El año en el que Balestre casi acaba con las 24 Horas de Le Mans

10/06/2023 19:10

Todo comenzó tras unos graves accidentes en la recta de Le Mans en 1989. La FISA exigió medidas para volver a homologar el circuito de La Sarthe –bautizado así en honor al departamento francés donde está ubicado Le Mans– con vistas a la carrera de 1990.

Originalmente, la recta de Hunaudières tenía 5,7 kilómetros de longitud. Dos años antes, se habían alcanzado los 400 kilómetros/hora. Pero lo preocupante era que era relativamente fácil ver velocidades de 370 o 380 kilómetros/hora. Nada menos que 16 personas habían perdido la vida en accidentes en la recta, pero más de la mitad de las víctimas no eran pilotos –siete–, sino comisarios o algún espectador furtivo.

"Es criminal poner en juego la vida de pilotos y comisarios por la desidia o mala administración de la organización de la prueba", señaló Balestre, quien el 11 de enero de 1990 lanzó un ultimátum al ACO, dando un mes para que anunciara y comenzara a poner en prácticas algunas medidas de seguridad. La exigencia era dividir la recta en tres sectores con la instalación de dos chicanes.

Pero a esta exigencia deportiva o de seguridad se unía otra clara, de retracto. El ACO debía pedir perdón por las injurias lanzadas contra la FIA y su presidente –Balestre empleó esta amenaza en varias ocasiones, incluido contra Ayrton Senna– por Jacques Chaumont, senador por el departamento de La Sarthe, que tachó a la FIA de 'chantajista y mafiosa'. Balestre consideró que el ACO estaba detrás de las manifestaciones "que nos tachan de sinvergüenzas y criminales, y exigimos una disculpa pública".

Balestre llegó a decir que prefería "que la carrera no se celebre este año a que se corra con riesgos excesivos. El mundo no se parará si no se corre en Le Mans".

Todo quedó 'solucionado' el 13 de febrero al expirar el ‘plazo de gracia a primeros de marzo. Y la prueba podría disputarse los 16-17 de junio como estaba previsto.

El 3 de marzo, sábado, Raymond Goulomes, presidente del ACO, anunció que "el lunes comenzará la construcción de dos chicanes aprobadas por la FISA", con una inversión del orden de los 12 millones de francos franceses –240 millones de pesetas en la época, 1,5 de euros, moneda que aún no existía–, de los que casi la mitad iban a ser financiados por el Gobierno francés.

No todo estaba aún solucionado. De momento la carrera iba a ser internacional, con los mejores. Pero no había sido reintegrada en calendario del Campeonato del Mundo. Sobre el tapete, los derechos de televisión de la prueba que el ACO se negaba a ceder a la FIA como éste exigían a las pruebas del Mundial, y quería gestionarlos directamente, como había hecho siempre.