Hay Grandes Premios para el recuerdo y otros para el olvido

10/03/2024 09:28

La primera lectura es clara. Los pilotos de Fórmula 2, al menos los de delante, tienen sitio en la F1… pese a que este invierno no haya habido ningún ascenso y en años anteriores hayan sido a cuentagotas 

Necesitan, eso sí, un poco más de tiempo para adaptarse al salto que supone pasar de F2 a F1, ese que antes se hacía a base de km de test, hoy prohibidos, pese a que el salto era menos dramático.

Por mucho simulador que hagas, hay reacciones al volante que debes experimentar. Y sobre todo debes poder accionar con los ojos cerrados -es decir, sin mirarlos- ese bosque de interruptores y mandos al volante. Pero también la actuación de Bearman reafirma otra cosa clara, aunque no la quisiéramos ver:. La jerarquía mecánica, a la que los pilotos no pueden escapar.  

Red Bull está por encima de todos, ‘über alles’ y Ferrari es la segunda fuerza, pero la brecha sigue siendo notable; no tan grande como el pasado año, pero sí suficientemente importante como para la alternativa sea pillar a un ‘toro cojo’, es decir que cometa un error o tenga un problema… a no ser que la batalla interna en la cúpula del equipo y entre las facciones propietarias, indique lo contrario.

Pero entre Ferrari y sus dos mayores perseguidores hay asimismo brecha. Ni McLaren ni Mercedes estuvieron por la labor y lo saben. Hay un detalle que muestra la impotencia de ambos equipos, no ya con Red Bull sino, al menos por el momento, incluso con Ferrari.

Nos referimos a la lección táctica de ambos: un coche cambiando gomas con el safety car y el otro, en pista, esperando un segundo safety que no llegó y que podía haber sido un factor a su favor. Es muy probable que de haber jugado la táctica natural, la de parar con el primer coche de seguridad, tanto Hamilton como Russell hubieran acabado por delante de Bearman.

La carrera también reveló otras cosas. El mal momento de Alpine. Que RB no es un Red Bull ‘B’ y que dista mucho de serlo. Haas parece haber dado aquí un pasito adelante con un punto de oro. Williams no está para batallar por los puntos. Y sobre todo que Sauber, el futuro equipo Audi, está bajo mínimos.

Alguien dijo que la F1 ya es sólo una carrera de ingenieros. El piloto sigue contando, claro, es quien remata la faena; si él falla, todo ha fallado. Pero si falla cualquier eslabón, todo ha fallado. El problema es que con el límite presupuestario ya no hay segunda oportunidad. Ni siquiera el factor circuito es importante cuando las diferencias son las que son. 

El resultado de todo ello difícilmente justifica el título de ‘el mayor espectáculo del mundo’ -más bien lo desmiente- que se adjudica a la F1. Hasta hay a quien le parece que no estaría mal un cierto BoP o una ‘penalización por éxito’ en forma de lastre. Es cierto, va contra los genes de la F1…. pero se ha admitido en las otras categorías, en aras del espectáculo…. Y con Liberty, el espectáculo es cada vez más importante.

Por todo eso, el gran circo está muy interesado en saber si Red Bull implosiona por las querellas internas. Los aficionados gustarían ser a Verstappen en otro lugar [Toto Wolff tiene muy claro dónde le gustaría verlo] pero quizás Max no es la pieza codiciada sino un tan Newey, Adrián Newey.

Nada que no supiéramos. Pero en quince días volveremos a estar pendientes del televisor… esperando que Australia, posiblemente en vano, sea otra cosa, pero la esperanza es lo último que se pierde.

Otras ediciones del GP de Arabia Saudí son recordadas, pero ésta no será precisamente una de ellas. No porque no fuera emocionante, sino porque destapó aquello que la F1 no quisiéramos que fuera.