Kubica y el espíritu de superación de los pilotos

31/07/2017 17:35

Su brazo derecho, ostensiblemente más delgado que el izquierdo. Es algo visible incluso con la ropa interior ignífuga puesta. Sus ex compañeros y muchos aficionados aplauden su valentía, su coraje y su empeño en volver a pilotar, aunque resten algunas dudas sobre si podrá realmente volver a correr y ser competitivo.

Lo confieso. Lo seguiré con interés y me alegraré muchísimo de que todo vaya bien como para que hayan esperanzas de continuidad.

En su día, Robert era considerado como uno de los grandes talentos de la F1. Su simpatía y cercanía le hicieron muy popular. Su drama y el posterior coraje en volver a correr –lo ha hecho de nuevo en rally, sobreponiéndose a esa terrorífica imagen de la punta un guardarraíl perforando el coche a modo de taladro–.

Los test privados hechos con un Renault de hace dos años han sido lo suficientemente positivos para que el equipo francés haya accedido a alinearlo en un test oficial con un coche actual y la FIA lo haya bendecido. Incluso las redes sociales parecen decididas a apostar por un inmediato retorno a los Grandes Premios en sustitución de Jolyon Palmer, lo que Renault ha desmentido afirmando que un eventual retorno va para largo, muy largo.

Y es que una cosa es un test y otro correr un GP, con coches al lado, teniendo que ir deprisa y, sobre todo, manejando todos los botones que los actuales F1 llevan al volante.

Ver el brazo de Kubica me ha llevado a recordar a otros pilotos que han corrido con problemas en un brazo. En mi juventud y en Catalunya, conocía a dos, Juan López Sans y sobre todo Antonio Yborra, ambos mancos a resultas de un accidente, en el caso de Yborra disputando un rally. Y antes de ellos estuvo José Civit, que corría con un Seat 600; en su caso el problema lo tenía en la pierna secuela de una polio y corría con un mando al volante adaptado para acelerar y frenar.

Está claro que los pilotos citados no competían a nivel profesional, pero también entre estos ha habido ejemplos. Pero sobre todo he recordado a otros dos pilotos con problemas en los brazos que pilotaron monoplazas. Uno, en mis años jóvenes, Jean-Pierre Beltoise, que llegó a ser excelente piloto de F1 y Resistencia pese a las secuelas de un accidente en moto, cuando era piloto.

Otro, el francés Jean de Pourtales, con un brazo amputado justo debajo del codo y cuya ausencia suplía con una prótesis. Jean llegó a correr en la Euro F3000 primero y después en resistencia con varias participaciones en LMP2 en las 24 Horas de Le Mans.

Jean-Pierre Beltoise

 

COMPETIR A NIVEL ABSOLUTO

Todo lo dicho no es para restar méritos a Robert Kubica, ni mucho menos. Aplaudo su tesón, convicción y tozudez. Mis comentarios son significar que el deporte del automovilismo es quizá el que mejor permite reinsertar a aquellos pilotos que han tenido un grave accidente y que les ha dejado secuelas físicas. Puede que no al mismo nivel o en la misma categoría, pero si a buen nivel e incluso con opciones de victoria.

No existe ningún otro deporte –salvo el ajedrez– que permita superar ciertas dificultades físicas y competir directamente contra los que no tienen este hándicap. Cabeza, reflejos y algo de entrenamiento mandan más que las aptitudes físicas, al contrario que en otros deportes. No implica que el deporte de las cuatro ruedas no sea exigente desde el punto de vista físico, pero lo es de una forma diferente a otros deportes. Pero allí donde el físico no llega, lo hace la tecnología, mecánica, eléctrica o electrónica. Por eso, mientras en otros deportes hay competiciones específicas para disminuidos, en automovilismo estos deportistas compiten directamente con todos los rivales.

 

ZANARDI Y REGAZZONI, DOS EJEMPLOS

Para los 'pistards', el ejemplo máximo es Alex Zanardi, quien tras perder sus dos piernas –amputadas bajo la rodilla– en un accidente durante una carrera de la CART en Lausitzring volvió a correr en coche, en turismos y GT debidamente adaptados, e incluso llegó a efectuar un test en Indycar y F1 con un coche adaptado. No contento con ello, se convirtió en la estrella de 'hand bici', carreras de triciclos accionados con la mano, una de las especialides estrellas de los deportes paralímpicos.

Otros recordarán a Clay Regazzoni, posiblemente el pionero. Parapléjico tras un accidente de F1 en Long Beach 1980; su Ensing se empotró contra el muro de cemento causándole daños en la columna. Clay se convirtió entonces en un adicto del Dakar, que llegó a disputar en camión, además de ofrecer cursillos de conducción deportiva para personas con discapacidad física e incluso apoyar competiciones específicas para ellos.

Menos aficionados conocen a David Piper, un reputado coleccionista de coches de competición clásicos –un Porsche 917, un Ferrari 250 LM, un Ferrari P3/P4, todos verdes y guardados en su garaje– y habitual de las carreras de estos vehículos. Fue antes un excelente piloto de resistencia que perdió una pierna en un accidente mientras rodaba unas tomas para la película de las 24 Horas de Le Mans.

Alex Zanardi

 

LOS CASOS MÁS EXTREMOS

Siguiendo su estela hemos tenido tres pilotos de casa: José María Busquets, Albert Llovera, Isidre Esteve y Joan Lascorz los tres primeros parapléjicos y Lascorz con cuadriplejía.

Más recientemente hemos tenido los ejemplos de Frédéric Sausset y Philippe Croizon. A ambos les faltan las cuatro extremidades, son cuadriamputados, pero ello no les ha impedido correr. El primero lo hace en resistencia, en las VdeV Series y el pasado año pudo disputar –y finalizar– las 24 Horas de Le Mans con un LMP2. El segundo, tras completar algunas espectaculares grandes travesías de natación, ha disputado el Dakar este año. Ahí queda la cosa.

Sausset se ha propuesto crear una escuela de conducción deportiva para disminuidos físicos y un equipo de competición para llevar a Billy Monger, el joven piloto británico que ha perdido sus piernas en un accidente de F4, a disputar las 24 Horas de Le Mans.

Todo ello sin olvidarnos de los hombres del Team Britt. Ex soldados británicos que han sufrido diversas y graves heridas en combate que les han dejado secuelas y que intentan reinsertarse en la sociedad a través de la competición. De momento corren en la Fun Cup, pero su sueño es llegar a Le Mans.

Son Andy Searle, amputado de ambas piernas a causa de una mina, es quien las tiene más visibles; también es un caso de superación, porque ha precisado cinco años de recuperación y más de 50 operaciones. Tony Williams sobrevivió a dos granadas y seis disparos, sufriendo graves heridas, incluso sus intestinos resultaron desgarrados; tiene una pierna paralizada y necesita ayuda ortopédica en el otro pie a causa de una lesión en la columna que pudo haberle dejado paralizado por completo de cintura para abajo. Jimmy Hill fue alcanzado por siete disparos que le dañaron, entre otros, el nervio ciático; la dura rehabilitación le permite andar, aunque tiene los pies semiparalizados. El caso de Warren McKinlay es algo distinto, ya que sus heridas provienen de un grave accidente de moto y sufre el síndrome de Cortal.

Y claro, están los ejemplos, diferentes, de Frank Williams y Sam Schmidt, patrones de escudería, cuadripléjicos ambos pese a lo cual son propietarios de equipos que están entre los mejores de F1 e Indycar respectivamente.

Andy Searle