compañeros, y es que en el fondo, todos los pilotos tienen claro que el primer rival a batir es el propio compañero, el hombre que tiene el mismo material y, por tanto, no caben excusas cuando no lo superas. Ahí está el caso del cuestionadísimo Kimi Räikkönen en Ferrari; de un nervioso Daniil Kvyat aplastado por Carlos Sainz –al menos en las carreras–.

Sin embargo, quería centrarme en dos casos claros de órdenes de equipo y diferentes filosofías de equipo. Algo que, a la postre, es asimismo clarificador en la política de fichajes de uno y otro equipo.

En Hungría, Ferrari apostó claramente por Sebastian Vettel, defendiendo su liderato en el campeonato y sacrificando a Kimi Räikkönen al papel de escudero. Su rol en el último tercio de carrera fue el de convertirse en un muro infranqueable para Lewis Hamilton.

"No es lo idea. Quería ganar. Pero es lo mejor para el equipo", dijo Kimi al finalizar la carrera. El finés conoce su rol. Lo ha conocido de la forma más dura y cruel que se puede dar en la F1: ser cesado con contrato en vigor –aunque debidamente indemnizado-– para dejar su lugar a Fernando Alonso y sin saber si Felipe Massa estaría listo para correr en 2010. Y repescado más tarde para ser compañero del asturiano.

Es la política habitual de los rojos, un número 1 definido y un escudero, capaz de tomar el relevo si hace falta y de aportar muchos puntos para el título de constructores.

Por el contrario, en Mercedes la política es opuesta. No hay número 1, al menos hasta que no sea imprescindible. Los dos pilotos están en igualdad de condiciones, libres para batallar entre ellos… con la única prohibición de que no pueden chocar entre ellos.

Ayer se vio claramente esto. Lewis Hamilton pidiendo paso a Valtteri Bottas para poder ir a por Kimi Räikkönen y eventualmente a Vettel, que parecía tener problemas. Lewis obtuvo el permiso pero con una condición explícita: si no consigue el objetico de superar al menos a un Ferrari deberá devolver la plaza a su compañero.

Bottas quiso escenificar que había una orden, abriendo la puerta de forma descarada, "pasa chico pasa", como si fuera un mayordomo ante el señorito. Y al final, Hamilton, que no logró su objetivo, le devolvió la posición en el último giro y también de forma clara, con luz y taquígrafos, para que no quedaran duras. Y Mercedes pudo presumir de que no había favoritismos y desde el muro de boxes no se interfiere en la carrera de sus dos pilotos.

El gesto de Lewis –impensable en 2007, cuando Alonso era su compañero– fue aplaudido por muchos aficionados. Pero estos mismos añadirían una 'n' al nombre de Toto Wolff si los tres puntos que ha sacrificado en Hungría Lewis cuestan el título a final de temporada.

Es algo que, curiosamente, dos de los protagonistas de este Gran Premio, conocen muy bien desde 2007, cuando la batalla entre Hamilton y Alonso permitió a Kimi Raikkonen conquistar el título. Es algo que en Mercedes también recuerdan y que todavía levanta alguna ampolla.

El no dar órdenes puede ser considerado 'muy deportivo', 'muy de fair play’. Pero también muy arriesgado. Ahí están algunos casos, como él de Verstappen y Ricciardo en Hungría que posiblemente haya costado a Red Bull y al australiano buena parte de sus posibilidades -limitadas quizás- de jugar en pos de los títulos precisamente en uno de los circuitos que podría serles más favorable. Pero aquí juegan además otros factores, como la intención de hacer del holandés el campeón más joven de la historia. Una decisión no declarada oficialmente, pero que se palpa y que antes o después puede provocar la marcha de uno de sus dos pilotos porque se siente que sus expectativas no han cumplido.

También está la lucha entre que mantienen habitualmente Esteban Ocon y Sergio Pérez con sus Force India, que puede costar a sus huestes el sueño -complicado por no decir improbable- de acabar terceros del campeonato.

Las órdenes de equipo, entre tanto, seguirán provocando ampollas. Por darlas o por no darlas, todo depende de a quien favorezcam Después de todo, los pilotos son estrellas con un ego tremendo y la no disimulada ambición de ser campeones y lograr títulos. Pero sólo la punta del iceberg -muy bien pagada en algunos casos- de todo un equipo.

Yo lo tengo claro. Quien paga, manda. No se puede aplaudir a un piloto que se anteponga ante los intereses legítimos del equipo.  Como dijo Frank Williams, "me importa un pepino cual de mis empleados gana  carreras, mientras las ganen y logren títulos".

En el fondo, todos los equipos acaban haciendo caso a esta premisa, al menos cuando uno de sus pilotos toma clara ventaja sobre el otro.