Los turismos llaman a la puerta

11/02/2018 16:40

Frase típica y tópica, pero que viene a las mil maravillas para explicar lo que sucede con el mundo de los ‘Touring Cars’. El Mundial de Turismos ha muerto tras lenta agonía y su sucesor, la Copa del Mundo de los Turismos, nace pero adoptando ya las normas del TCR, la categoría que hasta hace medio año -incluso menos- despreciaba el máximo responsable del WTCC.

Audi, Seat, VW, Hyundai, Peugeot, Alfa Romeo, Honda, Kia, Lada, Opel y Renault. Once marcas, once, que se dan cita en Cheste con el fin de poner en pista sus coches para los diferentes campeonatos del TCR

No se trata de un test de los equipos, sino un test de los promotores del campeonato. Todos los coches serán sometidos a una dura verificación de sus datos, bancos de pruebas incluidos, y un test en pista en manos del piloto David Lloyd. 

El objetivo es claro. Encontrar el equilibrio de prestaciones entre unos y otros para conseguir la máxima igualdad mecánica. Que eso es lo que se trata de conseguir con el BoP (Balance of Performance o Balance de Prestaciones). Evitar que una marca poderosa tenga la tentación de crear un coche imbatible y que espante a los competidores.

El TCR nació ante las divergencias de criterios entre Francisco Ribeiro, el hombre de los eventos de Eurosport, y Marcello Lotti. Los dos fueron los creadores del Mundial de Turismos -o la recuperación del campeonato, según se mire- pero tras unos años de éxitos aparecieron divergencias. Lotti se dio cuenta de que la escalada de costes llevaba al colapso y que las divergencias entre las diversas categorías o reglas para los distintos campeonatos nacionales de Turismos era de una parte un caos y de otra un obstáculo

Lotti habló con Seat. Estaba convencido de que coches de prestaciones muy similares a los de los León Cupra de la Supercup Seat, eran la solución. El trabajo conjunto dio paso a una reglamentación a la que paulatinamente se fueron apuntado marcas. El ascenso de las mismas coincide con el declive del Mundial de Turismos.

¿Por qué este cambio? Por presupuesto, sin duda. Pero también ‘por negocio’. Las marcas han visto en el TCR una fuente de negocio, como lo son los WRC2 en el Mundial de Rallies. Coches para que corran los clientes y una base potencial de los mismos muy amplia porque amén de la serie internacional cada vez más campeonatos de zona geográfica o nacionales estaban adoptando esta reglamentación.

El precio del éxito lo ha pagado Lotti. Ha tenido que renunciar a las TCR-Series, que tenían sus problemas, para ‘fusionarse’ o ser absorbida por el Mundial. Uno ha puesto el producto y otro el envoltorio. 

El futuro parece claro. No sólo por las diez marcas involucradas sino también porque el WTCC (World Touring Cars Cup) ha hecho el pleno de inscritos; las 26 plazas previstas están ya ocupados. Y el TCR-Europa también parece haber logrado el máximo.

La única ‘pata coja’ de todo ello es que el TCR no parece fácil de arrancar en España. El TCR Ibérico del pasado año no fue para lanzar cohetes. Y esto, sin duda, es una asignatura pendiente para la RFEdA. Hoy no basta con convocar un campeonato, sino que es necesario ofrecer un ‘servicio completo’, invertir.

La base de los ‘New Touring Cars’ -permítanme este nombre- parece sólida. Ahora sólo resta una buena gestión y no caer en la tentación ostentoria, evitar la escalada de costes. Pero estoy ya impaciente para ver los inicios de la temporada y el desarrollo de la misma en todos sus niveles.